Crítica de Los vigilantes, el debut en la dirección de Ishana Shyamalan tras curtirse en Servant

¡Hora de dar el salto al largo! No se puede decir que Ishana Shyamalan haya sido ajena al mundo audiovisual en la medida en que ya trabajó previamente como guionista y directora en la inquietante serie de Apple TV+ Servant y también como responsable de segunda unidad en Tiempo, la película dirigida por su padre, el icónico M. Night Shyamalan.

Ahora, no obstante, lidera su propio equipo como guionista y directora de Los vigilantes, una película de intriga y terror psicológico que busca impactar en el mismo público que las obras de su progenitor contando una historia que fácilmente habría podido caer en su área de interés..

El punto de partida es la novela homónima de A. M. Shine, escritor irlandés amante del terror gótico que se vale siempre del folklore y los paisajes para ambientar sus historias y dotarlas de un contexto casi telúrico y arraigado a lo legendario.

¿De qué trata Los vigilantes?

La película Los vigilantes (The Watchers en versión original), nos presenta a Mina, una joven artista de 28 años que se ve a sí misma varada en un bosque al oeste de Irlanda de camino a realizar un encargo. Es un lugar inquietante, que no aparece en los mapas y que, según parece, no es posible abandonar.

Ni su furgoneta ni el móvil responden, así que no le queda más remedio que internarse en él para encontrar algún tipo de ayuda, pero para su sorpresa lo que encuentra es a una mujer que la urge a entrar en una suerte de cabaña.

Una de las paredes es un espejo que no permite ver qué hay al otro lado pero sí ser espiado y las luces eléctricas se activan al atardecer, cuando las personas encerradas en ese lugar son observadas por criaturas que emergen de la tierra sin que se sepa cuál es su propósito.

Lo peor, claro está, es que el destino de quienes no consiguen llegar a la cabaña a tiempo parece ser terrible, como atestiguan los gritos.

Las normas son claras: no pueden abrir la puerta después del atardecer, deben mantenerse siempre a la luz y no pueden acercarse a las madrigueras de las criaturas. Mina, no obstante, tiene cierta tendencia a desafiar las reglas, lo que pondrá al grupo en más de un aprieto.

Un debut curiosón

Los vigilantes es una ópera prima prometedora en el terreno del terror: cuenta con unos cuantos sustos de aúpa pero no renuncia a contar una historia mucho más compleja, que se diversifica en distintas ramas a medida que se desenreda la trama. 

La más interesante es la que tiene que ver con el viaje de crecimiento personal de la protagonista, que pasa de no poder mirarse al espejo sin despreciarse a aceptarse a sí misma y buscar una redención gracias a lo que experimenta en ese bosque.

Uno de los inconvenientes de la película es el de querer abarcar mucho, algo que señala la ambición de Ishana Shyamalan y se puede interpretar también como cierta voluntad de hacer del apellido familiar un sello autoral reconocible.

Los vigilantes tiene varios desenlaces concatenados que se van complicando con un giro de guión tras otro. Todo queda justificado... quizás, incluso demasiado justificado con toda clase de recursos que hacen del relato un artefacto algo sobrecargado o, en otras palabras, sobreexplicado.

Es patente su pretensión de superar su cualidad de "película de supervivencia extrema en el bosque" para tener un mensaje más trascendente y, sobre todo, no engañar al espectador. Hay sorpresas que pueden resultar más o menos satisfactorias, pero no hay trampas ni trucos. Y, sobre todo, hay que valorar muy positivamente la asunción de riesgos. No es la fotocopia de nada que hayamos visto antes.

A su favor también obra la ambientación y la calidad de las interpretaciones, muy comprometidas con el proyecto, con la siempre interesante Dakota Johnson (Ripley) liderando el reparto que completan Georgina Campbell (Barbarian), Olwen Foueré (Halo) y Oliver Finnegan (Las crónicas del miedo).

En suma, Los vigilantes tiene cosas que contar y lo hace con bastante solvencia. No es una película perfecta, pero desde luego sí proporciona elementos sobre los que reflexionar. ¿Hasta qué punto somos conscientes de nosotros mismos y de nuestra identidad? ¿Cómo nos perfila la mirada de los demás? 

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