Crítica de Los hermanos Sun, la apuesta de Netflix por la acción y el humor con la gran Michelle Yeoh

Netflix no deja de pisar el acelerador y una de sus últimas incorporaciones a su catálogo de series originales viene de la mano de Brad Falchuck, el creador de Glee, Pose o American Horror Story. En esta ocasión, Los hermanos Sun (The Brothers Sun), tiene un sabor muy distinto a producciones anteriores al haber sido cocreada junto al debutante Byron Wu.

Se trata de una serie compuesta por ocho episodios de entre 40 y 65 minutos de duración en el que se mezclan géneros como la acción, el drama y el humor absurdo, contando con momentos hilarantes y otros bastante más serios.

Como hilo conductor, la situación de una peculiar familia de gánsters que tienen que hacer frente a una delicada.decisión: seguir el camino marcado por la tradición o abrirse paso tratando de dar cabida a sus sueños, autoafirmándose más allá de la lealtad a la familia y al clan.

Familia, crimen y comida, un mix indisoluble

Bruce vive con su madre Eileen en Los Ángeles, donde estudia medicina mientras compagina los exámenes con clases de improvisación que le apasionan.

Su vida, no obstante, está a punto de dar un giro radical cuando su hermano Charles, al que lleva años sin ver, viaja desde Taipei para defenderlos a ambos del ataque de peligrosos grupos criminales taiwaneses.

Él no tiene ni idea, pero su familia forma parte de la tríada de los Dragones de Jade y han sido atacados en su terreno, poniendo en jaque sus intereses lo que le va a llevar a vivir una serie de situaciones muy locas, que incluirán muchos ataques contra su propia vida, secuestros y traiciones de toda clase y condición.

Entre tanto, la fiscal del distrito y antigua amiga de Charles, se propondrá frenar la oleada de asesinatos que amenaza a la ciudad.

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Los hermanos Sun es una serie que no va a cambiarle la vida a nadie, pero que quizás sí consiga hacérsela más liviana a los amantes de la acción. Su humor no siempre funciona a pleno rendimiento, pero lo que no fallan son las peleas cuerpo a cuerpo, bastante imaginativas y bien planificadas, que se van templando a medida que avanza la serie.

En otras palabras: las mejores peleas están al final de los últimos episodios, especialmente el 6 y el 7, con homenaje incluido al clásico ochentero Gymkata y la famosísima secuencia de las patadas del gimnasta Kurt Thomas. Se respira amor por el género, con alguna coreografía que recuerda a las que ha protagonizado Jackie Chan (Sam Song Li parece buscar ser su heredero espiritual).

Por lo demás, la serie cuenta con un reparto amplio integrado por intérpretes asiáticos (y guiños a otros que no están presentes físicamente pero han prestado su imagen como el surcoreano John Cho), entre los que destaca, por supuesto la presencia de la magnética ganadora del Óscar por Todo a la vez en todas partes: Michelle Yeoh. 

No la vais a ver repartiendo estopa, por desgracia, o al menos, no tanta como era de esperar, pero eleva el listón con su mera presencia, infundiéndole elegancia a la producción. Para quien se lo pregunte, la calificación por edades la recomienda para mayores de 16 años por la violencia explícita que contiene.

Más inesperada, aunque eso no la hace menos disfrutable es la apuesta culinaria de la serie: la comida se convierte en muchas ocasiones en una experiencia que va más allá de lo alimenticio para ser una metáfora del amor, de la familia y de la unión entre clanes. Dicho de otra manera, es un elemento de unión social y de memoria cultural colectiva que le da un plus a la ficción.. 

Por lo demás, da la sensación de que Los hermanos Sun todavía tiene margen de maniobra para decantar mejor su fórmula: los episodios, aunque muy entretenidos, se antojan demasiado largos para el tono liviano de la serie y los momentos álgidos se postergan para los impases finales. 

Ojo, que hay una breve escena postcréditos al final del último episodio que es fácil pasar por alto y deja apuntada una más que probable segunda temporada. A grandes rasgos esta primera cumple con lo que promete, aunque tiene sus altibajos narrativos. Afinando el ritmo y profundizando en en l juego de contrastes entre los dos hermanos hay muchas posibilidades de que despunte.