Crítica de Immaculate: Sydney Sweeney pasa por un calvario en una película de final contundente

Ya sabíamos que Sydney Sweeney era una actriz con registro, comprometida con su trabajo y muy trabajadora. Lo ha venido demostrando a lo largo de su carrera en su aparición en series como Heridas abiertas, El cuento de la criada o Euphoria, con la que se subió al tren del éxito y la popularidad.

Ahora está dejando ver a las claras que es además una empresaria con olfato para ir dándole forma a su carrera y llenándose los bolsillos de paso. Solo hay que ver los tres proyectos que va a lanzar este año: la muy rentable comedia romántica Cualquiera menos tú, su primera incursión en el cine de superhéroes con un personaje con proyección en el Spiderverse en Madame Web e Immaculate.

Con ésta última se introduce en el género del terror de bajo presupuesto que es, a todas luces, uno de los más rentables del panorama y tiene la capacidad de generar cierto nivel de culto. Además supone para ella un papel en el que es la absoluta protagonista y tiene el control creativo.

El comienzo de Immaculate puede traeros a la cabeza la película de Hermana muerte o La monja porque arranca con una joven novicia llamada Cecilia desplazándose a un pueblecito italiano para tomar los votos. Nada más poner los pies en el convento, se da cuenta de que despierta tanto entusiasmo como envidia entre sus compañeras, algo que le resulta sorprendente.

Por una parte admiran su juventud, entusiasmo y comedimiento, pero por otra no pueden evitar hacer comparaciones.

Allí es recibida por el Padre Tedeschi (Álvaro Morte), quien la introduce en las rutinas religiosas que incorpora a su vida, junto a la preceptiva austeridad, con verdadera devoción. Pero la barrera del idioma le juega malas pasadas: su italiano es más bien pobre y tiene la sensación de estar algo perdida.

Un día descubre que está embarazada y lo que parecía un milagro, en la medida en que todas las pruebas señalan que conserva aún su virginidad, resulta ocultar un siniestro secreto que hará que busque salir de aquel lugar desesperadamente, luchando con uñas y dientes si es preciso.

Llena eres de gracia

Andrew Lobel se encarga del guión de Immaculate, que se desarrolla a lo largo de 89 entretenidos minutos de metraje. La dirección recae en manos de Michael Mohan que ya había trabajado con Sydney Sweeney en la morbosa propuesta Los voyeurs. Aquí está en las antípodas: no hay una objetivación del cuerpo de la actriz, a pesar de que sea el foco principal de la acción.

Álvaro Morte es es un buen fichaje y da el tono ideal para una película que no duda en poner toda la carne en el asador. Va con todo, de ahí su calificación R y el red band tráiler que la acompaña en el que queda clarísimo que habrá sangre y violencia en un apoteósico final.

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Pero que nadie se llame a engaño: no es una película con una gran historia ni mucho menos el colmo de la originalidad. Sus momentos más gore, que los hay, son como los sustos que tiran de un subidón de audio para provocar el estremecimiento del espectador en la butaca: formularios y la trama el general, resulta bastante increíble, por más que tenga su punto de riesgo.

Uno de los grandes sacrificios que tendrá que hacer la audiencia es entrar en modo "suspensión de la realidad" en un determinado punto de la trama. Si empatizamos en algo con esta novicia inexperta a la que le arrebatan la inocencia es porque Sweeney es mucha Sweeney y defiende el papel como gata panzarriba.

¿Próxima parada para una peli chunga de monjas? La primera profecía, que se estrena muy pronto. Y si pensáis... ¡Qué sacrilegio!, que sepáis que Immaculate se está promocionando precisamente con las críticas negativas de los colectivos religiosos. Así que, al menos para ellos, debe resultar muy transgresora.