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La preservación del videojuego como bien cultural

La Biblioteca Naciona de España. Sede Recoletos

Al hilo del revuelo montado con los dimes y diretes del cierre de las tiendas digitales de PS3, PS Vita y PSP no he podido evitar pensar en lo incongruente que es a veces la industria del videojuego. Usuarios incluidos. 

Mientras la gran mayoría de los actores que participan en la industria del videojuego tratan de demostrar su enorme valor como creadora de cultura, herramienta de aprendizaje y factor de socialización, a veces surgen noticias como esta que me hacen dudar de si la propia industria del videojuego se considera industria cultural o no. Si lo de defender la “cultura del videojuego” es más de boquilla. Entiendo que no, pero me hacen dudar… 

Cerrar cualquier tienda digital provoca que el acceso a cientos de juegos se vea coartado o que, directamente, sea imposible, lo que pone en duda su posible preservación. Al ser obras corales, de muchos artistas, en las que además participan desarrolladoras y editoras que cambian de manos o desaparecen, no es fácil saber quién es el responsable de conservar ese videojuego… Si es que alguien lo hace. Que no es primer caso en el que, unos por otros, la casa se queda sin barrer y el código de los juegos se pierde… ¿Así se trata a un producto cultural?

Crash Bandicoot

Los juegos digitales no tienen más refugio que su correspondiente tienda digital y si se cierra... Pues mal apaño. Y para los jugadores que quieran recuperar alguno de esos juegos, peor. Es verdad que a la inmensa mayoría de los usuarios (no olvidemos que casi el 40% de la población mundial juega a videojuegos) les da igual. Que pocos van a seguir rebuscando entre las joyas ocultas en la tienda de PS Vita y que, probablemente, haya menos aún que sigan tirando de PSP. Pero si se defiende el videojuego como cultura no se deberían poner cortapisas a su acceso.

Sony ha dado marcha atrás en su decisión de cerrar las tiendas de PS3 y PS Vita (no así a la de PSP) y me alegro mucho. Me alegro especialmente por PS Vita, una consola muy maltratada, por unos y por otros, pero rebosante de calidad y posibilidades y, aunque parezca mentira, para la que aún se lanzan juegos… en digital. 

PS Vita

De todos modos, el mensaje que se ha lanzando con esa noticia (y con el cierre anterior de las tiendas de DS y Wii) es que lo digital es efímero, que tiene fecha de caducidad y que, pasados los años correspondientes, el acceso a lo que has comprado en digital va a estar limitado de un modo u otro. Un mensaje que va en contra de la corriente generalizada: las editoras prefieren vender en digital (menos lío, más barato, sin transportes ni roturas de stocks...) y a los usuarios les gusta más comprar en digital

Vale, puede que tú, que estás leyendo esto, seas embajador del formato físico, pero la tendencia está ahí: cada vez se vende más en digital, se calcula que un 10% más cada año. De hecho, es uno de los motivos esgrimidos por Activision para cerrar oficinas por toda Europa. Además, los confinamientos de 2020 han servido para acelerar esa tendencia. Es tan cómodo darle al botón y tener el juego listo, sin pasarte por una tienda ni nada… Te acostumbras rápido, y no tener que cambiar ni discos ni cartuchos para jugar es comodísimo. 

Según el informe anual de AEVI, la facturación en digital en nuestro país casi alcanzó ya a la facturación en físico en 2019
Según el informe anual de AEVI, la facturación en digital en nuestro país casi alcanzó ya a la facturación en físico en 2019

En el mundo del PC casi todo se compra ya en digital y las consolas llevan el mismo camino. Y no tiene porqué ser malo, es una evolución, con sus ventajas e inconvenientes. De hecho, comprar un juego físico hoy día no te garantiza poder jugarlo dentro de 10 años. Al menos, jugarlo en condiciones: te van a faltar los parches de Día 1, las actualizaciones, las correcciones de bugs, los ajustes de jugabilidad… Es lo que tiene que el videojuego sea una “industria” cultural. Como todas las industrias culturales, son cultura, pero también negocio. Y el negocio es lo que hace que sigan existiendo. 

Muchos, muchísimos usuarios siguen considerando al videojuego como un entretenimiento de usar y tirar. No se plantean si es cultura, si es arte ni buscan connotaciones filosóficas más allá de habérselo pasado bien o mal. Consumen y a otra cosa. Como hago yo con las series, ahora que tengo acceso a un mundo casi ilimitado de contenidos audiovisuales: acabo de ponerme una y no me había dado cuenta de que ya la había visto hasta el episodio 3. Ese caso le hice. Con películas, ni os cuento…

Sin embargo, que el usuario considere o no que el videojuego es cultura, no implica que lo sea o deje de serlo. Los videojuegos son cultura, independientemente de lo que piense el jugador (la música es cultura y mejor me callo lo que pienso del reggaetón) y como tal hay que defenderlos. Lo que me choca es que los más interesados en que así se reconozcan (una excelente manera de eliminar prejuicios) pongan en marcha iniciativas destinadas a ningunearlos. 

Me choca que la Biblioteca Nacional esté inmersa en el proceso de recuperación del videojuego español (quieren incluso que se pueda disfrutar de los juegos en su plataformas original), mientras otros cierran (o piensan en cerrar) el último reducto de muchos videojuegos. 

Museo dela Biblioteca Nacional
Museo dela Biblioteca Nacional

Supongo que ese el precio de la juventud. Los videojuegos son jóvenes, muy jóvenes comprados con otras industrias culturales y supongo que hacerse a la idea de que lo que tienes entre manos es algo más que pasar una tarde entretenida es un proceso que lleva su tiempo. No se conservan todos los poemas, las novelas, las canciones, las pinturas y los edificios pergeñadas por todos los artistas de todos los tiempos. Y ser a la vez industria y cultura tampoco debe ser fácil… La clave está en encontrar el equilibrio. 

Que se entregara el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a Miyamoto en 2012 hizo mucho por la imagen del videojuego en nuestro país
Que se entregara el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades a Miyamoto en 2012 hizo mucho por la imagen del videojuego en nuestro país

La clave está en defender la industria, pero también la cultura y eso lo podemos ir haciendo todos juntos, poquito a poquito. Defender un videojuego como obra cultural significa aceptarlo tal y cómo sus creadores han querido que fuera. No nos tiene que gustar, pero sí debemos respetarlo y debemos darle a toda creación el valor que merece. Aunque a veces los propios creadores no le den importancia a su obra (porque muchos, cuando empezaron, tampoco lo consideraban arte ni cultura). El respeto por las creaciones es el primer paso para preservarlas. Y todos debemos respetarlas en la medida de nuestras posibilidades. Mantener abiertas la tienda digitales o presentar alternativas para acceder a esos juegos es otra manera de demostrar respeto a una de las manifestaciones culturales más completas que existen.

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