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Amor a quemarropa por un género agonizante

House of the Dead

Desde que los videojuegos empezaran a acompañarnos, hace cerca de cincuenta años, los distintos géneros han ido naciendo, creciendo, evolucionando y sobreviviendo con nuevas formas. Aunque uno de mis preferidos de siempre ha terminado por casi desaparecer. 

Muchos géneros primigenios siguen vivos gracias a los creadores indie, que visten, por ejemplo, a los matamarcianos de toda la vida con nuevas galas, en forma de mecánicas innovadoras y gráficos más vistosos. Un buen ejemplo, Sol Cresta.

Los puzles y los arcades de habilidad tienen en las plataformas móviles un terreno abonado para proliferar, aunque han estado años en la cuerda floja. Los juegos de rol siguen ahí, pixelados y sin pixelar; por turnos y en tiempo real.

La lucha y los “yo contra el barrio” han evolucionado de muchas maneras (ahora se les llama brawlers), y las aventuras han cogido elementos de todos los géneros para convertirse en la actualidad en el género estrella, con una amalgama de puzles, acción, saltos y exploración.

Incluso las aventuras conversacionales han mantenido su legado, cambiando la construcción de órdenes (era difícil acertar con la frase correcta), por opciones cerradas, objetos en un inventario, interacciones con el ratón… Aventuras gráficas, cuyos herederos bien pueden ser las aventuras de Telltale y las de Dontnod. Incluso los “walking simulator” tienen mucho de aventura gráfica.

Sin embargo, hay un género, que existía incluso antes que los videojuegos como tal, que ha quedado casi relegado al olvido por culpa de la tecnología. 

Life is Strange True Colors

Qué cosas, justo lo contrario que les ha pasado a todos los demás. Me refiero a los juegos de puntería, arcades de pistola o como queráis llamarlos

A finales del siglo XIX, cuando todavía no podíamos hablar ni de máquinas arcade y mucho menos de videojuegos, ya había muebles que emulaban la experiencia de disparar a una diana, con armas metidas en cajas estancas. 

Las máquinas electromecánicas mejoraron la experiencia (con dianas móviles, escenarios…) hasta que, en 1935, Charles Griffith patentó "Ray-O-Lite", la primera máquina que usó la luz y sensores para recrear la sensación de disparar un arma. Todavía no había pantalla, pero los proyectiles reales ya habían desaparecido. 

"Ray-O-Lite" es la primera máquina que usó la luz y sensores para recrear la sensación de disparar un arma.
"Ray-O-Lite" es la primera máquina que usó la luz y sensores para recrear la sensación de disparar un arma.

A partir de ahí fue un no parar: la videoproyección le dio más lustre al invento y el mismísimo Gunpei Yokoi se interesó por la tecnología con la idea de transformar boleras en galerías de tiro con su sistema Laser Clay Shooting.

Mi primera consola, por llamarlo de alguna forma, era una maquinita que guardaba en su interior el clásico Pong (llamado Tenis) y alguna que otra variante: con dos palitos por equipos, contra una pared para jugar solo… 

Además, venía acompañado de una pistola, que se podía convertir en escopeta, con culata y cañón, con la que disparar a un cuadrado que rebotaba en pantalla. Mi primer juego de pistola. Y uno de mis primeros vicios. 

Por supuesto, tuve la Zapper para mi NES, y me pasaba las horas muerta cazando patos en Duck Hunt (tengo el amiibo, claro). 

Y me encantó Wild Gunman y Hogan’s Alley, que era como mi adorado West Bank (Dinamic) para Spectrum, pero con pistola de verdad. 

Y qué decir de Snatcher. La aventura ciberpunk de Hideo Kojima para Mega CD no era un arcade de pistola al uso, pero el juego ganaba mucho, muchísimo, usándola en los momentos de acción… (aunque nos la tuvieron parada en la aduana un montón de meses). Si tenéis curiosidad, aquí tenéis la historia de las primeras pistolas de luz

Eso sí, lo que de verdad me gustaba estaba en los recreativos. Buscaba ávidamente máquinas de pistola: me llegó a salir una ampolla en el índice que tanto darle al gatillo en Operation Wolf. 

Y me encantaron los arcades de Picmatic (navarros, para más señas): Los Justicieros y Marbella Vice. Películas interactivas dirigidas por Enrique Urbizu y Álex de la Iglesia, y con actores como Santiago Segura o Álex Angulo...

Pero no siempre podía acceder a los recreativos, y no siempre me sobraban las monedas para partidas tan rápidas, así que cuando empezaron a salir maravillas como Time Crisis o House of The Dead estaba más feliz que una perdiz... ¡Porque los podía jugar en casa con PlayStation y Saturn! Lástima que Silent Scope no fuera lo mismo… 

time crisis

No os hacéis una idea de la cantidad de pistolas de plástico que tengo guardadas por ahí en cajas. Oficiales, no oficiales, réplicas de armas reales, estrambóticas, con pedal, sin pedal…

Fue una época en la que había montones de juegos de pistola. Yo me lo pasaba pipa picándome con Point-Blank, repitiendo la fase del aeropuerto de Die Hard Trilogy o buscando la partida perfecta (un tiro, un muerto) en Virtua Cop… 

Pero llegaron las teles de 100 Hz, las teles HD, las incompatibilidades de las pistolas… Y se acabó. Por que no, no es lo mismo apuntar y disparar que arrastrar un cursor por la pantalla. Para mí, no es lo mismo. 

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A veces tengo la sensación de que soy un poco gafe y que todo lo que me gusta lo retiran, como los Fruit Loops de Kellog’s, o los helados Espiral de chocolate de Mercadona… (ya sé, ya sé, comida sana)

Luego me acuerdo de que no, de que los arcades de disparo no han muerto, pero se han refugiado en un recóndito lugar que no avanza tan deprisa como a mí me gustaría

Me lo he pasado muy bien con juegos como Blood & Truth o Until Dawn: Rush of Blood, pero me da mucha pereza sumergirme en la realidad virtual para pegar unos tiros: yo soy de las que, para mi desgracia, se marean. Y tanto cable, me da pereza… 

Pistol Whip
Pistol Whip

He pensado en desempaquetar las pistolas, buscar los juegos, instalar las consolas y darme el lujo de probar mis reflejos de vez en cuando, pero el problema es la tele. Y no, no sé dónde meter una tele de tubo. 

Después de tener hacer bricolaje con el mueble del salón para encajar una tele nueva, acorde a los tiempos que corren, resulta que no me vale para jugar a lo que a mí me gusta. 

No sé si es más fácil pedirle a los Reyes Magos una tele Ultra HD con HDMI 2.1 y compatible con las pistolas de antes o si implorarles que alguien me haga juegos de pistola combatibles con esa tele. 

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Quizá lo más fácil de todo sea reconocer y aceptar que el progreso no va siempre en la dirección que a nosotros nos gusta. Seguro que los amantes de las aventuras gráficas clásicas se han echado las manos a la cabeza cuando he dicho que siguen vivas en los juegos de Telltale Games… 

Esos fan de darle al coco pensarán que su género agoniza, igual que pienso yo que los arcades de pistola han pasaron a mejor vida con Wii (y eso que el Wiimote tampoco era lo mismo). A ellos les queda adaptarse a Life is Strange, a mí, adaptarme a la realidad virtual. 

O, mejor aún, a visitar con más asiduidad salones arcade, que quedan pocos, pero quedan, a ver si alguna máquina nueva me ayuda a sacudirme la nostalgia (¿sabéis si llegó a verse por estos lares la recreativa de The Walkig Dead?). Al fin al cabo, no es buena idea quedarse atascada en un pasado que ya no existe.

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