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Crítica del thriller dramático Cuando los ángeles duermen

Cuando los ángeles duermen
Crítica de Cuando los ángeles duermen, el segundo largometraje dirigido por Gonzalo Bendala y protagonizado por Julián Villagrán, Marian Álvarez y Ester Expósito. En cines a partir del 7 de septiembre.

Cuando los ángeles duermen es una película con una premisa sencilla que busca generar una gran inquietud en el espectador: arranca in media res (es decir, en mitad de la acción) con nuestro protagonista ensangrentado y corriendo por un descampado para a continuación dar marcha atrás en el tiempo y presentarnos a un padre de familia con exceso de trabajo. ¿Cómo ha podido llegar a esa situación? La estructura narrativa, por tanto, tiene un primer adelanto con el que se busca generar interés en el espectador hasta llegar a ese punto.

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El protagonista de este thriller dramático es Germán, un hombre saturado que no consigue salir a tiempo de una reunión para llegar al cumpleaños de su hija. A pesar de ser una buena persona y un diligente trabajador, sus compañeros lo ningunean y su esposa monta en cólera por su ausencia recriminándole que ni siquiera le haya comprado un regalo a su hija. De regreso a su casa, acusa un cansancio inusual que le hace dar una fatídica cabezada y, en consecuencia, a tener un accidente en carretera. De esta forma, su destino se cruza con el de dos adolescentes que han salido de marcha en una noche que se materializará como la peor de sus pesadillas.

En una película de estas características que se vale de contadas localizaciones y un reducido número de intérpretes, nada puede fallar para garantizar la verosimilitud de lo narrado y ahí es donde la película yerra: ni la debutante Ester Expósito ni el propio protagonista, Julián Villagrán, que son las dos personas a las que más tiempo vemos en pantalla, están a la altura de sus papeles: no es creíble ni la deriva de su relación ni su propia evolución personal. Cierto es que todo parte de un guión que no se sostiene y que les hace tomar decisiones absurdas hasta llevarnos a presenciar una persecución sin pies ni cabeza, pero también a ellos "les falta verdad".

Otro de los gravísimos problemas de Cuando los ángeles duermen es la ruptura de los códigos espacio-temporales. Es fácil que el espectador se sienta engañado viendo cómo gran parte de lo que ve en pantalla no alcanza una resolución satisfactoria. Hay varios intentos de justificar un montaje paralelo que en modo alguno "cuadran" en horario además de importantes problemas de iluminación en la parte final que hacen que la cronología sea incongruente. A pesar de que como espectadores intentemos adoptar un punto de vista pasivo, concediendo a la ficción todos estos elementos el carácter de válidos por pura cortesía, y aceptándolos como concesiones narrativas, la lógica refuta la resolución en la que solo parece haberse tenido en cuenta el fin de alcanzar un impactante desenlace.

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A pesar de todo lo expuesto, sí que es cierto que el tramo inicial, antes de que la narrativa trate de "tomarnos el pelo", funciona razonablemente bien adoptando un naturalismo interesante que por desgracia se pierde después. La gran desaprovechada es la actriz Marian Álvarez, a la que le exprimen muy poco jugo.

Cuando los ángeles duermen no deja de ser una especie de cuento en el que todo se retuerce para hacernos ver lo peor del ser humano. Lástima que, en su faceta de película de suspense, no consiga su objetivo de ponernos los pelos de punta: de haber desarrollado con mayor contención en nudo argumental, sería muchísimo más contundente y digerible el final y, entonces sí, un escalofrío nos habría recorrido la nuca pensando en qué habrá hecho nuestro angelical vecino la noche anterior o qué haríamos en una situación similar a aquella en la que se encuentra el protagonista. Más aún, quién nos guarda "cuando los ángeles duermen" y por tanto estamos desamparados ya que no pueden protegernos ni siquiera de nosotros mismos.

VALORACIÓN:

Cuando los ángeles duermen parte de una buena idea que no consigue desarrollar con la soltura necesaria como para alcanzar su objetivo de inquietar al espectador: los personajes no son creíbles y sus acciones, ilógicas.

LO MEJOR:

La naturalidad de los actores en los primeros impases de la película y la idea de mostrar la evolución del protagonista, aunque no sea verosímil.

LO PEOR:

La gratuidad de algunos momentos de gran violencia, la ruptura de la coherencia interna de los códigos espacio-temporales, las interpretaciones...
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