Crítica de El privilegio: Netflix convierte Élite en una conspiración

Hay varios conceptos que se suelen repetir constantemente en Netflix. O, al menos, lleva teniendo lugar desde hace unos años. Uno de ellos es su interés en buscar una franquicia de superhéroes de la que sacar tajada como sus competidoras; y el segundo concepto es el de las historias de adolescentes, que cada vez se van volviendo más y más enrevesadas.

No podemos culpar a la gran plataforma streaming de este interés genuino en lo 'teen'. A fin de cuentas, su buque insignia en la era moderna ha sido Stranger Things. Uno de esos viajes inolvidables que nos trasladaron hasta la década de los 80, además de fusilar al máximo posible los prolegómenos narrativos del gran Stephen King.

Tras Stranger Things ha habido dos bombazos más, dos series de Netflix que han probado el potencial de estas historias de adolescentes. Una de ellas fue Por trece razones, que nos mostró la cara más agria y oscura de la secundaria; la otra, más naif pero no menos importante, fue Sex Education. En ambos casos, el éxito fue rotundo dentro del catálogo. Para prueba, las estadísticas.

España también puso su granito de arena en ese sentido. La producción de corte nacional brindó Élite en Netflix, una serie que se esforzó en diferenciarse radicalmente de las propuestas mencionadas. Sexo (mucho sexo), niñatos millonarios que convivían con barriobajeros, un asesinato y no sé cuántas milongas más que divirtieron al personal patrio. Lo suficiente como para seguir suscrito.

De ella bebe mucho El privilegio, la nueva película de Netflix de producción alemana que ya está disponible en la plataforma streaming. Obra de Felix Fuchssteiner y Katharina Schöde, pretende ser una especie de terror sobrenatural y se queda en telefilme cutre y salchichero, de esos de sobremesa en las televisiones nacionales. Perfectos para la siesta, malos para el estómago.

Os dejamos su tráiler, para que le echéis un vistazo. A ver si a vosotros os llama la atención.

La sinopsis de El privilegio en Netflix es, cuanto menos, inquietante. La historia está protagonizada por un adolescente bastante acomodado; vamos, otro de esos muchachos de Élite que tiene más dinero que Jeff Bezos. Su grupo de amigos también se deja caer por ahí, cargados con alforjas de dinero. Sin embargo, hay un misterio en su instituto. Pasan cosas.

Esas cosas que pasan (no vamos a hacer spoilers) terminan revelando una siniestra conspiración. Entonces, el protagonista y sus amigos deciden investigar una serie de extraños sucesos paranormales para acabar descubriendo la verdad. Parece interesante, ¿verdad?

Bien, pues lo cierto es que el interés dura lo mismo que la secuencia de apertura. Debemos reconocer que el inicio de El privilegio nos ha generado una curiosidad innata, casi imperiosa, de seguir mirando la pantalla. Le sobran apenas unos minutos para dejarnos boquiabiertos y preguntarnos qué narices estamos viendo. Y, lo más importante, por qué.

Sin embargo, la atracción, el magnetismo inicial, se difumina en cuanto la película alemana de Netflix se convierte en un paseo de personajes con menos carisma que una luciérnaga sin luz. Todo lo que había de interesante pasa a ser banal, anodino; casi estúpido, podríamos decir. No hay nada provocativo en este filme, salvo su corta duración (107 minutos).

En ese circo de adolescentes millonarios pretendiendo jugar a ser Iker Jiménez en un instituto de cosas paranormales, lo más interesante es saber que puede haber un final. Ni la trama, ni los personajes, ni los giros de guion, ni las sorpresas, ni la investigación... Nada genera un interés real, una fascinación auténtica. Todo es puro teatro, un guiñol innecesaria de pésimo gusto.

Nos duele decirlo de esta manera, pero... La historia de El privilegio es una historia del montón. Una más en un mar de cientos de miles por mes. Todo resulta tan forzado que está a punto de partirse por la mitad antes de terminar el segundo acto. Ni siquiera las sorpresas son sorpresas, ya que por querer sorprender resultan previsibles. Ya lo he visto, aunque quieran hacerme creer que no.

La película El privilegio de Netflix debería divertirnos, entretenernos. Pero no lo ha hecho. No es que sea un suplicio, eso es decir mucho. Hay filmes mucho peores, desde luego. Sin embargo, los personajes están tan mal diseñados, tan mal escritos, tan mal dirigidos, tan mal desarrollados... Y la historia está tan limitada por un tono ridículo y absurdo, que pierde toda su magia.

Los directores deberían haberse centrado en hacer un filme de terror sobrenatural de verdad, de esos que dan miedo. Incluso cayendo en el 'jump scare' facilón; seguro que eso le habría dado un aliciente propicio para la narrativa. Pero nada. El privilegio quiere jugar a otra cosa y acaba siendo una especie de Élite de la conspiración, pero sin identidad ni voluntad de tenerla.

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Desde luego, nosotros os recomendamos no darle una oportunidad. Si se la termináis dando, eso es cosa vuestra. Ya sabéis lo que se dice de los gustos, que hay uno por individuo. Puede que está película sea para vosotros; pero, desde luego, no lo ha sido para nosotros.