Crítica de Al descubierto (She Said), un sólido drama basado en hechos reales rodado con talento, tacto y respeto

El estreno más importante de la semana, del mes y sin lugar a dudas uno de los más relevantes del año entero es la película que hoy nos ocupa: Al descubierto (She Said) por el tema que trata y la forma en la que lo hace.

Se trata de un drama periodístico de primer nivel, que se codea con cintas como Spotlight o Los archivos del Pentágono que nos lleva a conocer a las dos reporteras del periódico The New York Times que unieron fuerzas por destapar casos de abusos en el trabajo, un tema que las llevó a la meca del cine y a toparse de bruces con un telón de acero en torno al todopoderoso Harvey Weinstein.

Al descubierto ha sido dirigida por Maria Schrader, cineasta detrás de otros títulos como El hombre perfecto, Stefan Zweig: Adiós a Europa o Liebesleben y también archiconocida por su trabajo como directora en la rompedora serie Unorthodox.

Si algo viene demostrando durante toda su carrera es que le interesa dar voz a mujeres silenciadas y las que han sido o son víctimas de depredadores sexuales, máxime cuando son figuras públicas públicas, encuentran serias dificultades para que se atienda a sus testimonios. 

Secretos a voces

Muchas mujeres alzaron la voz contra Weinstein cuando vencieron el miedo y los impedimentos legales y se lanzó una investigación en la que el productor fue condenado a 23 años de cárcel. Pero fue un artículo en The New York Times del 5 de octubre de 2017 el que destapó la caja de los truenos y fue fruto de un trabajo arduo, tenaz y perseverante que se muestra aquí paso a paso.

Entre las decisiones más acertadas del guión de Rebecca Lenkiewicz, basado en el libro homónimo de Jodi Kantor y Megan Twohey "She Said", está la de mostrar lo que es objeto de su interés, siguiendo una intrincada trama para atrapar al depredador, dejando desdibujada su figura.

Se le retrata a través de sus actos. Ni siquiera tiene un primer plano en toda la película porque él no es el protagonista: lo son las mujeres que sobrevivieron al dolor que les infligió y acaso las que no lo lograron y que visibilizan de otras formas. No todas han vivido para contarlo o han podido hacerlo por diversos motivos.

Los 129 minutos de metraje de Al descubierto están plenamente justificados al llevarnos además a comprender el impacto de una investigación de esta envergadura en las vidas personales de las dos reporteras y sus superiores y por supuesto de quienes dan la cara para ponerle el cascabel al gato. Es una pelea entre David y Goliat.

Quedarse simplemente con la idea de que es una película sobre el movimiento #MeToo es una reducción simplista e injusta por más que fuera el germen de una ola de exposición pública de abusos, agresiones y extralimitaciones que contaba con toda una red de colaboradores, testigos mudos y estómagos agradecidos que terminó explotando en redes sociales.

Y dejando a la vista (he aquí lo más doloroso y escalofriante) que había sido un modus operandi establecido y repetido durante décadas.

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A nivel de dirección la película es impecable y cuenta con unas interpretaciones muy naturales de Zoe Kazan (Clickbait) y Carey Mulligan (Una joven prometedora) que además de tener una excelente química en pantalla desarrollando su relación de camaradería profesional, muestran la faceta más loable del periodismo: la de cambiar las cosas.

Por lo demás, el lenguaje expositivo de la película no rehúye de llamar a las cosas por su nombre pero lo hace con sensibilidad y sin caer nunca en el melodrama. Al descubierto es una película intensa, dura y no ahorra detalles que ponen los pelos de punta pero jamás lo hace sin una causa justificada ni cayendo en el morbo gratuito.

La información recopilada, los pasos que se dan desde la redacción, la necesidad de buscar testigos, documentación que acredite los cargos, el tiempo de réplica para el acusado y en, suma, todo lo que le da cuerpo al trabajo periodístico, está explicado de forma inteligible para que queden claros los pasos que se dieron antes de que estallara la bomba.

Hacen falta muchas películas más como ésta: unifica claridad, calidad y tacto para abordar. cuestiones muy incómodas.