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Crítica de Vortex, la cruda y desoladora nueva película de Gaspar Noé

Vortex

Crítica de Vortex, la nueva película del director fracoargentino Gaspar Noé protagonizada por Dario Argento, Françoise Lebrun y Alex Lutz. Estreno el 29 de julio.

¿Hay alguna película de Gaspar Noé que no hable del dolor y la muerte de una u otra forma? Repasando su filmografía, parece evidente que no.

En Vortex pone el dedo en la llaga para señalar uno de los males endémicos de nuestra sociedad: la forma en la que apartamos lo que nos duele y nos molesta (la enfermedad, la decrepitud, el ocaso de la vida) y los escasos recursos con los que contamos para enfrentarnos a la soledad física y emocional que sobreviene tras el fallecimiento de un ser querido.

Tampoco teme señalar de frente el uso de las drogas, ya sean legales o ilegales. Nos parece perfectamente normal atiborrar a pastillas a una persona para aplacarla ante los síntomas de la demencia o sus comportamientos erráticos pero escandaloso que alguien sano y con responsabilidades las eluda haciendo uso de drogas recreativas. 

El caso es que el resultado es el mismo: dos personas vegetales que acuden a sustancias que les merman los sentidos ante la imposibilidad de afrontar su realidad. Y aquí da para abrir un debate mucho más profundo sobre cómo queremos vivir nuestros últimos días, si es que valoramos el hecho de que nuestra vida es, de verdad, nuestra.

En forma de magnífico tríptico con Amor y con El padre, Vortex nos introduce en el hogar de dos ancianos desde que comienza un nuevo día para ellos. Él se sumerge en su escritura, ella sale de casa pero no consigue recordar por qué o con qué finalidad ha salido de ella: deja la puerta abierta y preocupa a su marido que se afana en encontrarla.

Pero él también tiene problemas del corazón, de modo tal que su hijo Stéphane les presentará la única solución a su alcance: llevarlos a una residencia para que puedan hacerse cargo de ellos.

Se podría decir que viven encerrados en un vórtice de recuerdos, de separaciones y reencuentros, enjaulados en fragmentos de sus existencias que se van apagando y que acaso desaparecerán con ellos cuando ya no estén.

 

La película está sembrada de momentos de gran impacto emocional: desde conversaciones familiares hasta frases difícilmente balbuceadas con las que casi hay disculpas por adelantado por seguir viviendo.

Estamos ante una obra muy realista, de tono casi documental, con un reparto pequeño pero magnífico. Vortex está protagonizada por dos grandes personalidades del cine como son Françoise Lebrun y Dario Argento a los que se suma un más que correcto Alex Lutz.

Y como es de imaginar, con Gaspar Noé, tan importante es el "qué" como el "cómo". En esta ocasión se vale del recurso de las pantallas partidas para hacer el seguimiento de los personajes. A veces están muy separados, pero siguen "conectados" del mismo modo que a veces están juntos y aún así podemos apreciar el cambio del punto de vista. 

El potencial narrativo de esta herramienta se explora de múltiples maneras: en ocasiones nos muestra la diferencia entre lo que los personajes dicen y lo que hacen; en otros momentos pone de relieve su inmensa vulnerabilidad y hay situaciones en las que incluso la imagen se descompone aún más mostrando el puzle descompuesto de su personalidad.

Tengamos en cuenta que la demencia es esa enfermedad terrible que se basa precisamente en ese principio: el de diluir quiénes somos, hacernos sentir ataques de pánico ante quienes fueron nuestros seres queridos pero de pronto parecen desconocidos o hacernos llegar al punto de no poder articular palabra.

En suma, Vortex es una película incómoda, arriesgada y de gran impacto, con secuencias de las que no se olvidan y realidades que nos rodean todos los días. Ojalá sirva para que abramos más de dos melones que tenemos pendientes respecto.

Solo el programa de radio que suena al comienzo de la película hablando del proceso de duelo y de la interiorización de la pérdida como primer paso para poder afrontarla de forma saludable ya contiene unas cuantas ideas para enmarcar.

Eso sí, ya os avisamos de que es un visionado muy duro, de los que te dejan machacada la moral: son dos horas y 22 minutos de agonía en la que nada importante se aborda con elipsis: es imposible no meterse en la piel de los personajes. Se agradece la franqueza, pero duele como una daga hirviendo.

VALORACIÓN:

Gaspar Noé sabe de lo que habla y lo hace como siempre: sin titubeos, sin edulcoraciones, de forma casi documental y clavando el bisturí hasta el hueso. Hace pupa pero se agradece la franqueza.

LO MEJOR:

La visión tan realista del declive de la vida y la honestidad con la que se abordan temas como la vejez, la enfermedad o el duelo.

LO PEOR:

Es demoledora a nivel emocional: una de esas películas que te dejan literalmente molido/a.
Hobby

80

Muy bueno

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