Crítica de As bestas, un nuevo peliculón de Sorogoyen inspirado en hechos reales

Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen, que hacen un excelente tándem creativo, se han hecho cargo del guión de As bestas, un thriller rural que dirige este último y transcurre en un pueblo del interior de Galicia en el que se da un conflicto de intereses entre dos familias.

Por un lado están Antoine y Olga, una apacible pareja francesa que se dedica a la agricultura y se ha posicionado públicamente en contra de ceder sus terrenos para la instalación de un parque eólico. 

Por otro están los lugareños entre los cuales los más conflictivos son los hermanos Anta, que consideran que no deberían tener voto a la hora de tomar esta clase de decisiones por no haberse criado allí.

Lo que comienza como una terca hostilidad y casi una broma de mal gusto alargada en el tiempo, termina cristalizando en una serie de agresiones en toda regla que culminan con la desaparición de Antoine.

Todo parece en contra de Olga, que recibe presiones para abandonar su granja y regresar a su país de origen, pero ella no está dispuesta a conformarse con nada que no sea la verdad y mucho menos a tirar por la borda su proyecto de vida.

As bestas llega a la cartelera española contando con el respaldo de dos festivales de prestigio que han alabado sus bondades: premio del público y mejor film europeo en San Sebastián y mejor película, director y actor (Ménochet) en el Festival de Tokyo.

En el corazón de esta coproducción hispanofrancesa rodada en el Bierzo y Galicia, la inspiración en un hecho real, que nos lleva a revivir las distintas sensibilidades a la hora de abordar temas como el arraigo a la tierra, quién tiene derecho sobre ella y cómo los intereses económicos pueden destruir no solo los entornos naturales con una explotación cortoplacista, sino también la convivencia.

Hay también un discurso importante sobre la precaria situación en la que viven los trabajadores del sector primario y, sobre todo, un apunte que se cuela en el título sobre quiénes son realmente las bestias, ¿los animales o los hombres? Para ello, la película utiliza como metáfora la famosa "rapa das bestas" como ya hiciera la serie de Movistar+ Rapa.

La primera parte de la película As bestas cuenta con todas las virtudes del cine del director de Antidisturbios, que se alzó con el Goya con El reino: la tensión narrativa es aplastante y la contundencia de las interpretaciones de Luis Zahera y Denis Ménochet bárbara. 

Es además una obra que rezuma pesimismo en la medida en la que nadie parece ganar nunca la partida: todos terminan siendo perdedores de algún modo y el diálogo se revela no como una forma de alcanzar acuerdos sino como el escenario perfecto para escenificar el rechazo frontal.

Es por ello una película muy cruda, durísima y poco esperanzadora aunque preclara y tajante a la hora de exponer el conflicto: los lances dialécticos son para enmarcar y la naturalidad del texto hace que las amenazas sean verosímiles a más no poder y por ende estremecedoras (nuestros dieces a Zahera y Ménochet).

Pero precisamente por esa intensidad del arranque, la segunda parte resulta en exceso alargada. No es que lo que cuente la película deje de ser relevante, sino que tiene tal cambio de tono que se atraganta: habría merecido la pena explorar todo eso en una obra propia o armarla de una forma más cohesionada con la primera. 

A nivel técnico no se le puede objetar nada: As bestas es una película que se nutre de la tierra y que la muestra, a veces con increíble belleza pero también con toda la dureza que supone vivir en unas condiciones tan extremas y en una soledad tan alarmante en el caso de las personas que proceden de otro lugares y no tienen un contexto social que las acoja.

Sorogoyen es un maestro de la tensión, consigue ponernos en guardia y sostiene esa sensación durante mucho tiempo, pero muestra dificultades cuando se interna en pasajes más apacibles de la esfera íntima de los personajes.

La resolución se percibe algo laxa en comparación con los puntos álgidos de la trama, lo cual no es un obstáculo para valorarla como una propuesta muy sólida que tiene incluso su parecido temático (y de éxito internacional) con Alcarràs, aunque no compartan estilo.