Los dos clásicos de los 80 que cambiaron para siempre el sistema de calificación MPAA en Estados Unidos

Seguro que alguna vez visteis una película de terror slasher cuando eráis pequeños, o, sin querer, presenciasteis por error una cinta X en televisión. Por algo existen los sistemas de calificación por edades, tanto en videojuegos como en música, productos de TV y, por supuesto, el cine.

Hoy en día hemos normalizado las diferentes calificaciones de edad para los estrenos de cine (o pases televisivos). Ojo, porque en esta noticia hablaremos de los criterios que sigue la MPAA en Estados Unidos.

Aunque no lo parezca, la calificación PG-13 (que en España conocemos como ''No recomendado para menores de 13 años'') es la más reciente de todas. Es más, hasta 1984 no existía.

¿Qué problema hay? Pues que hasta dicho año algunas películas (como Poltergeist) con violencia gráfica y terror a punta pala eran calificadas PG, lo que implicaba que podían verla menores de edad si estaban acompañados de sus tutores legales.

Sin embargo, en 1984 se produjo el estreno de dos auténticos clásicos del cine de ficción, que obligaron a la MPAA a cambiar sus criterios y formar la calificación PG-13.

Steven Spielberg hizo de las suyas

Antes de nada, vamos a dar un repaso rápido a los criterios de calificación de Estados Unidos hasta 1984. Las películas G eran aptas para todos los públicos, mientras PG permitía que menores de edad vieran la película si estaban acompañados de sus padres o de un tutor legal.

De PG (calificación dada a Tiburón o Poltergeist, por citar dos ejemplos) pasamos directamente a R, que son aquellas películas +18. Finalmente teníamos la calificación X, totalmente prohibida para menores de edad.

Corría el año 1984, y Steven Spielberg se preparaba para dos grandes estrenos de cine. Por un lado estaba Gremlins, una comedia de terror dirigida por Joe Dante (Spielberg ejerció de productor ejecutivo) que iba a dar mucho que hablar.

Tras el éxito de En busca del arca perdida (1981), Spielberg volvería a ponerse a los mandos de la dirección con Indiana Jones y el templo maldito, una secuela más oscura y épica con Harrison Ford.

La cuestión es que ambas películas fueron pasando los cortes de la MPAA, que consideraba que la calificación PG (la que Spielberg buscaba, como pasó con la primera película de Indiana Jones) se quedaba demasiado corta en estos casos.

Gremlins era (y es) una comedia con mucha mala leche, que incluye escenas de violencia gráfica (como aquel monstruito hecho añicos en el microondas) e incluso toques de terror que podían asustar a los más pequeños.

En el caso de Indiana Jones y el templo maldito, Spielberg introdujo elementos más oscuros y secuencias perturbadores (aquel sacrificio con ''sacada'' de corazón incluida) que en la primera.

A pesar de esto, tanto Indiana Jones 2 como Gremlins se estrenaron bajo la calificación PG en los cines. Y entonces se destapó la caja de los truenos: muchos padres se quejaron de que sus hijos se habían quedado impactados, e incluso se dieron casos de abandono de las salas de cine.

Tras esto, Steven Spielberg habló con su amigo Jack Valenti (por aquel entonces director de la MPAA) y le sugirió que crease una nueva calificación para películas ''más violentas'', pero sin llegar a los estándares de una cinta R.

Y entonces nació la calificación PG-13, que permitía a los mayores de 13 años entrar en la sala, aunque los menores deben entrar acompañados de un tutor legal.

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La primera película en estrenarse bajo la etiqueta PG-13 en Estados Unidos fue Amanecer rojo, una película bélica protagonizada por el carismático Patrick Swayze (Dirty Dancing) en junio de 1984.

¿Conocías el origen de la calificación PG-13 para los estrenos de cine? Sin duda es curioso que dos cintas tan queridas como Gremlins y la secuela de En busca del arca perdida tuvieran tantos problemas en sus respectivos estrenos, ¿verdad?