Crítica de El teléfono del señor Harrigan, la nueva adaptación de King ya en Netflix

Va a ser lo primero que señalemos y será lo más importante que leerás en esta crítica: El teléfono del señor Harrigan no es una película de terror, al menos, no una al uso, de las que busca ponerte los pelos de punta sin más, para apuntar al final una solución más o menos satisfactoria a los enigmas que presenta.

Funciona mucho mejor como fábula moral y reflexión sobre la sociedad en la que vivimos, cómo nos relacionamos con la tecnología, qué tipo de puertas estamos dispuestos a abrir y hasta qué punto estamos solos y necesitamos que exista una justicia divina que enderece el mal que hay en el mundo.

Habrá a quien esto le dé mucho más pavor (y con razón) que cualquier slasher o peli de zombis al uso, pero lo cierto es que la película escrita y dirigida por John Lee Hancock en base a un relato del prolífico y recurrente Stephen King, opta no solo por un tono sosegado, sino por un drama bien alambicado en el que hay referencias a la pérdida, a la integridad y una cultura que se está perdiendo.

El teléfono del señor Harrigan nos presenta a Craig, un niño que pierde a su madre y queda a cargo de su padre, destrozado por la ausencia de su esposa. El señor Harrigan, un multimillonario ostracista que vive en una mansión ficha al muchacho para que lea en voz alta para él algunas de las grandes obras de la literatura universal.

Poco a poco se gesta entre ellos una relación de amistad que hace que Craig se sienta en deuda con él de modo que cuando le toca un pequeño pellizco en un "rasca y gana" decide comprarse un iPhone y comprarle otro a su mentor.

Un iPhone, libros y una amistad complicada: Stephen King regresa a Netflix con El teléfono del señor Harrigan

Aunque al principio se muestra muy reticente a usarlo, Harrigan descubre todo lo que se puede hacer desde un smartphone y se siente tan abrumado como sorprendido: ya en ese momento, en 2008, se da cuenta del peligro de consumir información no contrastada de forma gratuita y comparte sus miedos con Craig. 

Cuando Harrigan fallece, el muchacho decide dejarle el móvil dentro del ataúd, pero pronto se arrepentirá de haberlo hecho dado que comienza a recibir mensajes fechados después de su muerte. Craig trata entonces de deshacerse del terminal, pero le puede el sentimentalismo y lo esconde en un rincón de su armario... hasta que no puede evitar volver a tenerlo entre las manos.

Cuando lo que te pone los pelos de punta no son los sustos, sino las reflexiones

Estamos bastante fritos de ver películas que solo buscan elevarnos las pulsaciones con gritos, entidades paranormales más o menos definidas y golpes de efecto. No es costumbre ya hacernos pensar en las paradógicas y cínicas observaciones de Oscar Wilde o en los miedos propios y atávicos que arrastramos como especie: ¿qué hay después de la muerte? ¿Existen los fantasmas? ¿Son vengativos?

En esta película, lo que se desarrolla es esta segunda vertiente del terror, menos pendiente de las vísceras y las muecas y más anclada a la intimidad de las almas sensibles al dolor ajeno. El teléfono del señor Harrigan busca empatizar con el espectador por la vía del drama y que lo sobrenatural irrumpa en lo cotidiano para que nos paremos a pensar qué haríamos en los zapatos del protagonista.

En verdad esto puede resultar frustrante para quien buscara un nuevo It (Eso)al calor de las observaciones de actor Jaeden Martell, que ha llegado a comparar al villano de esta película con Pennywise (también dio vida a Bill Denbrough en la reciente versión cinematográfica de It, de ahí la comparativa). 

Esta observación puede resultar algo engañosa porque el personaje que construye Donald Sutherland es un malvado pero también un aliado, una persona que inspira temor por el poder que detenta, pero también una fascinación inherente a su sabiduría y clarividencia. Por sí mismo y por su idiosincrasia representa el fin de una era.

Larga vida al actor, por cierto, cuya mera presencia llena la pantalla en cada aparición y al que da verdadero desasosiego ver en un ataúd, aunque sea claro está, por exigencias del guión.

No llames si no quieres obtener una respuesta

Tampoco podemos dejar de señalar cómo toda la historia está concebida para mostrar el canto del cisne de la cultura tal y como la conocimos en el siglo XX. En un mundo en el que con un solo click se puede tener (casi) cualquier cosa a tu entera disposición, ¿dónde encajan los clásicos? ¿Hay espacio para la reflexión? ¿Somos capaces de interaccionar sin una pantalla de por medio?

En fin, solo podemos invitaros a descubrir la película con la mente libre de prejuicios. Puede que os sorprenda todo lo que va a removeros por dentro sin tirar de tópicos facilones y echando mano de un terror tecnológico que tiene solo algún elemento en común con Black Phone pero que definitivamente también da muy mal rollo.