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Crítica de The Crown 6 Parte 1 - ¿Supera el reto de mostrar el trauma colectivo de la muerte de Diana?

The Crown temporada final

Crítica de los cuatro primeros episodios de la temporada 6 de The Crown, centrados en el verano del 97 marcado por el accidente de París en el que murió Lady Di. Estreno el 16 de noviembre en Netflix.

Nunca antes la división en dos partes de una temporada de serie Netflix estuvo tan justificada: The Crown dosifica su sexta entrega para cerrar el arco argumental de la concatenación de catastróficas desdichas y decisiones apresuradas que condujeron a la muerte fortuita de Diana de Gales, Dodi Al-Fayed y el chófer que conducía su coche, Henri Paul, el 31 de agosto de 1997.

La serie se enfrentaba a su mayor reto hasta la fecha, dado que la audiencia vivió de primera mano el duelo colectivo de Gran Bretaña y el mundo entero se paró por unos instantes cuando se dio a conocer la trágica noticia. Es muy probable que quien pase los ojos sobre estas palabras, recuerde perfectamente qué estaba haciendo y cómo se sintió en ese preciso instante.

Persona Non Grata, Two Photographs, Dis-Moi Oui y Aftermath son los títulos de los cuatro episodios que nos llevan del enfrentamiento mediático de la monarquía y la ya divorciada Diana hasta el romance con Dodi Al-Fayed, la ruptura de su compromiso de matrimonio con la modelo estadounidense Kelly Fisher y la noche en la que perdieron la vida.

Por desgracia, en esta ocasión tan especial, la serie no ha conseguido estar a la altura de las expectativas. No sabemos si el ejercicio de escritura del guión de los cuatro episodios en cuestión que tratan de darle un contexto a este hecho, obedece precisamente a la necesidad de mostrar la frialdad de la Casa Real, al menos en su faceta más pública, pero la sensación que deja es gélida.

Hay varias decisiones que van a levantar una gran controversia en torno a esta cuestión: la primera de ellas es la de dejar en una posición muy egoísta y torpe a Muhammed Al-Fayed. Se le retrata como un manipulador entrometido e incluso se muestra su faceta más sórdida mostrando cómo pagó a un paparazzi para hacer estallar la relación de su hijo con Diana en los medios.

 

En pocas palabras, se le acusa de alguna manera de ser un causante, indirecto, pero responsable, del interés mediático desmedido por la pareja y por ende del accidente. Los intrusivos cazadores de imágenes, se autorretratan como "asesinos".

Así que poca sutileza con las metáforas en esta ocasión... El acoso mediático es lo que se muestra con mayor profusión, dejando claro hasta qué punto Lady Di se convirtió en un objeto de consumo para los tabloides, devorando su imagen y haciendo que se disparan los derechos de reproducción de sus fotografías, eclipsando su labor en frentes como la eliminación de las minas antipersona.

La segunda es no ya una cierta asepsia respecto al accidente en sí, sino una elipsis completa en la que no se ve absolutamente nada. Se oye el frenazo del coche y el choque para analizar después el impacto en la nación, la familia y la imagen de la corona, obligada a saltarse todos los protocolos establecidos.

Nadie pedía un desglose minucioso de lo sucedido, que se acudiera al morbo gratuito o a un excesivo dramatismo pero la serie siempre se ha caracterizado por su capacidad para dejar que la audiencia lea entre líneas más allá de lo que está viendo. Y aquí no hay nada de lo que tirar.

Se echa de menos humanidad, calidez y sentimiento ante un hecho tan conocido por todos y a la vez nunca explorado de frente en la ficcion. A tal grado llega el borrado ni siquiera se nombra la muerte del chófer Henri Paul, que sería acusado de homicidio involuntario al haber ingerido no solo alcohol sino también medicamentos con prescripción.

La contención, la elegancia y si se quiere incluso la lacónica tristeza, no están reñidas con cierto grado de realismo. El enfoque de todo esto es bastante simplón y tampoco se consigue calar en el sentir de sus hijos, su exmarido o la propia reina, con la mezcolanza de cargo de conciencia, pesar, angustia, resentimiento y, por qué no decirlo, también alivio.

Se nos escamotean las conversaciones, se omite demasiada información. Y, por último, en el último episodio de esta primera parte, se echa mano de un recurso que da entre miedo y grima: el fantasma de Diana se aparece frente a Carlos e Isabel para compartir con ellos algunas reflexiones, ninguna de las cuales es especialmente brillante o inspiradora.

Uno de los ejes que siempre ha funcionado de forma majestuosa en The Crown es el diseño de producción que se mantiene muy sólido.

La puesta en escena y en especial los apartados de peluquería, maquillaje y vestuario obran en favor de narrar la historia minuciosamente recreada; el guión es el que no le hace justicia ni a los medios con los que cuenta esta temporada, ni a la excepcional interpretación de Elisabeth Debicki, transformada plenamente.

No es difícil que la segunda parte de la temporada 6 de The Crown levante de nuevo el vuelo: de momento la gestión de la gran "patata caliente" no ha sido la óptima, es cierto, pero nos quedan seis episodios por ver para seguir indagando en la casa real británica antes de que finalice la serie y, esperamos que nos siga reportando alegrías, conocimientos y desarrollo de personajes como antaño.

VALORACIÓN:

Horas bajas para una serie hasta ahora excepcional al encontrar serias dificultades para abordar el accidente que segó la vida de Lady Di, Dodi Al-Fayed y el chófer Henri Paul y las repercusiones de todo tipo que tuvo.

LO MEJOR:

Los valores de la producción de la serie y las interpretaciones, sobre todo la de Elisabeth Debicki.

LO PEOR:

No consigue gestionar bien la tragedia ni es valiente en su enfoque. Le falta humildad y corazón.
Hobby

68

Aceptable

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Etiquetas: Netflix