Recordamos el origen de los porg en Star Wars episodio VIII: Los últimos Jedi, y su necesidad para no trastocar la producción de la película.
Cuando Star Wars episodio VIII: Los últimos Jedi inició su campaña de promoción, no tardamos en descubrir a los esponjosos, tiernos y, según Chewbacca, deliciosos porgs.
La llegada de una nueva criatura a Star Wars con toda la pinta de ir a ser "alivio cómico innecesario" hizo que parte del fandom recordase el efecto que Jar Jar Binks tuvo en Star Wars episodio I: La amenaza fantasma.
El gungan se convirtió en el blanco de la ira de muchos fans, que descargaron su odio de manera irracional incluso contra el actor que lo interpretó: Ahmed Best.
Sin entrar en juicios de valor, existe una importante diferencia entre Jar Jar y los porg, y es que estos últimos llegaron a Star Wars como una necesidad para no enfangar la producción de la película de Rian Johnson.
Esta anécdota de la producción de Los últimos Jedi es conocida por buena parte del fandom, así que es muy probable que ya sepáis de qué vamos a hablar.
Rememoramos la entrevista recogida en la web oficial de Star Wars con Jake Lunt Davies, responsable principal de la creación de los porgs tal y como los conocemos en Star Wars.
Cuando Rian Johnson regresó de su viaje para ver la localización de la isla Skellig Michael, donde se filmarían las escenas de Ahch-To, descubrió que gran parte de la isla estaba superpoblada por frailecillos (fratercula).
Andar echando a los animales del plano durante el rodaje era una pesadilla que demoraría todo el proceso de producción, y eliminarlos digitalmente sería un proceso costoso que encarecería, más aún, la película.
La solución de Davies fue crear a estas simpáticas criaturas que muchos pensaban que serían más cargantes, pero que finalmente quedaron eclipsadas por otras polémicas generadas por la divisiva película de Star Wars de Rian Johnson.
¿Conocíais la historia de cómo los frailecillos dieron pie a la llegada de los porgs al universo de Star Wars?
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