Crítica de El hombre perfecto: Dan Stevens coprotagoniza una simpática reflexión sobre la felicidad

¿Qué es lo que nos enamora en una primera cita? ¿Podríamos volcar nuestros recuerdos y deseos más profundos para que un algoritmo construyera a nuestra pareja ideal? ¿Destruirá la tecnología las relaciones humanas tal y como las conocemos? ¿Serán los futuros androides quienes hereden los principios éticos de las personas de carne y hueso?

Hay muchísima tela que cortar para comentar El hombre perfecto (I'Am Your Man), una película que en principio puede dar la sensación de ser un mero entretenimiento en clave de comedia romántica pero que tiene bastante más sustancia de lo que parece.

La película está basada en una historia breve de Emma Braslavsky que se encargan de adaptar a guión Jan Schomburg y Maria Schrader, quien a su vez se ejerce de directora. La recordaréis por su exitosa y polémica miniserie de Netflix Unorthodox.

El hombre perfecto nos presenta a sus personajes en pleno "momento First Dates". Alma (nada casual la elección de su nombre), se dispone a conocer a Tom, un aseado, culto y educadísimo hombre que lo mismo recita a Rilke que coquetea con ella con la clara intención de atraer su atención.

Sin embargo, Alma siente un gran rechazo ante tanta pulcritud y tamaño artificio... porque sabe de antemano que Tom no es humano, sino un androide creado en base a sus gustos para demostrar que es posible crear a "la pareja ideal"... y lo que le dice su inteligencia artificial es cómo adularla para dar en el clavo y satisfacerla a toda costa, algo que a ella le horripila.

¿Conseguirá Tom comprender las contradicciones de la conducta humana? ¿Aceptará Alma de alguna forma a su prototipo? Eso tendréis que descubrirlo entrando el viernes 8 de julio en Prime Video y disfrutando de esta película que, entre otras virtudes, cuenta con dos estupendas interpretaciones protagonistas.

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Hablamos de Maren Eggert, ganadora del Oso de plata en Berlín en 2021 por su interpretación en El hombre perfecto y de un divertidísimo (como siempre) Dan Stevens, al que el papel le sienta como anillo al dedo.

Ya desde que lo vimos en The Guest allá por 2014, habríamos pensado que encajaba en este rol... aunque aquella cinta era mucho más gamberra y jugaba con nuestras expectativas para romperlas. Aquí no hay trampa ni cartón: solo un ser artificial con una finalidad que quiere cumplir a toda costa: hacer feliz a su dueña.

Pero claro, esto es bien complejo y aquí es cuando el guión empieza a ponerse realmente interesante: ¿y si te sales de los predecibles porcentajes y lo que buscas es cierto nivel de confrontación intelectual y no tanto un hedonismo puro y duro en tu pareja? ¿Si eres consciente del "engaño" se rompe la magia? ¿Puede evolucionar una IA para desarrollar patrones de comportamiento impredecibles?

Se nos acumulan las preguntas, lo que quiere decir que sí, que esta película es de las que nos ponen a funcionar la sustancia gris. Es una reflexión sobre la felicidad, cómo encontrarla y si es lícito tratar a una herramienta adquirida en propiedad como a una persona (y revestirla de los mismos derechos).

Por desgracia, se echa en falta llevar el plano íntimo (muy bien tratado, con elegancia, sensibilidad y mucho sentido común) al plano general, donde la premisa tenía potencial para abarcar un abanico amplio de temáticas: desde la ética hasta praxis o la casuística variada de resultados. 

Es correcta y poco ambiciosa a la hora de elevarlo todo a una visión más amplia de calado social. De hecho, no esperéis una puesta en escena hiperfuturista ni grandes dispendios en efectos especiales: lo que hace a Dan Stevens un robot es su expresión corporal y el control de sus rasgos faciales (como les pasa a Dolores o Maeve en Westworld pero sin alardes digitales adicionales).

En resumidas cuentas,El hombre perfecto funciona y es estimulante, aunque no llegue a explotar todo la fuerza de sus argumentos. No tiene la profundidad de Her pero sí la capacidad de estimular nuestro intelecto y hacer que nos planteemos ciertos aspectos de nuestras vidas.

Consejo: vedla y dadle una pensada después a lo que buscáis en un compañero teniendo claro que lo ideal no existe ni existirá por más que tratemos de fabricarlo...