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Crítica de la serie The Witcher, ya disponible en Netflix

The Witcher
El brujo y Sardinilla se pasan a la televisión: crítica de la serie The Witcher, protagonizada por Henry Cavill, Freya Allan y Anya Chalotra y ya disponible en Netflix con sus ocho primeros episodios.

¡Por fin nos quitan la mordaza para que podamos hablaros largo y tendido de The Witcher y su segunda adaptación a la televisión! La primera, recordemos, fue en forma de miniserie de trece episodios en 2002 para la televisión polaca y estuvo precedida de una película de igual título, Wiedźmin, que no contó con el favor ni del público ni de la crítica y trajo polémica dado que el autor de las novelas en las que se basaba, "El último deseo" y "La espada del destino" escritas por Andrzej Sapkowski, no quedó satisfecho con la plasmación de su trabajo.

¿Qué hay de la producción de Netflix? Tenemos que empezar diciéndoos que HobbyConsolas fue el único medio español que pudo asistir al rodaje de la serie en Budapest y que por tanto fuimos los primeros en hablar con la showrunner y guionista Lauren Schmidt, y con los tres protagonistas principales de la serie: Henry Cavill, Freya Allan y Anya Chalotra en exclusiva.

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La primera nos confirmó varias cosas que hemos constatado con el visionado posteriormente: que en la serie la magia es una constante, que Henry Cavill se ha esmerado para meterse en la piel de Geralt de Rivia postulándose incluso él mismo al papel dado que conocía y adoraba al personaje gracias a las novelas y los videojuegos (se confiesa jugón, no os perdáis la entrevista, que contiene información jugosa) y que nada tiene que ver con el enfoque de la que ha sido la serie más influyente en el género de la fantasía épica: Juego de tronos

El tono de la serie The Witcher es completamente distinto y la narrativa también. Es de ley señalar que no es lineal: juega bastante con las líneas temporales para ir dosificando la información de modo tal que la primera temporada no se corresponde con "El último deseo" sino que se ha hecho un esfuerzo por seguir de forma paralela las historias de Geralt, Yennefer y Cirilla hasta hacerlos confluir. No vamos a incurrir en spoilers ni a hablar de más respecto a esta cuestión porque "la gracia" está en ver cómo y cuándo esto sucede.

Para profanos que no hayáis visto, ni leído, ni jugado a nada relacionado con The Witcher, una pequeña y breve sinopsis: el brujo Geralt de Rivia es un hombre dotado de habilidades excepcionales que vaga por los pueblos ganándose unas monedas a cambio de librar a las gentes de amenazas que no pueden controlar.

Apodado como el "lobo blanco", es considerado un mutante debido a su naturaleza y entrenamiento y, por tanto, vive de forma errante, deshaciendo hechizos y, cuando no queda más remedio, abatiendo a monstruos y criaturas que atemorizan a los aldeanos.

Paralelamente conocemos a Yennefer, una maga con poderes extraordinarios que realiza un enorme sacrificio y a Cirilla, la princesa de Cintra, que era uno de los personajes jugables de The Witcher 3: Wild Hunt y que incluso podía asumir el rol de emperatriz bajo determinadas circunstancias. Aquí la conocemos al principio de su aventura y, como nos adelantó prudente la showrunner, la serie no ha tomado referencias específicas de los videojuegos desarrollados por CD Project Red, porque la interacción que estos proporcionan no puede trasladarse al formato televisivo. Lo que sí vemos muy pronto es que el personaje sufrirá una dramática evolución al dejar de estar protegida en la corte y tener que sobrevivir amenazada lejos de las comodidades que le brindaba su vida anterior... y demostrando que tiene su propia forma de defenderse. Hasta aquí podemos leer

Otro de los aspectos que hay que señalar como muy característicos, es el sentido del humor tan peculiar que destila esta serie de televisión. ¿Es Henry Cavill el brujo ideal? Puede que le caiga al espectador bien demasiado pronto: de alguna manera ha dulcificado al personaje porque te cae simpático enseguida. En este sentido, hay que decir que el actor ha hecho el papel suyo y que es emocionante verlo a lomos de Sardinilla (Roach para quienes sigáis la versión en versión original) y protagonizando peleas a espada (ya sea contra humanos o contra seres fantásticos, en los que usa la de plata) imaginativas y bien coreografiadas.

Sabemos que muchos de nuestros lectores están deseando leer que The Witcher es la serie del año, pero les mentiríamos si les hiciéramos pensar algo semejante. La serie es más un placer culpable que un producto pulido y de acabado excepcional. Así lo atestigua el diseño de producción: es evidente que ha contado con muchos medios, solo hay que ver el magnífico vestuario y habiendo estado in situ en el rodaje hay que decir que los sets eran fastuosos además de que se le saca muchísimo partido a las localizaciones exteriores, pero también es cierto que hay secuencias en las que los decorados y las criaturas parecen de cartón-piedra y otras en las que se sitúa al borde de lo ridículo, sobre todo en todo el arco argumental de la transformación de Yennefer o con la aparición de determinados seres fantásticos. 

La serie se espeja más en Fantaghirò, Xena o en Merlín que en otras fantasías épicas más solemnes o con una ambición más realista respecto a las relaciones de poder, a pesar de que igualmente contaran con elementos mágicos o sobrenaturales. A cambio es más divertida, arriesgada y locuaz (tacos incluidos) y tiene todos los ingredientes para hacer las delicias de quienes leyeron en su día las novelas dado que refleja con bastante fidelidad algunos momentos clave (eso sí, deslavazados en el tiempo). Es más, incluso hay diálogos calcados muy reconocibles como aquel en el que Geralt habla del "mal menor" y enarbola por primera vez su sentido de la justicia, por poner un ejemplo muy concreto.

Para llegar a los conflictos políticos y que la cosa se ponga seria, hay que alcanzar los dos últimos episodios donde sorprende el cambio tan abismal de tono y decae, por cierto, bastante el ritmo. Todos los episodios duran cerca de una hora o un pelín más, pero unos acusan más que otros la duración, por excesiva.

Daremos también algunas pinceladas acerca del casting: como decíamos, Henry Cavill se siente como pez en el agua (y no le va mal el rol habida cuenta de que no es el colmo de la expresividad, y el brujo requiere de cierto hieratismo) y Freya Allan parece encajar bien en el papel de Ciri, que comienza siendo suave e ingenuo. Es Yennefer probablemente la que peor desarrollada está, algo que está relacionado con la exagerada y poco creíble caracterización inicial de Anya Chalotra y su más que predecible transformación.

The Witcher
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El robaescenas es el bardo Jaskier (algunos lo conoceréis como Dandelion) interpretado por el británico Joey Batey a quien visteis en Knightfall y su pegadiza cancioncilla "Pay the Coin" (ved la serie en la medida de vuestras posibilidades en versión original, porque el doblaje arruina algunos momentos muy divertidos e incluso les resta algo de ironía a los diálogos).

También hay varios secundarios de excepción: Lars Mikkelsen brilla en cada breve aparición como Stregobor, Jodhi May como Calanthe o MyAnna Buring como Tissaia.

Y luego, los detalles, claro está: comenzar cada episodio mostrando en un escudo la criatura fantástica que protagonizará las andanzas de Geralt es uno de los más molones. Sobre todo porque sirven como hilo conductor, aunque la serie evita ser tan episódica como los libros siguiendo a los tres protagonistas y por tanto también enmascara algo mejor la forma en la que bebe Sapkowski de la mitología y el folklore nórdico que tantas veces ha terminado trasvasado en forma de cuentos y leyendas populares que nos llevan desde "La bella y la bestia" hasta "Aladdin". Sí, aquí hay genios, vampiros, licántropos, elfos, dragones e incluso doppelgangers aunque en un contexto de aventuras bastante inusual en una mezcla desprejuiciada.

En resumidas cuentas, The Witcher se deja ver, pero es recomendable moderar las expectativas: no viene a revolucionar el mundo de las series de televisión (no parece tampoco pretenderlo), si bien ofrece un entretenimiento pasajero eficaz y en algunos momentos hasta emotivo. Encandilará con mayor facilidad a quien esté familiarizado con las novelas que a los neófitos, a quienes incluso les puede llegar a costar seguir las tramas por lo picaditas y mezcladas temporalmente que están (las idas y venidas por la línea del tiempo son constantes) y por la forma en la que se introducen nombres, lugares, hechizos y monstruos como si fuera lo más normal del mundo. Ojo a la banda sonora, que tiene temas preciosos.

VALORACIÓN:

La adaptación de Netflix de The Witcher ofrece un entretenimiento eficaz: es bastante fiel a los libros, si bien no los sigue de manera lineal y atrapa pronto al espectador con su peculiar tono humorístico.

LO MEJOR:

El vestuario es una maravilla, el tratamiento en determinados pasajes también y las coreografías de lucha, aunque pocas, son bastante imaginativas,

LO PEOR:

El diseño de producción es muy mejorable, así como los efectos especiales y la caracterización de los personajes.
Hobby

75

Bueno

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