Quentin Tarantino estaba tan quemado con el rodaje de una de sus películas que el elenco le tenía miedo
Hay películas que pueden sacar a relucir la faceta más despótica de un director, y Quentin Tarantino no se salva.
Es muy probable que Quentin Tarantino sea uno de los directores más enamorados del cine que hay activos en este momento. Sí, más que la media de cineastas. El director de películas como Django o Malditos bastardos está inmerso en la preproducción de la que será, según él, su última película desde la silla del director.
La filmografía de Quentin Tarantino como director en solitario no es muy extensa, a pesar de su inmensa influencia. Le pasa algo similar a James Cameron, quien parece tener más películas dirigidas de las que realmente tiene —películas, no documentales, series, etc.—.
Pese a no tener una filmografía extensa, Quentin Tarantino es uno de tantos directores que ha dejado salir a pasear al ogro que lleva dentro en el que, para él, ha sido su rodaje más exigente y tortuoso. ¿La película? Nada menos que las dos imprescindibles entregas de Kill Bill.
Las dos entregas protagonizadas por Uma Thurman fueron tan exigentes para el equipo y el director que los implicados llegaron a sentir tanto temor hacia el cineasta que solo se dirigían a Quentin Tarantino si era estrictamente necesario.
El rodaje de Kill Bill fue un infierno para Quentin Tarantino
Tal y como recuerdan en Starfacts, el propio director confirmó, tras el estreno de Kill Bill Vol. 2, que el rodaje de la película en dos partes sacó lo peor de él.
""Estaba harto de hacer la jodida película, de levantarme tan jodidamente temprano, de trabajar tan duro, de no tener una vida, de responder preguntas. Fui un maldito idiota gruñón todo el día".
Además, Quentin Tarantino sufrió un accidente con una de las bolas usadas por Gogo Yubari (Chiaki Kuriyama). El director estaba agazapado tras una cámara, asegurándose de que se filmaba todo correctamente, cuando la bola con la que hacía cabriolas la actriz le cayó en la cabeza.
Afortunadamente, para él, no fue la versión maciza, sino la ligera que se empleaba para las escenas de lucha contra Uma Thurman.
La venganza personal de Beatrix Kiddo en Kill Bill es una de las joyas de la corona de Quentin Tarantino, aunque él y el resto del equipo viviesen un infierno en el rodaje.
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