El Grand Prix vuelve a TVE, aunque adaptado a las demandas del movimiento animalista

Casi cada año, los rumores de que el Grand Prix del verano, el mítico programa de Televisión Española, y posteriormente de la FORTA (Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos), comenzaban a sonar por estas fechas para elevar el hype de los más nostálgicos, pero luego nada.

Sin embargo, este año ya se ha confirmado que el Grand Prix del verano estará de regreso en la televisión nacional con el nuevo acuerdo alcanzado por RTVE y Europroducciones.

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Presentado durante una década por Ramón García y posteriormente por Bertin Osborne, el Grand Prix del verano era una de las citas clásicas de las noches estivales para muchos españoles.

Dos pueblos, cada uno con un padrino o madrina, se enfrentaban entre sí en hilarantes pruebas que desafiaban las aptitudes de sus ciudadanos. Desde la cucaña a los troncos locos o la patata caliente, cada prueba determinaba los puntos con los que cada pueblo quedaría en la clasificación final.

Clásicas también eran las pruebas en las que el Grand Prix del verano tenía otro invitado muy especial, una vaquilla que hacía sudar la gota gorda a los concursantes.

El Grand Prix del verano vuelve, la vaquilla no

Si bien Televisión Española trae de regreso el mítico programa veraniego, ya se ha anticipado que el formato del Grand Prix del verano no será completamente igual al que conocemos.

Entre las adaptaciones a los tiempos actuales, destaca la ausencia de una vaquilla real en el programa, que será reemplazada por alguna suerte de ingenio mecánico para cumplir con las demandas animalistas actuales. 

Aún no se ha revelado quién se encargará de presentar la nueva edición del Grand Prix del verano. Ramón García destacó con Ibai Llanos su interés en traer de regreso el programa, pero está por ver si en RTVE quieren contar con él.

Aunque con aire renovado, el regreso del Grand Prix del verano a la televisión nacional es un soplo de nostalgia para llevarnos de regreso a aquellos años en los que, para muchos, la mayor preocupación veraniega era acordarnos de la hora a la que había que volver a casa para ver a Ramontxu.