Election: la noche de las bestias - Crítica de La purga 3
James DeMonaco ha vuelto a las andadas para traernos una tercera entrega de la saga de La purga y pasa con nota a la hora de entretener y a la vez hacer pensar al público gracias a esa distopía espeluznante que, habida cuenta de la situación política actual, no parece tan descabellada. Al fin y al cabo, si Trump tiene al alcance de la mano liderar los Estados Unidos... Parece que las líneas entre la realidad y la ficción son cada vez más difusas.
Añade a la receta de Election: la noche de las bestias (The Purge: Election Year) algunas ideas interesantes como la del turismo criminal, la salidas de las urnas o la de la resistencia activa encabezada por un personaje que hace de la máxima "ojo por ojo" su bandera.
Entre los grandísimos aciertos: el casting de la película, encabezado de nuevo por un Frank Grillo al que le sienta su papel como anillo al dedo. Si recordáis La purga: Anarchy, ya conoceréis al personaje, el exsargento de la policía Leo Barnes, que, dos años después de los hechos que nos narraron entonces, dirige el equipo de seguridad que se encarga de proteger a la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), una candidata a la Presidencia que reivindica la supresión de La Purga anual.
En esta ocasión se ven mejor que nunca los engranajes que llevan a los Nuevos Padres Fundadores de América (NFFA) a promover dicha práctica que consiste en que una noche al año, cualquier actividad criminal, incluso el asesinato, sean impunes. Y por su puesto son los intereses económicos los que priman sobre otras consideraciones: los seguros se disparan, la asociación del rifle se enriquece y por ende, la élite también.
El sistema además se encarga de masacrar a las clases bajas y a los dependientes librando al Estado y a las instituciones de su carga (asistencia médica, pensiones, servicios sociales, etc.).
En Election: la noche de las bestias Roan quiere predicar con el ejemplo permaneciendo en su hogar durante la noche de la purga, pero es traicionada y queda en manos de Barnes con el que solo tiene dos alternativas: mantenerse con vida hasta el amanecer para competir en las urnas o morir a manos de quienes quieren impedirlo.
En su mayor parte la película se desarrolla como una historia de supervivencia salpicada de teatrales secuencias en las que la locura se adueña de las calles y, de la forma más carnavalesca posible, se agrede y ejecuta sin piedad.
Tenemos cuerpos colgados con un verdugo bailando a su alrededor, un forzudo bañado en sangre que dice estar a las puertas del infierno, un baile de máscaras iconoclastas con la perversión de los grandes símbolos de la nación como presidentes de los Estados Unidos, la estatua de la libertad o el propio monumento Lincoln mancillado con sangre y cadáveres ardiendo.
La puesta en escena de Election: la noche de las bestias, es tremendamente teatral buscando el impacto en el espectador y la sensación de indefensión que tiene la propia senadora cada vez que pisa la calle. Como en su mayor parte la acción transcurre durante las 12 horas de desahucio institucional y anarquía homicida, abundan las luces artificiales, los tonos neón y hay una búsqueda visual constante de imágenes demoledoras y contradictorias como esa máscara que irradia luz o aquella otra en la que podemos leer "Kiss Me" con dientes de sierra.
En su conjunto, la película funciona muy bien a pesar de su marcado maniqueísmo y la representación de los colectivos étnicos foráneos como los buenos y la adhesión ideológica de los Nuevos Padres Fundadores a grupos neonazis y de supremacistas blancos.
El guión tampoco esquiva el humor y, sí, en ocasiones frases como "en Juárez todos los días era la purga" o "ha vuelto la Pequeña Muerte" te sacarán una carcajada pero... lo peor es que la dosis de violencia explícita alcanza el nivel de festín y queda el mal sabor de boca de pensar que sí, purgamos nuestros peores miedos viendo una película en la que nos los muestran. Así somos... Y así nos lo hacen saber en Election: la noche de las bestias.
VALORACIÓN:
La saga de La purga completa su trilogía con un nuevo episodio cargado de pesadillas carnavalescas que no te dejarán indiferente.LO MEJOR:
Frank Grillo, el retorcimiento iconoclasta y la cuidada puesta en escena de las estampas esperpénticas en las que se sostiene el thriller.LO PEOR:
Algunas secuencias rozan lo risible y el tratamiento de los personajes es claramente maniqueo.70
BuenoDescubre más sobre Raquel Hernández Luján, autor/a de este artículo.
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