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Crítica de Voy a pasármelo bien: chute de buen rollo y algo más que nostalgia a ritmo de Hombres G

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Voy a pasármelo bien

Crítica de Voy a pasármelo bien, el musical a ritmo de Hombres G dirigido por David Serrano (Días de fútbol) que ha llegado a la cartelera española el 12 de agosto.

Este viernes llega a cartelera la comedia familiar del verano: Voy a pasármelo bien. Tiene todos los ingredientes para destacar por encima de otros títulos que vienen arrasando desde su estreno, como es el caso de Padre no hay más que uno 3, porque consigue aunar comedia, musical, drama y retrato costumbrista de nuestra sociedad con gran naturalidad y acierto.

Un paquete completo de emociones que hace de la experiencia de visionado un disfrute descomunal e intergeneracional.

Es decir, que a pesar de centrar buena parte de su atención en nuestro pasado reciente y celebrarlo con sus luces y sus sombras, la historia que cuenta la película es tan universal, que tiene el potencial de seducir tanto a los adultos como al público más joven, aunque ni siquiera conozca al grupo Hombres G.

Voy a pasármelo bien nos narra en dos planos temporales la historia de David y Layla. Se conocen en el 89 cuando arranca el curso de octavo de EGB en su colegio y comparten los mismos gustos musicales, pero David no tiene ni idea de cómo acercarse a ella y se deja guiar por un compañero más mayor y supuestamente experimentado. 

A pesar de estar muy mal asesorado, la pandilla de amigos se afianza cada vez más y David y Layla se vuelven prácticamente inseparables hasta que un viaje trunca su relación.

Tres décadas más tarde, Layla vuelve a Valladolid invitada por el Festival de Cine dado que ha desarrollado una prometedora carrera como directora. Con motivo de su regreso a la ciudad, contacta con David, que revive el tiempo que pasaron juntos siendo niños.

Voy a pasármelo bien
Sony

Valladolid, plató de lujo

Hay muchos aspectos que destacar en la producción de Voy a pasármelo bien pero vamos a empezar hablando de dos en particular: las localizaciones y la forma en la que se aborda el género musical. La película no duda en valerse de bailarines magníficos pero que aparecen de la nada, como simples viandantes que se unen para dar forma a complejas coreografías, a veces muy corales y bien ejecutadas.

Esto nos hace disfrutar por partida doble de los entornos: que la historia tenga lugar en Valladolid tiene sentido, al ser la sede del famoso festival, pero da la sensación además de que todo ese pasado impregna las calles, que han quedado salpicadas de recuerdos.

Es un lugar concreto que luce de fábula en pantalla grande, pero se puede extrapolar a cualquier parte del mundo en la medida en que todos nos hemos enamorado en nuestra más tierna juventud por primera vez y también tenemos "sitios especiales" que nos hacen viajar al pasado para rememorar quiénes fuimos y cuánto amamos (nos correspondieran o no).

Las mirindas, Galerías Preciados, las cintas rebobinadas a golpe de lápiz, los walk-man y las cazadoras vaqueras se apoderan de una película que sabe ir más allá de su depurada dirección artística para atestiguar que la historia tiene corazón.

 

La buena música no pasa de moda

Lo interesante e imperecedero de Voy a pasármelo bien es que no solo se circunscribe a una historia de amor, sino que también desarrolla a más personajes que se mueven alrededor de la pareja principal y todos están muy bien delimitados.

Así, accedemos a subtramas de superación personal, de amistad y de subversión de las normas que le dan un toque muy divertido y gamberrete a la narración. Os puede traer a la cabeza el tono de Érase una vez en Euskadi aunque vaya por derroteros distintos.

Voy a pasármelo bien
Sony

Algo especialmente complicado es que la película se ciña al género musical como eje transversal de la película: las canciones de Hombres G vertebran la estructura de la cinta y añaden capas a la historia. Así que cuando se escucha "Devuélveme a mi chica", "Venezia" o "Suéltate el pelo" está más que justificado.

El casting es de diez: los niños cantan, bailan, interpretan y con todo ello consiguen emocionar y hacer reír al público, que se mete en sus zapatos con tremenda facilidad. Un reto que David Serrano (guionista de El otro lado de la cama) afronta con valentía. La contrapartida adulta casa también de maravilla con los personajes que nos han presentado siendo niños.

El gran pero que se le puede poner a Voy a pasármelo bien no tiene tanto que ver con la ejecución (la dirección de actores es impecable) como con los recursos disponibles para sacar adelante el proyecto: se nota, sobre todo en el rodaje en exteriores, la limitación presupuestaria. Eso sí, llegados a un determinado punto ya estamos tan dentro de la historia, que eso se convierte en un mal menor.

Es una película llena de energía que irradia buena onda y nos lleva a reencontrarnos con quiénes fuimos y por tanto con quiénes somos.

VALORACIÓN:

Muy disfrutable en todos los sentidos: Voy a pasármelo bien os hará levantaros de la butaca con un salto mortal. Emociona, divierte y permite revivir cómo éramos hace unas décadas sin descuidar al público joven, con el que la película también conecta de maravilla gracias a su naturaleza universal.

LO MEJOR:

El equilibrio entre drama y comedia, los jóvenes talentos y la capacidad de la película para hacerte viajar en el tiempo.

LO PEOR:

Prácticamente todos los planos en exteriores están quemados y hay alguna broma un poco reiterativa.
Hobby

80

Muy bueno

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