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Crítica de Ghost Wars, la nueva serie paranormal de Netflix

Ghost Wars
Crítica de la temporada 1 de Ghost Wars, la nueva serie paranormal de Simon Barry disponible en Netflix España. El pueblo de Port Moore y sus protagonistas, encabezados por Avan Jogia, Kim Coates y Vincent D'Onofrio, tendrán que defenderse de los fantasmas que los acechan.

La noche de los Oscar de 2018 ha terminado de confirmar una realidad a la que una parte de la industria cinematográfica se negaba a prestar atención: Netflix ha llegado para quedarse. La plataforma lleva años trabajando en la calidad de sus contenidos y ya está recogiendo los frutos del reconocimiento profesional que parecía resistirse. Mudbounde Ícaro, ambas producciones originales de Netflix, pusieron los cimientos con sus respectivas nominaciones y fue la segunda, el documental de Bryan Fogel, la que finalmente se llevó a casa la estatuilla.

Son muchas las producciones que esperan su aterrizaje en la plataforma para este año, pero el mes de marzo ha arrancado con una nueva adquisición que llega directamente de SyFy: Ghost Wars, una serie de terror paranormal al más puro estilo de la cadena. La ficción viene de la mano de Simon Barry, viejo conocido de Netflix por su trabajo en Van Helsing, después de haberse estrenado en la cadena de ciencia ficción algunos meses atrás. ¿Conseguirán los fantasmas despertar el gigante dormido de lo paranormal en Netflix? Lo analizamos en nuestra crítica de la primera temporada de Ghost Wars.

Un castillo de naipes

Estamos en Port Moore, un pequeño pueblo de la fría Alaska plagado de lo que allí llaman "rednecks" y que pasarían por paletos de los de toda la vida. Una isla con un único acceso por vía terrestre y un pequeño puerto para los pocos barcos que amarran anclas. Nuestro protagonista es Roman Mercer (Avan Jogia), un joven eternamente cabizbajo y atormentado al que los lugareños no parecen tener mucho aprecio. Su "don" para hablar con los fantasmas ha levantado alguna que otra ampolla entre los vecinos, por lo que está decidido a dejarlo todo atrás en busca de un futuro más tranquilo.

Cuando estaba a punto de conseguirlo, el autobús en el que viajaba sufre un accidente a consecuencia de un terremoto y una serie de extrañas apariciones que se salda con la muerte de todos sus pasajeros... a excepción de Roman, claro. Desde ese momento, Port Moore se convierte en el foco de la ira de los fantasmas que, al parecer, no pueden dejar esta dimensión para ir al "Más Allá". ¿Y qué haces cuando eres un fantasma y no sabes cómo encontrar descanso? Matar a todo el que se te cruce por delante y al que no, también.

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La sociedad de Port Moore está configurada con la jerarquía clásica que tantos años de cine nos han enseñado: un alcalde, la Iglesia y la policía serán los principales cabecillas que organizarán a sus habitantes para salvar el pellejo y solucionar el desaguisado paranormal. También tendremos un invitado especial del género que, cómo no, se presenta como el gran culpable del desastre. La empresa científica Lambda, donde parecen disfrutar de la investigación con un acelerador de partículas. Lo típico, ya sabéis.

Vincent D'Onofrio (Kingpin en Daredevil) es el reverendo Dan y el único contacto vivo con el que Roman, el protagonista, tiene un trato cercano. Su papel será trascendental para la evolución de la trama, al igual que los de la alcaldesa Val (Luvia Petersen), su hermano Billy (Kim Coates) y la doctora Landis Barker (Kandyse McClure). Para rematar el elenco tendremos a Meat Loaf como Doug, la más pura representación "redneck" del pueblo.

Ghost Wars

Ghost Wars, al que, por cierto, su título le hace un flaco favor; se presenta como un batiburrillo de ficciones a caballo entre el terror y la ciencia ficción paranormal. Destino final e incluso Resident Evilson influencias casi palpables en su trama. Desde los habitantes que caen como churros mediante enrevesados azares del destino provocados por las apariciones hasta la empresa que detona la trama y que a a más de uno le recordará a la famosa Umbrella Corp. Y estas son sólo algunas de las referencias sobre las que han trabajado en la creación de la serie, porque también habrá lugar para el cruce de Los cazafantasmas, Alien, zombis e incluso exorcismos.

Más de un lector estará pensando en cómo habrán sido capaces de justificar la aparición de elementos tan dispares en la trama. Simple: no lo hacen. La estructura narrativa está construida con naipes y amenaza con desmoronarse a cada paso que da, dando lugar a un circo de intenciones que no terminan de definirse. Son pequeños mordiscos a ideas originales que funcionaron aisladamente en sus respectivas producciones, pero que, en este caso, confluyen en un ejercicio sin mesura. Ya lo dice el refrán: quien mucho abarca, poco aprieta.

El circo de las interpretaciones

Desde el primer capítulo de la serie, la temporada 1 de Ghost Wars da muestras de su inestabilidad. Se suceden reacciones y acontecimientos absolutamente inverosímiles heredados de la construcción de sus personajes. Tan pronto obtendremos reacciones exacerbadas en sus relaciones como muestras de afecto espontáneas que pueden arrancarte de su diégesis. Un ejemplo con un ligero spoiler del primer capítulo: uno de los personajes secundarios, que además es policía, termina despeñándose por un precipicio ante la mirada de sus compañeros. ¿Las reacciones? Inexistentes. Los allí presentes se limitarán a afirmar que, efectivamente, el compañero "se ha despeñado" y volverán a sus casas como el que acaba tarde en una reunión de amigos.

Ghost Wars

Esa es otro de las características de la ficción de Simon Barry: los habitantes de Port Moore van a caer como moscas. Advertiría del peligro de coger cariño a alguno de ellos, pero, como ya decíamos, la construcción que nos ofrecen, sumado a sus actuaciones, provocan que sea harto difícil encontrar algo de empatía por este circo de arquetipos mal orquestados. Sólo hay una excepción a la regla: Kim Coates. Su mal hablado y heterodoxo Billy McGrath conseguirá algunas de las mejores escenas gracias al carisma que suele aportar este histrionismo en el que tan bien sabe moverse.

Avan Jogia, por contra, es uno de los grandes lastres de la serie. Se pasea por los capítulos con vagueza, provocando que el desarrollo de la trama sea tan vacuo como su interés por su personaje protagonista. Es aburrido y agotador ver cómo cada aparición parece un esfuerzo, como si hubiese estado calentando en la banda durante todo el partido y sólo entrase para perder tiempo. No podemos acertar a saber si se trata de una mala dirección actoral, de casting o de su propia desazón, pero este Roman Mercer es una piedra en el camino en lugar de la llave que haga funcionar el engranaje.

Ghost Wars

Por si fuera poco, uno de los recursos de sus múltiples guionistas para solucionar los conflictos son los paseos. Sí, en esta serie de Netflix se dan caminatas con carácter arbitrario que salvarán vidas y que sucederán en prácticamente la totalidad de los capítulos. Roman Mercer aparecerá para salvar el día en cualquier punta del pueblo sin una mínima justificación más que su pasión por deambular por un pueblo en el que todos quieren insultarle. No parece, por tanto, la decisión que tomaría un personaje que pretende huir de esos ataques.

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Tenemos personajes omniscientes capaces de enterarse de sucesos con los que jamás han tenido contacto, personajes que se teletransportan de una escena a la siguiente para obedecer a las necesidades del guion y personajes todopoderosos capaces de practicar un exorcismo con leer dos frases de un libro. Los tenemos con espíritu de veleta, capaces de cambiar sus intenciones en escenas concatenadas sin gatillos que lo accionen, y los tenemos impertérritos, como Marilyn McGrath-Dufresne (Kristin Lehman) que es capaz de reaccionar a la noticia de que su hija estaba levitando y ahogándose con un sobrio "vale".

Se rompen las reglas establecidas por su propio universo y veremos cómo la verosimilitud de la serie se desmorona en función de las necesidades inmediatas de la trama y del atasco que se haya producido, dando lugar a un sinfín de aplicaciones del archiconocido Deus Ex Machina para resolver conflictos.

La guerra en los interiores

El tiempo es difuso en Port Moore. No sólo por el aislamiento al que someten los fantasmas a sus habitantes, sino por el escaso trabajo de localización con el que quieren situarnos en el pueblo. Después de ver sus trece capítulos, todavía no seríamos capaces de dilucidar cuántos días, semanas o meses han pasado desde el inicio de los ataques. No hay planos situacionales y, como decíamos párrafos atrás, sus personajes parecen teletransportarse entre los planos de interior que es donde verdaderamente se desarrolla la trama.

Ghost Wars

Esta decisión provoca que tengamos la constante sensación de que los personajes brotan como chinches al no tener capacidad para medir el tamaño del pueblo, además de la ya mencionada velocidad desorbitada entre localizaciones. El tiempo y la distancia son conceptos que se pierden y restan capacidad a los espectadores para seguir con lógica la evolución del relato.

Hay directores que apuestan por una realización más dinámica, como es el caso de Michael Nankin, y otros que buscan cuidar cada plano, como Leslie Hope, pero en términos generales nos enfrentaremos a una cámara monótona que abusa del plano fijo. El ritmo marcado por el guion tampoco es el gran fuerte de la serie, por lo que el escaso riesgo tomado en la dirección hacen de ellos una pareja soporífera.

Conclusiones

Ghost Wars despide un constante olor a serie B. Los efectos especiales están décadas por detrás de lo esperable en una ficción de este calibre, sus interpretaciones son desastrosas y el cóctel de elementos con el que edulcoran el relato no termina de ligar. Sus trece capítulos a razón de cincuenta minutos tampoco la convierten en un producto especialmente digerible, por lo que sus posibilidades se reducen entre el mar de títulos que inundan Netflix.

La plataforma sigue arriesgando con nuevos contenidos y, aunque Ghost Wars no será la elección idónea si esperamos una ficción rematada con la calidad de todopoderosas en el género como Stranger Thingso Dark, sí podría encontrar un hueco en la biblioteca de los amantes del género paranormal con ese regusto a cine de bajo presupuesto.

VALORACIÓN:

Ghost Wars busca un reto complejo: aunar los elementos de éxito originales del género de terror y paranormal en una trama de fantasmas enfadados. El resultado es un batiburrillo de malas actuaciones y arbitrariedad narrativa que se queda muy lejos del objetivo.

LO MEJOR:

Kim Coates consigue salvar con cierta gracia su personaje, que termina siendo de los más revelantes de la serie.

LO PEOR:

Las interpretaciones en su práctica totalidad, la arbitrariedad de la trama y el caos de elementos que la conforman.
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45

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