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Crítica de Vikings: Valhalla - Así arranca la sangrienta heredera de Vikings

Vikings: Valhalla

Crítica de Vikingos: Valhalla, la serie que se desarrolla cien años después de Vikingos y que explora el final de la era vikinga. Estreno en Netflix el 25 de febrero.

Parece que fue ayer, pero ya han pasado más de dos años desde que nos despedimos para siempre de Vikingoscon el episodio 6x20 titulado "The Last Act". Por aquel entonces quedaba zanjado el destino de los personajes que habían sobrevivido a las guerras, las traiciones y el paso del tiempo en una serie excepcional, absorbente y rompedora a la que dijimos adiós con una lagrimita.

Sin embargo, su creador Michael Hirst, tenía muy claro que lo que tenía entre manos era algo con un gran potencial de explotación, de ahí que incluso antes de que finalizara la emisión, en 2019, se empezara a cocinar Vikingos: Valhalla, la serie que llega ahora a Netflix contando con 24 episodios que, por lo visto, se estrenarán en cuatro temporadas de ocho cada una de ellas.

La primera verá la luz en Netflix el viernes 25 de febrero para presentarnos a un nuevo grupo de personajes, muchos de los cuales están emparentados con los de la serie original. Pero esto os lo contaremos en un reportaje aparte, porque no queremos haceros spoilers, más allá de presentaros la trama principal.

Si Vikingos nos llevó a explorar los territorios a los que esta civilización llegó con sus embarcaciones, desde Groenlandia hasta Canadá, pasando por Normandía e Inglaterra, Vikingos: Valhalla nos va a hablar de su declive no solo por sus enfrentamientos con los enemigos sino por las guerras intestinas de fe, que han sido siempre uno de los núcleos centrales de esta ficción histórica.

Así, las tensiones este los paganos y los conversos al cristianismo serán una de las piedras de toque entre los personajes principales.

¿Cuándo se desarrolla Vikings: Valhalla y a qué personajes sigue? Nos situamos cien años después de los acontecimientos que nos relataron para asistir a la famosa Masacre de San Bricio perpetrada el 13 de noviembre del año 1002 por parte del rey sajón Etelredo II, quien ordenó acabar con todos los daneses en su territorio, que sentía amenazado por su presencia.

Esto desencadenaría que el rey Canuto II de Dinamarca convocara a todos los condes vikingos para tomar represalias y vengar la muerte de los suyos. Un arma de doble filo teniendo en cuenta las tensiones internas provocadas por la penetración del cristianismo que enfrentaban a paganos y fieles conversos a muerte.

En este contexto, un grupo de groenlandeses que busca su propio resarcimiento por una afrenta personal, termina entrando de lleno en el conflicto, por limpiar el honor de su sangre vikinga.

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Lo primero que hay que señalar respecto a Vikings: Valhalla es que, tal y como hizo la "serie madre" Vikings es una ficción histórica muy libre: en gran parte porque quiere llegar a un público generalista con una historia liviana y comprensible, pero también por la propia naturaleza del material que trata, que hace impepinable "rellenar" los huecos con invención pura y dura.

Si Ragnar, Lagertha y algunos de sus hijos eran especialmente difíciles de documentar por la mezcla de verdad y leyenda que los envolvía, los personajes de Valhalla tienen más fuentes de las que beber, pero sigue siendo una versión muy libre y estilizada de los hechos.

Por otra parte, el reparto de la serie original era tremendamente carismático, incluso cuando se impuso el relevo generacional y desaparecieron o se fueron diluyendo los personajes interpretados por Travis Fimmel, George Blagden, Katheryn Winnick, Gustav Skarsgard o Clive Standen y se apostó por un cuerpo actoral renovado, pero muy atractivo y por mover la acción a lugares insospechados.

Vikings: Valhalla tiene que ocuparse de construir una historia que haga a los espectadores empatizar con los nuevos personajes y darles un tiempo para que se familiaricen con ellos y comprendan sus motivaciones. En este sentido, la serie va de menos a más y es a partir del tercer episodio cuando comienza a encarrilarse la historia de una forma más eficiente.

No obstante, no sale de la sombra de Vikings: se echa en falta tanto la fuerza del cuerpo interpretativo de la serie madre como uno de los ingredientes que la sazonaban: la irrupción del mundo espiritual que se colaba de vez en cuando en forma de fantasías, apariciones o interpretaciones místicas de la realidad.

Vikings: Valhalla
Netflix

Por lo demás, cambian los nombres y los campos de batalla, pero se mantienen los mismos conflictos: los derivados de los credos y de las ansias territoriales con el handicap adicional de que nos situamos en un momento de paulatino declive. 

En resumidas cuentas, Vikingos: Valhalla es una serie muy atractiva y cuidada en el plano del diseño de producción, aunque no llega al nivel de su predecesora en el que cada estilismo, cada viaje y cada enfrentamiento tenía una gran resonancia. Incluso su ritmo es más sosegado y su aspecto más convencional.

A la serie le quedan muchas batallas por librar, pero la más dura será contra su origen, al tener que buscar una voz propia sin dejar de darle al espectador lo que espera, que no deja de ser algo similar a lo anterior.

VALORACIÓN:

Las comparaciones son odiosas: es obvio que Valhalla es un hijo menor de Vikings. Eso no implica que no sea disfrutable, pero tiene una menor resonancia de la que tuvo la serie madre, en gran parte por su tono más ligero y sus personajes, menos carismáticos.

LO MEJOR:

A partir del tercer episodio empieza a coger ritmo y a mostrar sus cartas: un diseño de producción apabullante y grandes batallas.

LO PEOR:

El arranque es un poco titubeante al tener que presentar a una nueva batería de protagonistas: una vez que se ubica, encuentra poco a poco el tono.
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77

Bueno

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