Crítica de El milagro del padre Stu, película basada en hechos reales que protagoniza Mark Wahlberg. Ya hemos podido ver la película y os contamos qué nos ha parecido en nuestra crítica.
Hay ciertas películas que de entrada su argumento no nos llama especialmente la atención. Sin embargo, si en el rótulo aparecen las palabras "basada en hechos reales", la cosa cambia.
Y es que (casi) siempre nos despierta la curiosidad cuando nos topamos con una película cuya trama sucedió en la vida real, donde nos encontramos historias realmente interesantes.
Eso es lo que nos ha pasado con El milagro del padre Stu, un drama biográfico sobre religión con una trama que, de haber sido otro tipo de película, no nos habría interesado demasiado a priori, pero al tratarse de un suceso real nos ha llamado mucho la atención.
Protagonizada por Mark Wahlberg (Uncharted, Infinite, Arthur the King), la película El milagro del padre Stu narra la historia real de Stuart Long, un boxeador amateur que se ve obligado a poner fin a su carrera debido a una severa lesión, por lo que decide mudarse a Los Ángeles persiguiendo su sueño de ser actor.
Mientras se las arregla como puede como empleado de un supermercado, Stu conoce a Carmen, una maestra de escuela dominical católica que parece inmune a su apariencia de chico malo por lo que, decidido a conquistarla, el agnóstico de toda la vida comienza a ir a la iglesia para impresionarla.
Tráiler de El milagro del padre Stu, con Mark Wahlberg
Sin embargo, tras sobrevivir milagrosamente a un terrible accidente de motocicleta, Stu empieza a plantearse si puede dar una segunda oportunidad a su vida ayudando a otros a encontrar su camino, lo que lo lleva a darse cuenta de que está destinado a ser un sacerdote católico.
A pesar de una devastadora crisis de salud y el escepticismo de los miembros de la Iglesia y de sus padres separados, Stu persigue su vocación con coraje y compasión, inspirando no solo a los más cercanos a él, sino a muchos otros con los que se cruza en el camino.
Desde luego resulta curioso cómo una persona puede cambiar tanto su manera de ver el mundo y pasar de ser un escéptico de la religión a creer con fervor la existencia de Dios.
Seguramente muchos de los que nos están leyendo no sean especialmente creyentes, pero aún así es muy probable que queden satisfechos con El milagro del padre Stu, pues su conmovedora historia nos hace ver el lado positivo de las cosas en un mundo en el que no todos son especialmente solidarios con los demás.
Esto es algo que plasma muy bien Mark Wahlberg encarnando a Stuart Long, cuya interpretación nos mantiene pegados a la pantalla contemplando su metamorfosis de "chico malo" a todo un ejemplo de bondad y compasión que afecta (al principio de forma negativa, pero luego a mejor) a sus seres queridos.
Tan interesante le resultó el papel que Mark Wahlberg ha gastado millones de dólares para financiar la película, siguiendo el ejemplo de su compañero de reparto Mel Gibson cuando financió su película La Pasión de Cristo.
Hablando de Mel Gibson, aunque la película se enfoca en el personaje de Mark Wahlberg, El milagro del padre Stu también se sostiene muy bien gracias a la buena interpretación que nos brindan sus actores secundarios, con Gibson y Jacki Weaver en el papel de los padres de Stu, así como de Teresa Ruiz, Cody Fern o el gran Malcolm McDowell, entre otros.
Sin embargo, todo tiene un "pero", y en el caso de El milagro del padre Stu su principal problema es que en ocasiones el ritmo de su trama se hace algo lento y pesado a lo largo de sus más de dos horas de duración. Esto es algo muy habitual en las películas biográficas a la hora de plasmar sus respectivas historias, pero aún así se habría agradecido algo más de "soltura".
En definitiva, El milagro del padre Stu es una conmovedora historia que gustará incluso al espectador menos creyente. No es la panacea de los biopics, pero cumple a la hora de rendir tributo a la figura de Stuart Long. Ah, y muy atentos a los créditos, pues aparte de mostrar imágenes del verdadero padre Stu, también se incluye una escena adicional que sacará una sonrisa después de tanto drama.