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25 años de E3 en el 30 aniversario de Hobby Consolas: la feria de... ¿tus sueños?

E3 2005 Alberto Lloret

Para cualquiera que haya vivido y sentido el mundo de los videojuegos desde mediados de los 90, el E3 ha sido siempre el gran show de esta industria. Una espectacular ventana al futuro a la que, quien más y quien menos, todo el mundo ha querido asomarse en primera persona. Yo tuve la suerte de hacerlo en 2005... ¿o más bien de sufrirlo?

Seguimos celebrando #HobbyCumple30, y dada la proximidad del E3, esta vez distintas voces de la redacción de Hobby Consolas recordamos nuestro paso por la gran feria de Los Ángeles. La semana pasada fue David Martinez quien contó 50 de sus mejores recuerdos de la feria. En mi caso concreto, creo que soy de los que menos veces ha estado en la feria, una para ser exactos, y fue por una razón: tras regresar del E3 de 2005 tenía claro que no quería volver, al menos por trabajo.

Soy de los que piensa que, normalmente, tendemos a una visión romántica de las cosas, a idealizarlo todo. Y la feria E3 no es menos. Sí, están todos los juegos que esperamos como agua de mayo, y "en el antiguo mundo" muchos de ellos se podían probar; en muchos casos tienes acceso a los equipos y personas que los crean, y conversar con ellos es un verdadero lujo; además, todo transcurre en un marco sin igual, con unos stands espectaculares en los que las principales compañías echan el resto.

Hay hueco para el retro, los indie, los periféricos y el hardware de terceros... Por decirlo mal y pronto, la feria E3 es, como rezaban los DVDs de Hobby Consolas, "el futuro de los videojuegos", el sueño de cualquier jugador hecho realidad... Un microcosmos donde se aglutinan en un "reducido espacio" todas las novedades que están por venir, meses antes de que nos exploten en la cara cual Big Bang. 

La de 2005 fue una edición muy especial: fue la primera vez que se mostró PS3 con su mando boomerang y tipografía Spider-Man (que lo estaba petando desde 2002), la demo técnica de cómo se vería un remake de Final Fantasy VII completamente 3D (podéis rememorarlo debajo de estas líneas), el polémico trailer de Killzone 2 (que si era CG, que si era tiempo real...). Fue un año bastante bueno en general, con algunos eventos previos a la propia feria que fueron muy espectaculares.

Como digo, visto desde fuera, el E3 es el paraíso para cualquiera que ame los videojuegos, yo incluido. Y lo flipé muy fuerte. Pero entonces, ¿dónde está el problema, tío vinagre? ¿por qué no regresar? Pues simple y llanamente porque cubrirlo por trabajo es uno de los peores infiernos que he vivido a título personal. Y ha habido unos cuantos, desde 23 horas de viaje a Japón, y perdón por la expresión, con una cagalera de la muerte a conectar varios viajes seguidos en 1999, cada uno con su propio jet-lag que se solapaba al anterior.

Pero el infierno del E3, fue distinto... fue mi "Vietnam" particular (vale, me he pasado cinco pueblos, no fue para tanto). Primero, porque sales de Madrid rumbo a L.A. con una agenda que ni la de un ministro en su mes más ajetreado, si es que en algún momento lo tienen. No tienes ni un hueco libre casi desde que pones el pie en el continente americano, y eso ya no es una exageración.

E3 2005

Algunas citas hacen más ilusión que otras, como tener un hueco para entrevistar a Hideo Kojima (sorprendentemente cercano en 2005), probar por primera vez Nintendo DS (con Nintendogs como punta de lanza), la presentación sorpresa de Game Boy Micro o Nintendo Revolution (cuando ni siquiera tenía todavía el nombre de Wii) con Zelda Twilight Princess, o Xbox mostrando por primera vez Gears of War, The Elder Scrolls IV Oblivion... No fue poca broma.

Pero todas estas maravillas traen de la mano el primer "palo" y la consiguiente bajada a tierra firme: mientras te mueves por los pasillos del E3 ves decenas de cosas que te mueres por probar... pero no puedes porque vas con hora a todas partes, y lo normal es tener nada de tiempo libre, o muy poco. Es como preparar un día en un parque de atracciones y no poder montarte en nada de lo que te gustaría.

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De verdad, es tal la cantidad de cosas que hay para ver, tocar y hacer que resulta prácticamente inabarcable para una persona sola. En 2005 fuimos dos personas de la editorial, y aún así era complicado llegar a todo. Por entonces era un evento profesional, sin entrada abierta al público, pero lo cierto es que veías gente no era de prensa, ni de las compañías, lo que dificultaba un poco más nuestra labor.

Segundo palo: moverse de una cita a otra en el E3 muy a menudo conlleva cambiar de pabellón, y las distancias pueden ser considerables... por lo que no faltan las prisas y, en ocasiones, las carreras. A mi me chifla andar... pero hacerlo por moqueta es harina de otro costal. Por hacer un símil bastante zafio, es como si te movieras por arenas movedizas, que poco a poco te van agotando y mermando hasta que sucumbes (lo notas cuando te sientas al terminar la jornada y no sientes los pies).

E3 2005 Kazunori Yamauchi

Tercer palo: acabas tan agotado, que como cometas el error de tumbarte a descansar un rato antes de salir a cenar, corres el riesgo de que acabe convirtiéndose en la famosa siesta pegatina y no te vuelvas a levantar. Recuerdo que teníamos la pulsera para ir al, por entonces, clásico concierto de Sony durante el E3. Juraría que en 2005 tocaban los Black Eyed Peas (antes de empezar a hacer cosas raras)... y adivinad quien se lo perdió porque abrió el ojo a las 3 de la mañana. El jet-lag tampoco ayuda. 

Cuarto palo: no hace falta ser Stephen Hawking para deducir que, estando "fuertecito" (como dice Cartman en South Park), comer para mí es un placer. De los tres días que dura la feria E3, los dos primeros no tuve tiempo ni de comer. No fue un intento de purificar mi cuerpo a través del ayuno voluntario, para sentirme mejor conmigo mismo. Es, simplemente, que no tienes tiempo. Y si lo consigues sacar, las colas para comprar cualquier cosa son simplemente interminables.

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O llevas algo preparado antes (que no fue mi caso) o te arriesgas a morir de inanición (que tampoco, hay reservas para aguantar hasta 2030 a base de agua). Sólo pude comer el último día, y fue porque nos invitaron en un stand, que contaba con catering en la parte reservada para prensa. Era rancho puro y duro, pero después de todo el día canino, supo a gloria.

Quinto palo: "anda, si hay una zona retro petada de maquinitas y cosas que ni van a llegar a mi país y que tampoco voy a poder oler porque no llego a la siguiente cita". Es a partir de ahí, cuando ya te has repetido ese mantra varias veces, cuando reconoces que no vas a poder ver ni disfrutar la feria como te gustaría, cuando ya bajas la guardia e intentas encajar los golpes que quedan como mejor puedas.

Puede sonar amargo, pero no es ni mucho menos la intención: cuando todo vuelva a la normalidad, me encantaría volver a la feria... pero por mi cuenta. Para que fuera "la feria de mis sueños" me cogería una semana de vacaciones y la visitaría a mi bola. Sin citas, sin prisas, dedicando el tiempo que quiera a lo que me apetezca ver y probar y disfrutarla de otra manera muy distinta.

Aunque fuera sin tener acceso a demos exclusivas o gente que entrevistas. Porque sólo con lo que hay en los stands y pasillos, hay para gozar a lo grande. Para ir para trabajar, aun con todo lo que mola, supone renunciar a una parte muy importante del "disfrute" de la feria.

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Etiquetas: E3, HobbyCumple30