Crítica de El contratista, protagonizada por Chris Pine y Ben Foster

Las plataformas digitales siguen ensanchando sus catálogos cada semana con nuevos títulos. Mientras que Black Panther: Wakanda Forever y As bestas se marcan como objetivo seducir a los espectadores del circuito de la pantalla grande, Amazon Prime Video vuelve a apostar por Chris Pine como cabeza de cartel en El contratista, película que llega directamente y en exclusiva a la plataforma.

No es la primera vez que lo hace, dado que la cinta Una cita al pasado (All the Old Knives) también desembarcó de la misma manera y encontró a su público... en los hogares.

La película, titulada en versión original The Contractor (nada que ver con la cinta de 2018 ni con la de Wesley Snipes de 2007), nos presenta a un marine estadounidense de impecable reputación. Él es James Harper, sargento de las Fuerzas Especiales al que dan de baja en el ejército privándole de su seguro médico y su pensión al entrar en vigor un nuevo reglamento que prohibe ciertos medicamentos. 

Endeudado, sin opciones y desesperado por mantener a su familia, Harper se ve obligado a unirse a un grupo militar encubierto. Se trata de un equipo de mercenarios entre los que se encuentra uno de sus mejores amigos, con quien se ha jugado la vida en diversas misiones y decide aceptar el trabajo con tal de procurarle un futuro a los suyos.

Después de cuestionar los motivos y la identidad de sus sombríos nuevos jefes, el sargento Harper sobrevive a un intento de asesinato y se ve obligado a huir, atrapado en una peligrosa conspiración y luchando para mantenerse con vida el tiempo suficiente para llegar a casa y descubrir los verdaderos motivos de quienes lo traicionaron.

Al frente de la dirección de El contratista encontramos a Tarik Saleh, cineasta que ha trabajado en películas y series como Tommy, Metropia o la recientemente cancelada Westworldy que rueda con solvencia las secuencias de acción, ya sean tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo o bien operaciones conjuntas.

No se anda con contemplaciones a la hora de retratar la violencia, pero la utiliza de forma muy controlada, con estallidos puntuales e imprevistos que hacen que la narración cambie abruptamente de dirección y el protagonista acabe contra las cuerdas.

La presencia de Kiefer Sutherland es exigua, pero Chris Pine sigue teniendo el porte y las tablas para encabezar un reparto amplio y suculento en el que destacan Ben Foster y Eddie Marsan.

Por lo demás, al guión de JP Davis le falta algo de profundidad y de pegada: no es solo que haya algunos aspectos de la trama que te veas venir de lejos por estar cortados por el mismo patrón de siempre en este tipo de pelis, sino que decididamente tendría que haber apostado más fuerte por abonar el subtexto de crítica social hacia la situación de los militares retirados y la falta de apoyos.

Al final el único enganche emocional que tenemos con los grandes afectados por este tipo de injusticias es la familia, compuesta cómo no, por una mujer doliente y un niño que necesita sustento. ¿Cuántas veces lo hemos visto ya? ¡Hemos perdido la cuenta!

Por otra parte, apunta maneras con un complot relacionado con un virus que podría liberarse y generar un verdadero caos, lo que debería resultar muy amenazador ahora que el globo ha sido barrido por una pandemia, pero la escala a la que se produce la intervención resulta algo ridícula y las motivaciones del personaje en duda son también algo caóticas, mezclando ciencia y fe.

En fin, El contratista es una película entretenida si se ve con las expectativas muy ajustadas y se quiere disfrutar, sobre todo, de su elenco y su parte más movida. Para hacer trabajar la sustancia gris tiene poca enjundia.