Crítica de Black Panther: Wakanda Forever - Fastuoso homenaje y batiburrillo de guión

La Fase 4 del UCM se cierra con Black Panther: Wakanda Forever, una película tan ambiciosa a nivel estético como deslavazada en su desarrollo. No es para menos si tenemos en cuenta los sucesos que han rodeado la filmación de esta cinta con la irreparable pérdida de su protagonista Chadwick Boseman que alteró completamente el curso de la historia que se iba a contar en un principio.

Ryan Coogler ya explicó en su día el giro de timón que fue preciso dar. Si Chadwick Boseman no hubiera muerto, la trama original de Black Panther 2 habría puesto el foco en las consecuencias derivadas de lo que vimos en Vengadores: Endgame. Esto es, con T'Challa tratando de superar el vacío de cinco años del "lapso" durante el cual habría estado desaparecido a causa del casquido de Thanos.

El nuevo y ya definitivo guión de Wakanda Forever explora esa pérdida de forma mucho más cruda. La película arranca con la muerte fuera de pantalla de Black Panther, lo que obliga a Wakanda a continuar protegiendo su reino de los saqueadores interesados en apoderarse de su precioso vibranium mientras le rinden tributo y buscan una figura defensora.

Si las películas de Marvel han tendido a hacer últimamente del duelo un leit motiv, hay que decir que esta cinta es ya el ejemplo paradigmático de esta práctica. Nunca antes estuvo tan justificado.

Pero el póster ya nos anuncia un relevo que todos estábamos esperando, con Shuri alzándose como protagonista en esta nueva aventura, algo que tarda bastante tiempo en suceder. Y es que la película es muuuuuy larga: 162 minutos que dan para muchas variaciones tonales y no menos momentos valle.

No se puede hablar de Black Panther: Wakanda Forever sin comentar los cambios, las nuevas incorporaciones y el mastodóntico esfuerzo puesto al servicio de la originalidad, la variedad y la riqueza de la puesta en escena para alcanzar, por tanto, rincones nuevos de lugares que no habíamos visto antes en el UCM... y que han sido creados ex profeso para la película.

Así que queda claro que se cierran algunos capítulos, que hay despedidas y dolor, pero también hay aspectos novedosos, empezando por el Namor de Tenoch Huerta que, en lugar de ser el soberano de Atlantis como en los cómics, ostenta el poder del reino submarino de Talokan, que se inspira en la cultura maya.

El diseño de Namor y los suyos ha sido uno de los aspectos más polémicos, aunque también refrescantes, de la película: orejas puntiagudas, pies alados, tocados de plumas y cuentas, piel azulada y una especie de "mascarillas" de buceo. Es un curioso cruce entre lo que esperamos ver en Avatar: el sentido del agua y el reino de Aquaman pero tuneado con arte maya.

Si Black Panther se nutrió de la cultura africana en muchos aspectos, Wakanda Forever juega a dos bandas profundizando en sus propias inspiraciones artísticas y reuniéndolas con la prehispánica de Mexico. ¿Funciona siempre? Ojalá, pero no.

Por lo pronto queda muy clara la voluntad de meterse en el bolsillo a la audiencia hispanoparlante, porque hasta el nombre de Namor tiene una justificación derivada del idioma (que a más de dos les producirá el mismo sonrojo que el "momento Martha").

El debut del personaje Namor es muy potente y supone otra introducción de un mutante en el UCM, después de Kamala Khan, alias Ms. Marvel, y la variante de la Tierra-838 del profesor Charles Xavier en Doctor Strange en el multiverso de la locura. Y se entiende que es un fichaje que va a tener mayor presencia en un futuro no muy lejano. Todo queda apuntado para que así sea.

Pero probablemente el mayor problema de Black Panther: Wakanda Forever es que no es un gran cierre de fase para el Universo Cinematográfico Marvel ni consigue tampoco que su estructura esté bien amalgamada. Da la sensación de que quiere contar demasiadas cosas y que no tiene muy claro cómo reunir las ideas de forma congruente.

Valga como ejemplo que, a pesar de toda esa fastuosa puesta en escena que rodea a los reinos de Wakanda y Talokan, que lucen espectaculares, no se termina de comprender una rivalidad tan extrema entre ambos reinos que tienen más cosas en común que intereses en contra. O la brutalidad del comportamiento de Namor, ideado como un antagonista algo caprichoso.

El otro eje vertebrador de Wakanda Forever es la de las relaciones materno-filiales, de formas a veces muy sorprendentes, como podréis ver en la escena postcréditos de la película. Feige ya dijo en su día que con la película no perseguía seguir ningún tipo de agenda y es cierto que no parece estar en el ánimo de la historia, aunque sí hay cuidado en hablar del legado que pasa de madres a hijos.

En resumidas cuentas, tiene tantos aspectos fascinantes y enriquecedores como reiterativos y excesivos. Estamos ante una de las películas del UCM más abrumadoras por su escala, aunque descarrile estrepitosamente en otros aspectos más íntimos, como lo relativo a las motivaciones de los personajes. Con todo, se deja ver.

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