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¿Historias increíbles o morbo? Los motivos por los que el true crime sigue arrasando

Monstruo La historia de Jeffrey Dahmer

¿Por qué nos gustan tanto las historias de asesinos en serie? ¿Qué tiene el true crime que nos produce curiosidad y atracción? Aquí van algunos elementos que lo explican.

El true crime lleva tiempo entre nosotros, pero con el auge de las plataformas streaming se han ido consolidando determinadas series de televisión que revisan las historias de asesinos en serie reales y tratan de exponer narrativas complejas y profundas, haciendo hincapié en la psicología de estos individuos y criminales.

Hay series de true crime recientes que ponen de manifiesto esta tendencia. Podríamos usar los ejemplos de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, en Netflix, o Love & Death, en HBO Max. Las dos son grandes muestras de cómo los crímenes reales sostienen al público aferrado a los brazos de su sofá, pero hay muchos programas más que lo justificarían.

Quizás Mindhunter, la serie de televisión de Netflix creada por David Fincher y cancelada tras dos fabulosas temporadas, activara un mecanismo invisible y provocara esta oleada de historias true crime. Y lo digo porque no es casual que todas las ofertas recientes cimenten sus narrativas en la complejidad psicológica de todos estos psicópatas.

Sin embargo, cabe preguntarse por qué. ¿Por qué al público le parecen tan atractivas estas historias de asesinos en serie reales? ¿Qué tienen estas series de televisión para cautivar con tanto magnetismo a una amalgama heterogénea de espectadores? Eso es lo que voy a tratar de explicar aquí, aunque quizás ninguna de mis balas dé en el blanco.

La maldad que habita dentro de nosotros

Love & Death - Elizabeth Olsen

HBO Max

Una de las cuestiones que considero esencial a la hora de juzgar la pasión del público por las historias true crime es la maldad que habita dentro de nosotros. Se ha escrito mucho acerca de si el hombre es malo por naturaleza o se vuelve malo por contexto. No es mi labor responder a esa pregunta, pero tampoco niego que algo de verdad se esconde en los dichos.

Nos gustan las historias de villanos y nos gustan los villanos. De hecho, nos encantan esos personajes marcadamente malvados a los que terminamos comprendiendo, como sucede con Thanos en Vengadores: Infinity War o el Joker de Joaquin Phoenix. Somos conscientes de lo que hacen, pero también entendemos por qué.

Sin embargo, los dos ejemplos que he descrito en el párrafo anterior son ficticios. Lo que hace verdaderamente magnéticas las historias true crime con asesinos reales es que existieron de la misma forma que lo hacemos nosotros. Joker y Thanos son invenciones humanas, pero los psicópatas reales también fueron hijos y vecinos de alguien.

Esa realidad tangible, a pesar de que estos criminales parecen estar a años luz de nosotros, son un espejo en el que nos gusta mirarnos. Descubrimos la auténtica maldad del ser humano y nos fascina que esa maldad sea tan pura, tan natural, ausente de líneas morales, de ética. Todo ello forma un cóctel irrechazable para los ojos y el alma.

La curiosidad mató al gato… y otras cosas

Mindhunter

Netflix

Dicen que la curiosidad mató al gato, pero yo lo voy a decir de una forma más directa: somos unos chafarderos de campeonato. Nos gustan estas historias reales en la televisión porque mantienen la curiosidad de los reality shows al ser verdaderas y, al mismo tiempo, nos meten de lleno en una historia que tiene elementos de ficción realista.

En otras palabras, si nos dicen que ha habido una pelea en el parque y que se han repartido puñetazos dos energúmenos porque sus perros han tenido un encontronazo… Nos lo creemos y lo comentamos, pero pronto se nos olvida porque, a fin de cuentas, nosotros no hemos sido partícipes de ese conflicto. Nos lo han contado.

Ahora bien, si en lugar de ser un amigo el que ha visto la pelea eres tú el que ha formado parte del público que estaba en el parque paseando a sus perros… ¡La cosa cambia! Seguro que el impacto de la historia habría sido muy diferente. No quedaría espacio para la imaginación y también habrías reparado en muchos más detalles que si lo escucharas.

Lo mismo sucede con las historias de asesinos reales o true crime que tanto nos gustan en series y películas. Una historia ficticia tiene gancho, obviamente. La ficción nos encanta. Pero una historia real o basada en hechos reales tiene un impacto mucho mayor que la ficción, y eso está exclusivamente relacionado con la empatía.

La crudeza de lo impío

Monstruo La historia de Jeffrey Dahmer

Netflix

En última instancia, me veo obligado a hablar de la crudeza. ¿Son realmente tan crudos estos relatos de asesinos en serie o los recrudecemos nosotros mismos? A fin de cuentas, como he explicado en los párrafos anteriores, la empatía y la curiosidad, el interés provocado por la realidad, nos obligan a formar parte activa de la historia que se cuenta.

Sinceramente, tengo la sensación que hay ambas de cada. Por un lado, estas historias ‘true crime’ son crudas y perversas, oscuras e inquietantes; y, para colmo, el hecho de saber que son verdad o fueron muy parecidas a lo que vemos hacen que eso relato verosímil potencie la crudeza y la inquietud. El impacto es mucho mayor.

 

Todo ello ejerce un influjo premeditado que vuelven los crímenes reales en algo magnético. Incluso sabiendo que lo que vemos está mal y es la maldad pura, quizás a sabiendas de que lo que vemos está mal, nos dejamos llevar y nos metemos de lleno en esas oscuras historias que demuestran que el hombre puede ser el animal más peligroso del mundo.

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