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Crítica de Los Farad: epifanías explosivas y rencores convertidos en revolución

Los Farad

Crítica de Los Farad, la serie de ocho episodios de Mariano Barroso para Prime Video protagonizada por Pedro Casablanc, Nora Navas, Miguel Herrán y Susana Abaitua. Estreno este 12 de diciembre.

Prime Video lanza hoy mismo Los Farad, la nueva serie de Mariano Barroso (El día de mañana, La línea invisible) centrada en la alta sociedad marbellí de finales de los 80 y sus conexiones con el tráfico de armas.

El reparto reúne a grandes intérpretes como Susana Abaitua, Nora Navas, Pedro Casablanc o Miguel Herrán, entre otros, a los que se suman Fernando Tejero, Adam Jezierski o Amparo Piñero.

Se trata de una serie de ocho episodios de unos 45 minutos de duración, narrada por el principal protagonista, Oskar (Miguel Herrán), un joven huérfano de Aluche que conoce por casualidad a Sara Farad (Susana Abaitua) mientras se plantea dejar de ser un monitor de aeróbic en un gimnasio para montar su propio negocio con su tío Manuel (Fernando Tejero).

Entrar a formar parte de este clan va a cambiarle la vida: Leo y Carmen (Pedro Casablanc y Nora Navas) tienen numerosas propiedades y un tren de vida que le deja sorprendido. Tanto o más que sus negocios de "exportación e importación".

Enamorado hasta las trancas de Sara y con las puertas del paraíso abiertas de par en par, Oskar tratará de complacer a toda costa al patriarca hasta que, pasado un tiempo, se vea en la tesitura de competir con el hermano de Sara, Hugo (Adam Jezierski), obsesionado por reivindicarse en el negocio y enfrentarse a dilemas morales en una guerra entre enemigos eternos.

 

El negocio de la muerte

Mariano Barroso pone el ojo en un momento crucial para la compraventa de armas: la Guerra Fría y relaciona los grandes nombres del mapa geopolítico mundial con los de una (aparentemente) sencilla familia de comisionistas que trabajan como intermediarios lidiando entre los dos grandes bloques desde una relativista postura de "tenerlo todo en regla y de forma legal" que dista de la realidad.

En este sentido, la serie es ambiciosa, pero no peca de resultar en exceso morbosa ni pasarse de la raya en ningún aspecto: hay sexo y violencia cuando la historia lo requiere, pero no es ese el eje central sino el de las guerras intestinas de la familia por una parte además de sus conflictos con la competencia y por otra la evolución de los grandes choques armados como trasfondo global.

Puede que Los Farad peque un poco de ser una serie algo contemplativa, con esa voz en off que nos guía por la historia de principio a fin y que mastica demasiado la trama para hacerla digestiva, pero también sabe jugar con la estética ochentera para crear una atmósfera reconocible.

Lo hortera, lo kitsch y lo glamouroso se dan la mano en una puesta en escena de grandes desbordes estéticos en los que se conjugan los chándals de tergal con los cócteles de etiqueta. El paisaje sonoro es igual de ecléctico pasando de la música con sintetizadores a los grandes temas de Julio Iglesias o preciosas partituras de piano compuestas por Vicente Ortiz Gimeno para la ocasión. 

La mezcla de músicas es uno de los caramelos que la audiencia puede degustar, junto con una historia que en sus dos episodios finales da varios quiebros inesperados. Al final, como en otras obras de Barroso, encontramos una disección del alma humana, de nuestra propia naturaleza.

Desde el guión no se juzga a los personajes por las decisiones que toman cuando se encuentran en distintas encrucijadas, es cosa de los espectadores tomar la distancia oportuna para pensar qué harían ellos en su lugar.

Eso sí, teniendo en cuenta que no dejan de ser peones en un tablero de juego muy amplio y enrevesado en el que aparte de grandes intereses económicos y estratégicos, a veces simplemente domina la víscera, el ego y el hambre de poder inherente a nuestra voraz naturaleza. A dirimir quién es el rey de la selva.

VALORACIÓN:

Es fácil que Los Farad cautive la atención del público por varias razones: un reparto entregado, una trama absorbente y una historia local de alcance global que nos explica los intereses geopolíticos e ideológicos de finales de los 80.

LO MEJOR:

Los giros de la historia de los dos últimos episodios de la serie y la banda sonora de Vicente Ortiz Gimeno.

LO PEOR:

La voz en off del protagonista a veces resulta demasiado artificiosa y saca al espectador de la narración.
Hobby

75

Bueno

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