Crítica de Big Mouth temporada 4. El mosquito de la ansiedad pica en Netflix

Las series de comedia suelen tener una fecha de caducidad muy determinada y comenzar a flaquear tras dos o tres temporadas, pero Big Mouth de Netflix está consiguiendo mantener su cafre (y a la vez inteligente) nivel episodio tras episodio. La temporada 4 de Big Mouth arranca donde dejamos la tercera, con Nick y Andrew enfrentados por el beso con Missy.

Ahora, ambos deberán convivir en un campamento de verano, pero Andrew está dispuesto a humillarlo ante todos por despecho. Mientras, Jessi ha de seguir lidiando con la depresión y con una menstruación salvaje que la hará enfrentarse a un enemigo terrorífico: los tampones. Por su parte, Missi ahonda en sus raíces negras y Jay se embarca en una relación alocada con Lola.

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Todos estos cambios en sus vidas sirven para presentar a nuevos monstruos en las mentes de los protagonistas, con Tito el Mosquito de la Ansiedad como principal añadido. Este mosquito acosará a varios de ellos a medida que sus relaciones sociales se complican, tomando el relevo del Mago de la Vergüenza de la temporada 2.

No será el único momento alegórico y surrealista que encontraremos en la serie, desde compresas capaces de absorber lagos hasta una genial escena con Jay convertido en Godzilla como metáfora de la importancia de la comunicación a la hora de masturbar a alguien.

Y es que la temporada 4 de Big Mouth parece haber encontrado el equilibrio perfecto entre ser bruta de narices (el momento de estreñimiento salvaje de Andrew es para reírse de puro bestia) y a la vez servir como catarsis para reírnos de traumas por los que más de uno habría pasado o para conocer problemas de otros en los que quizá no habíamos reparado. ¿Te habías parado a pensar en lo terrorífico que tiene que ser para una chica ponerse el primer tampón o para un gay salir del armario ante sus padres conservadores?

Lo inteligente de esta comedia de Netflix es que lo presenta todo desde el humor, sin tomarse excesivamente en serio nada y salpicando las partes más escatológicas (nunca mejor dicho) con referencias muy frikis, que van desde homenajear series como Muñeca Rusa (con cameo incluido) hasta romper la cuarta pared y hacer alusión al cambio de actriz de doblaje para Missi.

En ese último aspecto, quizá, estriba una pequeña pega de cara al público medio español: buena parte de los chistes están pensados para el público norteamericano, por lo que ver que un pene tiene acento de New Jersey o que un personaje hace "code switching" para diferentes tipos de jergas no impactará igual de bien. Es como si nosotros intentamos explicar a alguien de Dakota del Norte la diferencia de acentos entre un gallego y un andaluz...

Aún así, el ritmo es tan rápido y bueno que pasamos todo ello por alto para conocer más y más personajes. Al haber tantos, no todos están representados con la misma profundidad (Duke Ellington o los padres de Nick han perdido bastante peso, por ejemplo), pero los principales y otros recién llegados como Milk (un rarito de manual) son tronchantes y, a la vez, sirven para reirnos de nosotros mismos.

Por supuesto, los Monstruos de las Hormanas siguen teniendo un papel central y, aunque Maurice sigue siendo muy gracioso, se nota que cada vez quieren dar más peso a una Connie interpretada por Maya Rudolph (veterana de Saturday Night Live), que ganó un Emmy por prestar su voz a este personaje en 2020.

Ojo, una vez más, a los números musicales, que arrancan desde el mismo resumen de la temporada anterior, explicado en base a rimas y mucho ritmo.

Por supuesto, habrá más de uno a los que la temporada 4 de Big Mouth les parezca simplemente chabacana. Claro que quiere provocar e incluso dar algo de asco en ocasiones, pero en la mayoría de los casos es una hipérbole que nos demuestra que, por muy bajo que se caiga, de todo se puede salir. En todo su salvajismo y locura, tiene un fondo que resulta tan reconfortante como una buena almohada... Una almohada para poner la cabeza, LA CABEZA.