Crítica de Wendy, una preciosa reinvención de la historia de Peter Pan

Si algo nos dejó claro Benh Zeitlin con su deslumbrante ópera prima Bestias del sur salvaje es que su historia valoraba por encima de todo la libertad, la independencia y el vínculo con la naturaleza de sus personajes. Había en su narración un lirismo especial, derivado de una comunión muy íntima de la música con las imágenes que podía trasladarnos al instante de lo mundano a lo fantástico y viceversa.

Todos esos valores, vuelve a reinvindicarlos en Wendy deconstruyendo y volviendo a armar la historia por todos conocida de Peter Pan (que curiosamente ha tenido otra adaptación reciente en Érase una vez...) y dándole un vuelco al mostrarnos la historia desde otros ojos: los de la protagonista femenina Wendy.

Siendo bien pequeña, ve cómo su vecino se sube a un tren de destino incierto, al que le invita un misterioso niño. Con el paso de los años, Wendy fantasea con la idea de unirse a ellos y vivir grandes aventuras.

Una noche, cuando sus hermanos gemelos Doug y James duermen, oye el tren y los despierta a toda prisa para unirse al convoy alcanzando uno de los últimos vagones. Justo a tiempo para conocer a Peter, un niño que se resiste a crecer y que les conduce a la Isla de Nunca Jamás junto a otros compañeros de aventuras: los Niños Perdidos.

A pesar de que a su llegada viven una juerga constante jugando, saltando, nadando y bailando a todas horas, pronto descubrirán que el peligro es inherente a la vida y que, a pesar de que una fantástica presencia llamada Madre les protege, no están exentos de sentir emociones que pueden arruinar su carpe diem.

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Conmovedora e hipnotizante, esta historia intenta descifrar el arcano de la infancia. La forma en la que los niños tienden a vivir la vida como si no hubiera un mañana, sin pensar demasiado, sin detenerse a anticipar las consecuencias de sus actos, desatados y con consciencia plena en el "aquí" y el "ahora". Los niños son potencia pura: tienen la ductilidad y la confianza para llegar a ser lo que deseen. 

Es la tristeza, la preocupación y, por encima de todo lo anterior la pérdida y el miedo a la muerte (en otras palabras, ser conscientes de su finitud y por tanto anticiparse al futuro) la que les hace no solo crecer hasta ser adultos, sino convertirse en ancianos de ceño fruncido y mal humor, incapaces de recurrir a la imaginación para fantasear y aliviar el peso de la realidad en la quedan atrapados sin remedio.

Ojo a la banda sonora de la que quizás se abusa en algunos momentos al final pero que es imposible quitarse de la cabeza, compuesta por el guionista y director junto a Dan Romer (Skin).

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Wendy - Galería de imágenes (10 imágenes)

De nuevo, como ya ocurriera en su anterior película, el casting de Wendy es asombroso. Máxime teniendo en cuenta que el 80% de la película la sostienen niños que se ponen por primera vez frente a la cámara. La debutante Devin France no solo es de una fotogenia abrumadora sino que transmite las emociones de su personaje de forma instantánea. Algo similar sucede con Gage y Gavin Naquin. Por su parte, Yashua Mack representa a la perfección su pícaro rol ejerciendo su liderazgo con destreza. Da la sensación de que el rodaje ha sido en gran parte un juego en el que ellos han podido desarrollar su fresca premisa descubriendo nuevos lugares, nuevas sensaciones y por tanto, mostrando así una sensación arrolladora de libertad y de necesidad de regresar a la naturaleza en un reducto de paz al margen de los caminos predestinados a los que les aboca el nacer donde lo han hecho.

Solo los espíritus disconformes, los sedientos de veras de seguir experimentando la sensación de asombrarse, pueden alcanzar el tren nocturno que lleva a un reino inagotable de maravillas. El concepto de Wendy es muy panteísta y también tiene un trasfondo ecologista muy marcado con ciertas metáforas materno-filiales a gran escala que apuntan también a nuestra madurez como especie aniquiladora, capaz de arrasar hasta con aquello que nos ampara. Verla es una experiencia que os hará soñar con alcanzar ese tren nocturno, que es como subirse a lomos de un dragón para alcanzar el infinito... Si es que no os habéis hecho ya demasiado viejos para soñar.