El primer contacto con un juego como Nioh 2 es de familiaridad. Han pasado solo dos años desde el lanzamiento del Nioh original en 2017 y para cuando la secuela esté en las tiendas habrán transcurrido tres años. No es tiempo suficiente como para que un título de estas características se haga deseable hasta el punto de tener a los usuarios esperando en la puerta de las tiendas. Ese breve espacio de tiempo entre las dos entregas también deriva en que no haya tantas diferencias técnicas entre ambos títulos. Pero lejos de ser algo que usar negativamente hacia Nioh 2, podemos decir que todo lo que signifique mantener lo que ya conocemos, es una buena noticia.
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Muerte y aprendizaje
La demo que hemos probado en el Tokyo Game Show 2019 comienza con una de las novedades del juego: la creación y personalización del protagonista. No es que se nos diera un editor profundo en exceso, pero sí que pudimos cambiar entre varios modelos, tanto hombres como mujeres. Una vez pasada la creación del personaje entramos al nivel, uno de los habituales escenarios tan propios de Nioh, oscuro, situado entre templos y en una zona rural. Está claro que el primer yokai no va a tardar en aparecer. Este primer pequeño demonio es un aviso a navegantes: es poca cosa, pero si no lo mantienes a raya te puede dar el día. Pero los jugadores de la primera entrega de la saga ya saben de qué va esto y cómo hay que jugar para poder sobrevivir.
No podemos atacar por atacar y vender nuestra posición por las ganas de querer hacer dos combos seguidos. Cuando ataquemos con un combo o un par de golpes, deberemos cubrirnos lo suficiente como para buscar otro hueco y seguir atacando. Nioh 2 es un juego que requiere paciencia si queremos sobrevivir. Claro está, podemos entregarnos a los brazos de la muerte y probar suerte con una maniobra más loca. Las posibilidades de supervivencia son reducidas. Nos esperan mayores peligros que esos pequeños yokai. Y en cuanto avanzamos un poco más, después de encontrar algún que otro tesoro, nos damos de lleno con la realidad: un enemigo mucho más poderoso nos espera. Si dejamos que se nos acerque estamos acabados, si no controlamos el alcance de sus ataques, estamos muertos. Si no administramos bien nuestras armas, estamos muertos. Y en nuestro caso, morimos muchas veces. Qué le vamos a hacer, son los nervios del momento, los nervios del directo, de estar en plena batalla en el TGS.
Lo que más nos salvó en Nioh 2 fue el uso del arco. La precisión con la que se disparan las flechas y la fuerza que tienen al impactar en los enemigos nos permite acabar con los yokai de un solo flechazo. Otra cuestión es quedarte sin flechas y comenzar a deambular pensando en si no habría sido más inteligente administrar la munición de otra manera.
Un viejo conocido con nuevos trucos
La primera impresión que nos proporciona Nioh 2 es que se trata de un viejo conocido, no tan viejo en cualquier caso, que ha vuelto a nosotros con una selección de nuevos trucos bajo la manga. Salvo por la creación y personalización del personaje, todo parece más bien un Nioh 1.5 que una secuela. Pero vamos jugando y las novedades van presentándose ante nosotros de una manera más que amena.
Por ejemplo, no tardamos en conocer al yokai Sunekosuri, que en las historias japonesas es un simple animal con aspecto de gato (a grandes rasgos) al cual le gusta caminar por el espacio que las personas tienen entre sus dos piernas. En ocasiones hacen caer al suelo a quienes molestan, especialmente a los niños, pero no se trata realmente de un yokai al que haya que temer. Algunas historias cuentan que se pega a las piernas porque quiere sentir la calidez de los humanos rozando su pelaje.
En Nioh 2 vamos a poder tener nuestro propio sunekosuri como mascota, la cual si tratamos bien nos ayudará en los combates recargando el medidor que nos permite usar el poder de los yokai. Porque en Nioh 2 usamos el poder de los yokai de una manera plena, realizando técnicas especiales y también transformándonos. Y como seguramente apreciarán algunos jugadores, si con anterioridad Nioh ya recordaba a la saga Onimusha en muchos aspectos (estéticos, espirituales, no relacionados directamente con la jugabilidad), ahora todavía hay más vínculo visto lo visto.
Otro tipo de yokai que hemos visto en la demo son los simpáticos y adorables sudama, que llegan para ocupar el puesto en cierta manera de los kodama, a los que ya conocimos en el primer Nioh. Con su ayuda tendremos acceso a recursos y mejores formas de equiparnos. En el caso de la demo pudimos cambiar entre un amplísimo abanico de armas y distintas armaduras y componentes de protección que elevaron nuestros parámetros. Pero no penséis que aún así no caímos en el intento de derrotar a los yokai más poderosos que había en nuestro camino.
La acción samurái vuelve en 2020
Con un lanzamiento previsto para inicios de 2020, Nioh 2 luce prometedor. Como decíamos, a primera vista no cambia tanto respecto al primer juego. Los decorados siguen teniendo esa profundidad y una manera realmente absorbente de introducirnos dentro de ellos. El repertorio de enemigos, al menos en la demo, es relativamente escueto, y este era uno de los principales problemas de la primera entrega, por lo que esperemos que se solucione. Los combates son rápidos y contundentes, todo lo que podemos esperar de la saga. Algunas de las nuevas armas cambian mucho la experiencia y le dan a nuestro personaje combinaciones y movimientos más acrobáticos, lo que nos permitirá desarrollar nuevas estrategias de ataque.
Con las dos hachas de mano, por ejemplo, nos veremos repartiendo golpes rápidos y haciendo esquives para intentar ponernos a salvo mientras golpeamos. Los nuevos yokai encajan bien en el planteamiento y nos gusta ver a nuestro gato fantasmal rodando a nuestro lado lleno de felicidad. Además, aunque no lo hemos probado, habrá una dimensión de los yokai a la que podremos viajar para combatir con los enemigos más poderosos y ganar equipamiento (otro parecido a Onimusha que no se nos escapa). En definitiva, Nioh 2 se perfila como una secuela muy continuista que defiende el dicho de “si funciona, no lo cambies”.
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