Esta semana tenemos en los cines Priscilla, un nuevo drama de tipo biopic que dirige Sofia Coppola, cineasta de renombre muy conocida por películas como Lost in Translation, María Antonieta o Las vírgenes suicidas, entre otras muchas.

Basada en las memorias de la propia Priscilla Presley, la trama de la cinta sigue la historia de Priscilla Beaulieu, una mujer que de joven tuvo el privilegio de poder conocer al mismísmo Rey del Rock Elvis Presley en una fiesta, donde por aquel entonces ya era toda una estrella e ídolo de masas.

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Enseguida Priscilla congenia con Elvis y pronto inicia una larga relación de noviazgo hasta casarse con su amor de ensueño, lo que deriva en un turbulento matrimonio desde una base militar alemana hasta su finca de ensueño en Graceland.

La relación con la gran estrella del rock viene acompañada de brillantes luces, pero también de oscuras sombras que poco a poco van en aumento hasta ahogar a Priscilla.

Un biopic que necesita produndizar en sus temas más espinosos

Cuando vemos un biopic, suele pasar que sintamos más interés por las partes más turbulentas de la historia que se narra, al fin y al cabo, la parte bonita nos la conocemos todos porque es la que sus propios protagonistas han mostrado de cara al público.

Por supuesto, con Priscilla no es una excepción, y la propia cinta nos presenta varias partes truculentas de la relación de la joven con Elvis Presley, donde vemos a un tipo bastante controlador que guía a Priscilla en todos los aspectos de su vida cuando ésta ya se instala con él en su mansión de Graceland.

Desde qué ropa llevar hasta prohibirle traer ninguna amistad a la mansión, poco a poco la vida de Priscilla parece más la de una mujer prisionera entre cuatro lujosas paredes donde no puede hacer nada de lo que quiere sin tener que pedir permiso antes.

Lo bueno que tiene la cinta es que la historia nos la cuenta en todo momento desde la perspectiva de Priscilla, lo que hace que mientras uno ve los diferentes acontecimientos de la trama sienta prácticamente las mismas sensaciones de su protagonista, sobre todo si no estás puesto con la vida privada de Elvis y Priscilla.

Sin embargo, da la sensación de que hay mucho más que contar y apenas rasca la superficie de los momentos más turbios en la relación sentimental de la pareja, dejando con ganas de conocer más a fondo todas las controversias que hubo y saber más de esos oscuros momentos.

A esto hay que sumarle que la trama se cuenta a ritmo muy lento y que, si bien en general no resulta aburrida, sí que hay ciertas partes del desarrollo de la película que se pueden hacer algo pesadas durante sus aproximadamente 110 minutos de duración.

En una película biopic es imprescindible que su protagonista esté a la altura y, por fortuna, en ese aspecto Cailee Spaeny sabe mantener el tipo y nos da una actuación muy destacada en la que empatizamos con ella en todo momento, tanto en las partes más alegres como en sus etapas más oscuras. No en vano consiguió una nominación a los Globos de Oro por su trabajo.

También merece destacar la interpretación de Jacob Elordi como Elvis Presley donde, a pesar de que su presencia es más secundaria, nos deja algunas escenas muy memorables, algo que tiene mucho mérito al tener bastante reciente el biopic de Elvis con Austin Butler, quien también hizo muy buen papel.

Con tantas películas biográficas estrenadas en los últimos años, es posible que Priscilla te pueda dejar un poco frío en comparación con otros biopics. No obstante, a poco que te llame la atención su trama seguro que pasas un rato de lo más entretenido, aunque te deje con ganas de saber más.