Para hacer Gladiator II, Ridley Scott ha tenido que sacrificar la atmósfera del final de la primera película

Salvo que conozcas la historia real de Roma y sepas de sobra que la muerte de Cómodo no fue ninguna fiesta en Roma, sino que en menos de un año hubo cinco emperadores, el final de Gladiator tiene un aura de esperanza pese a los trágicos acontecimientos.

La muerte de Cómodo y Máximo Décimo Meridio en la película de 2000 de Ridley Scott tiene grandes dosis de ficción. El emperador interpretado por Joaquin Phoenix muere en el 192, sí, pero ninguna república surgió de su asesinato, sino una guerra civil.

Pero Gladiator habla tanto de los vientos de la república que, si nos ceñimos a su aspecto ficticio, casi anhelamos que sea lo que sucede tras la desaparición del tirano.

El problema es que Ridley Scott ha sacrificado esa atmósfera al ambientar Gladiator II solo 15 años después de la película original, sirviéndose de otro emperador que no era todo paz y amor, precisamente: Caracalla (Joseph Quinn).

La secuela de Gladiator tiene un precio: la "paz" de Roma

Al no tener Gladiator secuela y tener tantos matices de ficción, el público podía esperar la restauración de la República Romana. Al darle una continuación a Lucio Vero, aparece el rigor histórico y, en cierta medida, se "estropea" el final que hemos tenido durante 24 años.

Del mismo modo que Cómodo, Caracalla era otro regalito: tras morir su padre, Séptimo Severo, gobernó Roma junto a su hermano, Geta. Bueno, lo poco que duró, pues Caracalla no tardó en ordenar su asesinato. Así se las gastaba.

Roma no fue el remanso de paz que el público de Gladiator podría esperar, lo que acentúa una pregunta que siempre surgía cuando se hablaba de una secuela: ¿Realmente necesita Gladiator una segunda película?

Aunque tardó en salir adelante, Ridley Scott estimo que sí, y Gladiator II llegará a los cines el próximo 22 de noviembre para determinar, de nuevo, el futuro de Roma.