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¿Y si Spider-man: Un nuevo universo es la película de superhéroes del año?

Jesús Delgado

Miles Morales, Spider-men en Spider-man Un nuevo universo
El futuro del cine de superhéroes pasa por las películas de animación. Analizamos esta popular teoría, al calor de la proximidad de Spider-man: Un nuevo universo, la apuesta de animación de Sony Pictures por el cine basado en comic-book.

Ayer, Daniel Quesada, Raquel Hernández y este que escribe estas líneas fueron al pase de Venom. Pero ese no es el tema de este texto, las impresiones que nos dejó podéis conocerla en la tertulia sin spoilers y en la crítica cinéfila y en la crítica comiquera.

De lo que voy a hablaros es de que la película nos hizo pensar sobre un tema: ante tanta saturación de cine "convencional" de superhéroes, quizá la clave está en proyectos como Spider-man: Un nuevo universo, la película de animación de Spidey que llegará en diciembre a los cines. El jefe me propuso rápidamente hablar de la cuestión en la web y hacer algún tipo de conjetura acerca de si las películas de animación son el futuro del cine de superhéroes.

A esta misma cuestión voy en el siguiente texto, dispuesto a plantear la popular teoría de si las películas animadas son el formato ideal para las adaptaciones de cómic de superhéroes y si es hacia este hacia el que se dirigen. Y, ojo, no es una cuestión sencilla, ya que desde hace años se llevan haciendo películas animadas sobre cómic, pero sus números de recaudación distan mucho de los de pepinos palomiteros comoVengadores: Infinity Waro de contar con el reconocimiento de la crítica como ocurriera con El Caballero Oscuro.

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Por otro lado, que una película como LEGO Batman: La Película sea un título que goza de cierto valor entre los fans del cómic, y que cintas de formato doméstico, como All Star Superman o The New Frontier sean adaptaciones con una recepción más o menos cálida, nos debería al menos dar un cierto terreno de base para plantear la cuestión. 

Un formato veterano, pero no reconocido

Creo que todos estaremos de acuerdo en que Spider-man: Un nuevo universo (jolines con la traducción, por cierto) nos dejó alucinandos con el lanzamiento del segundo tráiler y de su póster. Esta película, dirigida por Bob Persichetti, despierta muy buenas vibraciones, en lo que se aventura como una adaptación bastante libre de los cómics Spidermen (sí, en plural) y Universo Spider-man

De funcionar en taquilla y ser una película que haga números muy buenos en estas navidades, fecha en la que se espera su estreno, podría plantear un punto de inflexión para el cine de animación de superhéroes. Dicho de otro modo, podría hacer que el cine de superhéroes comenzara a reducir la cantidad de producciones en formato de acción real y se comenzara a apostar por la animación. Esto, que dicho así suena a locura, tiene algunas bazas a su favor, como también en contra. Veamos primero los escollos que presenta.

El primero de ellos son los malditos precedentes. Batman: La máscara del Fantasmaestá reconocida por los entendidos en Batman y en superhéroes como una de las mejores versiones del Caballero Oscuro en cine, si no la mejor. Sin embargo, esta película basada en Batman: La serie animada y su universo también es uno de los mayores fracasos comerciales de Warner en los 90. Esto, claro, por cortesía de Tim Burton y del rechazo que generó la marca de Batman entre los padres americanos tras el estreno de Batman Vuelve. Pero eso ya es otra historia. 

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Por otro lado, no hay demasiadas películas de animación dedicadas a superhéroes que hayan sido estrenadas en cine desde entonces. Hay dos precedentes más cercanos, pero nuevamente tiran de la popularidad del Cruzado Enmascarado. LEGO Batman: La Película y la adaptación de La Broma Asesina, que en EEUU contó con algunos pases en salas. Sin embargo, la realidad es que ninguna productora se ha atrevido a apostar por el formato en cines. Y no contamos con Los Increíbles, al no ser propiamente una adaptación de una franquicia sino que tira de la marca de Pixar. Lo mismo podemos decir de Big Hero 6 de Disney, que aun basándose en un cómic de Marvel, poco o nada tiene que ver con la publicación original.

Este recelo a arriesgarse también tiene que ver con el problema implícito que presenta toda película de animación: el largo proceso de producción. El tiempo medio de "cocción" de una película animada es de entre 4 y 2 años, aunque hay casos en los que se ha producido en un periodo menor. Tened en cuenta la cantidad de dinero invertido y el resultado del producto y su calidad.

En lo que más tiempo se puede invertir es la preproducción y el diseño de producción para crear un escenario, un estilo, una BSO adecuada, el casting de voces... y en esta fase todo puede cambiar radicalmente, como ocurrió con Frozen o Aladdin en su momento. 

Finalmente, no hemos de olvidar que por todos estos factores y también por cuestiones de rentabilidad, tanto Marvel como DC, principales gigantes del mundo de los superhéroes, han preferido lanzar sus películas animadas directamente en formato doméstico (VHS, Blu-Ray, DVD, etc...). Y, aun así, la calidad es irregular. Hay películas como Dark Knight Retutns Parte 1 y 2 que son maravillosas y otras que no lo son tanto. En este campo, precisamente es DC la que se impone a Marvel con mayor número de película y de mejor valoración.  

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Por todo ello, podemos decir que la producción de Spider-man: Un nuevo universo ha sido una apuesta bastante arriesgada por parte de Sony. Pero también ha sido una jugada maestra. Sobre todo, porque en este año la compañía ha lanzado varios productos del Hombre Araña en distintas plataformas y género. Vease, el videojuego de Spider-man y la película de Venom. Pero, además, estos lanzamientos concurren en un año "puente", de cara a 2019, que es cuando llega la próxima película de Spidey, Spider-man: Lejos de casa, lo cual mantiene viva la marca en espera de dicho estreno.

Las bondades de la animación

Antes de seguir, creo que merece la pena decir que la animación no debería ser considerada un género, sino más bien la plataforma, el medio o el formato. Y es que el perverso barro de convertir a la animación en un género y no en un medio de transmisión viene dada de aquellos lodos de plantear los dibujos animados como algo menor, orientado a niños. Un planteamiento que ya existía en los años 30 del pasado siglo y con el que muchos denigraban el trabajo de estudios como los de Walt Disney

A estas alturas, decir que una película de animación puede ser una obra maestra es algo en lo que confío que todos estaremos de acuerdo. También en que la animación es un medio para contar buenas historias y para todas las edades. Más allá de los hitos de Pixar, Disney o Dreamworks existen numerosas producciones (muchas de aquí) que lo han demostrado. Por poner tres ejemplos, Chico y Rita, Arrugas, Un día más de vida... Y, desde hace décadas y en otros campos y géneros: ValhallaTygra: Hielo y Fuego, Coolworld (que mezcla acción real y animación), etc...

Por ello, creo que puedo decir sin tapujos que el cine de animación es una plataforma que debería ser tomada muy en serio. El primer motivo es por la relación coste/rentabilidad. Los Increíbles 2 costó 200 millones de dólares, frente a Vengadores: Infinity War, cuyo presupuesto ronda entre los 310 y 400 millones. Con el planteamiento adecuado, no es descabellado pensar que una película de animación pudiera también ofrecer pingües beneficios. 

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Solo que hablamos de grandes producciones, pero si vamos a otras más modestas, la diferencia no es tan abismal. Venom apenas ha costado 100 millones y Ant-Man costó sus 130, mientras que Logan tan solo 127. Si las comparamos con otras cintas de animación, la relación coste/beneficio juega en contra del medio de la animación, pero por poco. Shrek 3D costó 130 millones, sin ir más lejos yMoana (Vaiana), 150. Así pues, millón arriba, millón abajo, todo podría andarse y buscarse las vueltas para hacerlo rentable.

Otro punto interesante a favor del formato animado para películas de superhéroes es la plasticidad. Permite hacer casi cualquier cosa. No existen limitaciones y es mucho más viable hablar un lenguaje de cómic que incurrir en los complejos que aún arrastra el género de los cómics en el cine, tratando de hacer todo bajo un planteamiento de presentación "realista". ¿Queremos villanos disfrazados, grandes cuadros cósmicos y derroche de color y espectáculo? La animación nos lo brinda.

En otra línea, destacamos las bondades de la animación en tanto que los actores y actrices de voz pueden seguir actuando más tiempo. Robert Downey Jr. no necesita estar fuerte y lozano para seguir siendo Tony Stark, mientras su voz se reconozca. Y esto, además, se aplicaría también en una mejora sustancial de su calidad de vida, no teniendo que dedicar tanto tiempo a la película, ya que su participación se basaría en poner la voz. Salvo que, claro está, la animación se tirara por un género híbrido, mezclado con captura de movimiento.

De hecho, como matiz, mirad si engaña el tema de las voces al oído que Yuri Lowenthal, el actor de voz original del videojuego de Spider-man que interpreta a Peter, es un señor que tiene ya sus cuarenta años, pero a nadie nos lo parece jugándolo en VO. Y lo mismo pasa con Tara Strong (Harley Quinn en Batman Arkham, Paz Ortega de MGS, Raven de Teen Titans), cuya edad también supera los 40, pero cuya voz la hace idónea para un cúmulo de papeles que van desde joven alocada hasta señora adulta y malhumorada. Y tan solo son dos casos paradigmáticos, pero hay muchos más. Mirad si no a Mark Hamill, que lleva casi 30 años siendo la voz de El Joker en EEUU y a nadie le importa su aspecto. 

Dicho de otro modo, con la fiebre del cine de superhéroes aún en un punto bastante álgido, no veo descabellado pensar que la animación pudiera acabar convirtiéndose en el vehículo más rentable y viable para mantener las producciones en lo alto de la cresta. Obviamente, se debe cambiar aún la concepción del público acerca de las películas animadas, pero desde luego sí que plantea una vía muy digna de salida para este tipo de producciones. Claro que si, esto está o no en las cabezas de los cuadros gestores de los grandes estudios es otra cuestión. 

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