Crítica de Solos, la serie antológica de ciencia-ficción de Prime Video

Siete personajes enfrentados a su destino: esa es la premisa principal de Solos. Cada uno de ellos, Leah, Tom, Peg, Sasha, Jenny, Nera y Stuart, se enfrenta a una crisis existencial y tiene que tomar decisiones trascendentales respecto a su futuro.

Esta serie antológica de ciencia-ficción relata historias independientes, pero de algún modo entrelazadas entre sí, en las que se explora el significado más profundo de la soledad y la conexión humana, además de indagar en un posible futuro en el que la relevancia de la tecnología estará a la orden del día y nos permitirá realizar verdaderas proezas: desde viajar en el tiempo hasta recolectar nuestras memorias.

Dada la propia naturaleza de Solos, hay que decir que cada episodio tiene un tratamiento visual y un ritmo completamente distintos. Ha sido creada por David Weil, responsable de la también serie de Prime Video Hunters, y es él además quien los dirige junto a Melina Matsoukas y Sam Taylor-Johnson.

¿Cómo hacer que se muevan las historias? Sencillo y complejo a la vez, no hay dos casos iguales. En algunas ocasiones hay breves diálogos con inteligencias artificiales, monólogos en voz alta o incluso interacción con clones o versiones alternativas de otras líneas temporales pero, por decirlo de algún modo, cada personaje es único e irrepetible de modo tal que queda constancia del interés de los guiones por reafirmar lo únicos que somos los seres humanos en cada momento de nuestra existencia.

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Una de las grandes bazas de Solos es la de contar con un reparto estelar en el que destacan nombres como Helen Mirren, Anne Hathaway, Morgan Freeman, Dan Stevens o Anthonie Mackie.

A ellos se unen intérpretes algo menos conocidos como Uzo Aduba (Fargo), Nicole Beharie (Black Mirror), Gordon Winarick (Hunters) y Constance Wu (Estafadoras de Wall Street). Pero que no os ciegue este dato, porque la implicación del reparto es brutal sin importar el caché del elenco. 

Sí que hay que señalar que es una serie algo irregular: mientras que "Leah", "Peg", "Tom" y "Stuart" son los episodios que más potencial tienen para impactar en la audiencia, "Sasha", "Jenny" y "Nera" resultan más plomizos. No tanto por la realización en sí, porque de hecho cada historia podría verse como una película-cortometraje independiente y solvente en todo lo relativo a efectos especiales/foto/diseño de producción, etc., sino por la forma en la que el guión fuerza algunas situaciones "obligándonos" a escuchar a personajes con verborrea y consiguiendo que incluso a pesar de la duración que oscila entre los 20 y los 30 minutos, haya episodios que se hacen largos.

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Quienes esperen estar ante un nuevo Black Mirror, por aquello de unir drama y ciencia-ficción gracias a esos toques futuristas que tiene la serie, pueden sentirse decepcionados. A Solos le falta mucha mala baba para convertirse en heredera de aquella serie y, de hecho, no tiene su visión apocalíptica de la tecnología. Aquí es más bien una herramienta que hace que se puedan establecer historias de superación personal, de introspección y de autodescubrimiento: meternos en cualquier caso en la corriente del pensamiento de los personajes y hacernos empatizar con ellos, en la medida en la que nos preguntamos cómo nos sentiríamos en su lugar frente a retos similares. Así que, incluso cuando las historias parecen tener un final triste o inquietante, hay un destello de esperanza, aunque suponga un sacrificio.

En resumidas cuentas, Solos deja con la sensación de que daba para más: de que hay conceptos que habría merecido la pena elaborar con mayor atención puliendo mejor los libretos y de que incluso los engarces en las historias podrían haberse trabajado mejor para entregar un todo más unificado y completo.

Con todo y con ello, nos deja algunas propuestas interesantes para ir pensando, desde ya, cómo nos relacionaremos en el futuro no solo con los demás, sino con nosotros mismos: cómo evolucionará nuestra autoestima, cómo nos enfrentaremos a la culpa, cómo encontraremos atractiva la realidad si los la sirve impostada y a la carta un dispositivo y, sobre todo, qué entenderemos por identidad si podemos replicarnos, donar nuestra memoria o habitar una nube en la que nuestra conciencia se quede perdida. Por todo lo que evoca y las ventanas que abre, Solos merece la pena.