Crítica de Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita, la última película del gato cósmico

Si el título de Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita te resulta familiar, no es por accidente, ya que el último largometraje del gato cósmico que se ha estrenado en España está a medio camino entre la secuela y el remake de Doraemon y el pequeño dinosaurio (2006), que a su vez era una nueva versión de una cinta de animación anterior basada en el manga original de Fujiko F. Fujio.

Tal y como está la distribución de Doraemon en nuestro país, es muy fácil ignorar que El nuevo dinosaurio de Nobita formara parte de la celebración por el 50 aniversario de Doraemon acontecido en 2020, junto con Stand by Me Doraemon 2. 

Alfa Pictures y Luk Internacional han logrado traerla a España -con doblaje al castellano, al catalán y al euskera, contado con el mismo reparto del anime-, y lo han hecho llevando la cinta incluso a más salas que El chico y la garza de Hayao Miyazaki, aunque se han olvidado por el camino de contar con la prensa para hablar de la película.

El anime de Doraemon es bastante costumbrista, se centra en contarte las desventuras de Nobita en su barrio, su tóxica amistad con Tsuneo y Gigante, su eterno enamoramiento de Shizuka, y su dependencia de la casi mágica tecnología de Doraemon.

En cambio, los largometrajes se convierten prácticamente en un isekai, sacando a sus protagonistas de ese entorno familiar para llevarlos a otros mundos o a otros tiempos. En esta ocasión viajan millones de años al pasado, a la era de los dinosaurios.

Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita reinventa un clásico

Si bien la estructura general de la cinta recuerda inevitablemente a las versiones anteriores de esta historia, Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita aporta las suficientes novedades como para que merezca la pena ver sus 106 minutos de metraje, y también por añadir algún guiño que sólo entenderás si viste la cinta de 2006. 

Hay cambios más sutiles, como la sustitución de ciertos aparatos de Doraemon por otros que terminan cumpliendo la misma función, mientras que otros son más sustanciales, como la propia elección de los dinosaurios protagonistas de la película, ahora una pareja perteneciente a una raza inventada que se justifica como una suerte de eslabón perdido.

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Pero el mayor avance que hace esta película frente a sus predecesoras es la eliminación del grupo antagonista, que por fortuna ha dejado de considerarse un requisito indispensable en el cine de animación en favor de otros conflictos igual de intensos. 

Estás buscando a la familia perdida de tus nuevos dinosaurios en un territorio hostil, ¡no hace falta que una banda de traficantes del futuro añada dramatismo!

En cambio, hay otros aspectos en los que Doraemon sigue arrastrando esa herencia de 50 años, y quizá sea demasiado inocente pensar que debería dejar de mostrarte a Shizuka como una obsesa del baño, o el rosa, las pestañas y los corazones como atributos identificativos para el género de un animal que resulta ser hembra.

Lo que tampoco ha perdido, ni debería perder nunca, es otro tipo de inocencia, la de conectar tan bien con su público más pequeño. 

Los artilugios de Doraemon procedentes del s.XXII siguen teniendo ese aire retrofuturista aplicado a cacharros de lo más aparatosos, que parecen muy poco prácticos pero cuyos diseños recuerdan a juguetes capaces de cumplir las mejores fantasías infantiles.

Como construir un camping en un globo aerostático hecho en base a un castillo hinchable o comer chocolatinas que te permiten entablar amistad con un dinosaurio.

También ha estado siempre ahí ese interés didáctico en los largometrajes, ofreciendo ahora una breve historia de la humanidad, destacando la diferencia entre Jurásico y Cretácico, intercalando cifras y datos en su trama, que nos hacen conocer mejor la variedad de especies de dinosaurios, su comportamiento y evolución. 

Sin grandes pretensiones, asumiendo el meteorito como única causa posible de su extinción, y creando una innecesaria raza nueva que bien podría haberse sustituido por otra conocida.

Si al principio decía que la narrativa del anime del gato cósmico distaba mucho de la de sus películas, a nivel estético ocurre lo mismo. El nuevo dinosaurio de Nobita continúa con los diseños estilizados de sus personajes propios de la última generación de Doraemon, pero los enriquece con nuevas capas de profundidad en el sombreado y la iluminación. 

Su uso de la luz y las bonitas panorámicas del Cretácico terminan por redondear la cinta para que sea un correcto largometraje, más cuidado y pulido, y se permita destacar por momentos en pantalla grande.

El resultado habría sido prácticamente perfecto en lo visual si hubieran optado por utilizar la animación tradicional en todo el metraje sin recurrir al cel shading para construir sus manadas de dinosaurios, o si al menos se hubiera trabajado en su integración con más respeto por el dibujo -aunque esta dejadez en los añadidos por CGI tampoco es nueva-.

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En caso de que te interese esta película, no pierdas la oportunidad de ir al cine, porque a día de hoy la mayoría de largometrajes de Doraemon sólo se pueden ver a través de Boing o comprándolos en físico, pero nunca sabes qué películas echarán en la cadena y Luk Internacional tampoco tiene disponible en su web todos los lanzamientos.

Además, siempre es positivo encontrarnos con un nuevo estreno de Doraemon, puesto que las películas llegan a España de manera intermitente y desordenada respecto a su lanzamiento nipón. Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita se estrenó en cines el pasado viernes 10 octubre.