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Crítica de Oppenheimer: Nolan abruma, conmociona y aterra a partes iguales

Oppenheimer

Crítica de Oppenheimer, la nueva película de Christopher Nolan sobre el físico que lideró el Proyecto Manhattan cuyo objetivo fue la creación de la bomba nuclear. Estreno el 20 de julio.

Pocos directores comprenden de una forma tan íntima y profunda el sentido de la maravilla y su ligazón con lo trágico. En Oppenheimer, la película menos comercial pero quizás más rotunda, ambiciosa y grandilocuente de su carrera (que ya es mucho decir), Christopher Nolan nos habla de uno de esos momentos en la historia de la Humanidad que marcó un antes y un después.

El hito es el de la creación de la primera bomba atómica y por tanto el momento en el que por primera vez el ser humano se dotó de un arma con la capacidad para acabar no solo con un enemigo concreto sino con todo, literalmente. 

Estamos ante una película complicada, extensísima y extenuante (180 minutos de duración), con muchas capas, numerosos personajes y una finalidad última que va más allá de crear un biopic al uso de Julius Robert Oppenheimer, fundador de la escuela de física teórica de Estados Unidos y líder del Proyecto Manhattan cuyo fin era adelantar a la Alemania nazi en el dominio de la fisión nuclear.

Al final el relato trasciende al personaje para hablarnos de nosotros mismos, de los retos que tenemos que afrontar hoy y del poder devastador que hay esparcido por el mundo pendiendo de un precario equilibrio. ¿Nos lleva el progreso de forma indefectible a la autodestrucción? ¿Somos capaces de gestionar los frutos de nuestro propio ingenio?

Robarle el fuego a los dioses conlleva una tortura para toda la eternidad 

Oppenheimer es devastadora en sus conclusiones, pero también intenta ser justa con las personas implicadas en un hecho tan grave como para configurar la amenaza más grande a la que se enfrenta nuestra especie y que deja en pañales la crisis climática, la irrupción de las IA o la concepción de la guerra previa a su desarrollo.

No es nada sencillo crear una narración en torno a las personas cuyo trabajo desembocó en la muerte masiva de la población de Hiroshima y Nagasaki, con cierta dosis de empatía hacia los retos a los que se enfrentaron y nos hicieron asomarnos al abismo de la autoextinción.

 

Oppenheimer habla sobre la comunidad científica y de su forma de avanzar, a menudo apoyándose en fuertes egos, pero sobre todo con esfuerzos y trabajos conjuntos en los que se reúne una ingente cantidad de talento.

Desarrolla todo un discurso sobre la forma en la que la política y la prensa interceden en el curso de su trabajo y, sobre todo, busca retratar de forma fidedigna el fascinante reto de "vislumbrar" una nueva era con todo lo que eso tiene de fascinante, hermoso y a la vez terrible. A menudo se habla de Oppenheimer como un hombre visionario pero a la vez ciego a su realidad inmediata.

No se puede devolver el genio a la lámpara

Cillian Murphy realiza un excelente trabajo mostrando las tribulaciones interiores de un hombre marcado por su increíble talento y sus filias políticas pero también por dos mujeres tan distintas entre sí como fueron Jean Tatlock (Florence Pugh) y su esposa Kitty (Emily Blunt).

Por lo demás, hay todo un desfile de talentos entre los que destacan Robert Downey Jr. en el que puede ser fácilmente uno de los mejores papeles de su carrera dando vida a Lewis Strauss; Kenneth Branagh en el papel de Niels Bohr; Gary Oldman en el rol del presidente Truman, Josh Hartnett como el pionero Ernest Lawrence o Matt Damon como Leslie Groves.

Ojo también a los pequeños papeles secundarios en los que veréis a intérpretes del talento de Rami Malek, Dane DeHaan, Alden Ehrenreich, Matthew Modine, entre otros.

Oppenheimer es a fin de cuentas un viaje a uno de los momentos más convulsos del siglo XX que redefinió los límites de la destrucción que teníamos en nuestras manos.

El físico teórico era un firme defensor de la idea de que desatar el poder de la bomba atómica sería disuasorio, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial y evitando la proliferación de armas nucleares y una escalada armamentística.

La cruda realidad se impuso a su idealismo: entregó el resto de su vida a ejercer presión para la disuasión nuclear, participando activamente en su regulación y oponiéndose a los intentos de Estados Unidos de desarrollar una bomba de hidrógeno.

Su apuesta sería a la postre por la tecnología nuclear a nivel táctico y para la generación de energía, si bien la etiqueta de "padre de la bomba atómica" ya nunca se desprendería de su nombre. 

Nolan se excede en las formas en la medida en que como "película de despachos" Oppenheimer se pasa a veces de abrumadora y densa, pero consigue, de muchas maneras, mantenernos pegados a la butaca.

La banda sonora de Ludwig Göransson (The Mandalorian) contribuye a crear un soterrada tensión y una sensación de amenaza de proporción sideral: de cómo seres humanos entramos en el terreno de los dioses y nos ponemos al nivel de los eventos cósmicos, como cuando implosiona una estrella.

La onda expansiva de la bomba atómica nos alcanza tantas veces a lo largo del visionado que es imposible no estar sobrecogido de forma constante adelantando lo que está por llegar. Y reviviéndolo después en varias ocasiones más. Muy bien jugada la baza del realismo y la apuesta por lo analógico desterrando el CGI.

Oppenheimer

Universal Pictures

Oppenheimer es un recopilatorio de todos los temas que interesan al cineasta desde siempre: la obsesión con una idea, el juego con los planos temporales, la búsqueda del ser humano de una trascendencia que puede ser clave para su progreso aunque también su condena por jugar a ser dios y la función del relato como advertencia.

Así que funciona a muchos niveles: como película de tintes biográficos, como thriller con el Temor Rojo y la paranoia anticomunista como telón de fondo y como escalofriante película de terror que nos deja pensando si podrá desatarse el Armageddon sin que nos dé tiempo a pestañear o más bien, si no se habrán desencadenado ya los primeros pasos para que llegue más pronto que tarde.

Todo ello sin renunciar a esa vivencia solitaria, pero a la vez compartida, de los espectadores en la sala de cine.

Oppenheimer es sobre todo y ante todo una experiencia cinematográfica de gran calibre que le pertenece a los espectadores que van al cine y saben apreciarlo, porque es el lugar para el que se ha concebido y donde puede disfrutarse en toda su extensión.

Recordemos que ha sido filmada con una combinación de IMAX de 65 mm y película cinematográfica de 65 mm de gran formato, e incluye, por primera vez en la historia, imágenes analógicas IMAX en blanco y negro. Quien busque la mejor experiencia a su alcance, tendrá que seguir los consejos del mismísimo Nolan.

VALORACIÓN:

Nolan transmite a la perfección la maravilla y la aberración que hay en la creación de la bomba atómica: te hace vibrar en la butaca, te desespera con las abrumadoras consecuencias éticas derivadas de su poder destrucción y te ciega con el fulgor de una explosión que nos conecta con las estrellas.

LO MEJOR:

El diseño de sonido, la banda sonora, las interpretaciones y el conflicto principal con el espaldarazo a la comunidad científica.

LO PEOR:

Es exigente, ambiciosa y grandilocuente hasta decir basta, una de esas películas que deja a la audiencia exhausta y puede resultar algo tediosa.
Hobby

85

Muy bueno

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