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Crítica de Gigantes, el thriller criminal con José Coronado

Gigantes
Crítica de Gigantes, el thriller criminal de Enrique Urbizu creado para Movistar + como parte de su producción propia, protagonizado entre otros por José Coronado, Daniel Grao, Isak Férriz y Carlos Librado.

Seis son los episodios que conforman la primera temporada de la serie Gigantes, de una duración que oscila entre los 58 y los 47 minutos. La segunda temporada ya está confirmada y llegará a Movistar + en 2019, así que hay muchas cosas positivas que contar del tercer trabajo de Enrique Urbizu para la televisión después de su implicación en Las aventuras del capitán Altatriste en 2013 y de la dirección de uno de los episodios de Pepe Carvalho allá por 1999.

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El escritor y director de títulos tan celebrados y emblemáticos como La caja 507 (que nos permitió redescubrir a un José Coronado que ya empezaba a salir del prototipo de galán para introducirse en nuevas ondas interpretativas y junto con quien también rodaría La vida mancha) y No habrá paz para los malvados nos ofrece en esta ocasión un thriller urbano visceral y brutote, que cuenta con una fuerte impronta autoral.

La estrategia de Movistar + sigue siendo en este sentido muy identificable: el estilo de Mariano Barroso estaba en cada plano de El día de mañanael de Cesc Gay en Félixla voz de Mar Coll era reconocible en Matar al padre, el sello de Alberto Rodríguez estaba en La peste y también se podía apreciar en La zona el don de Jorge Sánchez-Cabezudo. Gigantestiene el ADN de Urbizu en su médula espinal: no hay paz para los malvados tampoco en esta ocasión.

Y son unos cuantos. La serie nos introduce en el seno de un clan familiar liderado por el adusto y dominante Abraham Guerrero (interpretado por el fetiche de Urbizu José Coronado). Sus tres hijos Daniel, Tomás y Clemente (Isak Férriz, Daniel Grao y Juan Carlos Librado respectivamente), son los herederos de un imperio basado en el tráfico de droga que les enseña a manejar su patriarca desde bien pequeños, a veces incluso a la fuerza, negándoles hasta el derecho a llorar la muerte de su madre para endurecerlos y convertirlos en "gigantes".

Sin embargo, el más joven de los tres se interesa por el mundo del boxeo, lo que le lleva a contraer una fuerte deuda con una familia rival gitana, mientras que la forma de ser de Daniel y Tomás los enfrenta a cada paso: si el primero es puro nervio, al segundo le interesan mucho más las apariencias y fingir una prosperidad legal manejando con relativo éxito las cloacas de la corrupción política en su propio beneficio. En cualquier caso, el odio y la violencia son las grandes protagonistas de una serie en la que todo el mundo puede ser un enemigo... Desde un niño que te clave "un pincho" hasta una familia fermentada en el rencor que tiene que abrirse paso a la vez que dirime sus propias purgas intestinas.

Gigantes no es una serie fácil ni perfecta. Lo primero que llama la atención es cómo se ha trabajado el lenguaje: la jerga es más que adecuada, pero ni los diálogos son fluidos, ni los acentos creíbles: resultan en muchas ocasiones forzados en exceso y poco naturales. Salvando esta cuestión que es su principal talón de Aquiles, hay que decir que aunque por formato y evolución nos hallamos ante una serie, bien podríamos hablar de acabado cinematográfico en apartados como la fotografía o la banda sonora, pero lo que nos atrapa de ella son los personajes.

El objetivo de la serie de Movistar+ no es mostrar cómo se crean y prosperan las redes de narcotráfico ahí al lado, frente a nuestro portal, a pesar de meter en la ecuación incluso a una polícia honesta y empeñada en pescar a estos tiburones de barrio; más bien, busca retratar a una familia que desde su inicio está en proceso de putrefacción y que nos lleva a ver cómo un grupo de fieras criadas como animales están dispuestas a sucumbir a su ansia fratricida en su ambición por crecer más y más, hasta literalmente no caber en la pantalla, como sucede al rótulo que presenta la historia en cada episodio.

Lo mejor es probable que esté por llegar: como decíamos, la segunda entrega de episodios de Gigantes está en camino y a la luz del paso del tiempo (ojito al ritmo de la serie, porque funciona como un tiro) se desarrollarán secundarios que han quedado apuntados y si se explotan pueden ser la bomba, desde la pequeña Guerrero que se reafirma en su identidad queriendo ocupar su lugar en el tablero de juego hasta la gitana Sol, que no parece que haya mostrado aún todas sus cartas. En fin, la galería de "descastaos" que pueblan este infierno urbano, tiene que darnos aún más alegrías... De momento Urbizu cumple con creces y deja con hambre.

VALORACIÓN:

Enrique Urbizu entrega una serie que va de menos a más y que pisa el acelerador a partir del segundo episodio: rezuma mala baba y es a veces corrosiva: un festín para los amantes de su cine.

LO MEJOR:

La interpretación de Isak Férriz, la fotografía, la ambientación y el ritmo de la narración, en la que hay personajes memorables.

LO PEOR:

La falta de naturalidad de los diálogos y lo forzados que resultan los acentos. En general no es una serie rompedora.
Hobby

78

Bueno

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