Crítica de Renfield, la comedia gore que parodia el mito de Drácula al estilo Lo que hacemos en las sombras

Hace tiempo que la carrera de Nicolas Cage es también una lucha contra su propio ego. Es uno de esos actores "larger than life" a los que o bien quieres por todos los motivos por los que mola o bien odias sin remedio

Hay motivos de sobra para sostener ambas posturas y no seremos nosotros los que os digamos qué opinar, pero coincidiremos todos en algo indiscutible: es el alma de cada show en el que aparece, para bien o para mal.

Si El insoportable peso de un talento descomunal era ya la quintaesencia de la autoparodia, el actor no duda en disfrutar de su lado más juguetón y abrazar todo un mito literario y del celuloide en Renfield.

Hace tiempo que empezó a rechazar libretos en los que él no fuera el absoluto protagonista, pero aquí nos encontramos con una excepción porque el guión que le han puesto entre las manos le permite interpretar, en clave de comedia, el papel de Drácula. ¡Y Christopher Lee es precisamente uno de sus referentes cinematográficos!

Le han tentado con un caramelo difícil de rechazar porque era uno de sus papeles soñados. Por cierto, también sabemos que se ha quitado una espinita pero que le quedan otras dos: interpretar a Superman y al Capitán Nemo.

Pero, no os llaméis a engaño, el protagonista de la película, que parte de una historia escrita por Robert Kirkman (The Walking Dead), no es él, sino su familiar. La película no lo esconde, lo lleva en el título, pero se ha apropiado del espectáculo Nicolas Cage porque, como decíamos, es el corazón de la película y la razón de que se van a vender entradas. ¡Merece la pena verlo en acción!

Renfield arranca mostrándonos al personaje de la novela de Bram Stoker John Seward Renfield viviendo en la actualidad y buscando un nuevo hogar para su amo, que ha conseguido librarse de una muerte horrible por los pelos y está en proceso de recuperación.

Sin embargo, entre tanto, está intentando reconstruir su vida saliendo de la relación tóxica que mantiene con el conde y príncipe de las tinieblas para lo cual acude a una terapia de grupo en la que busca cierto consuelo. 

Su vida se complicará aún más cuando conozca a la inspectora de policía Rebecca, que anda detrás de Los Lobos, la mafia local que mueve la droga de la ciudad y que encontrará en Drácula un inesperado aliado.

Esta historia que suena

Lo que hacemos en las sombras ha sido una evidente inspiración para alumbrar Renfield por diversos motivos: el primero de ellos la "actualización". Ver al personaje a día de hoy lidiando con los problemas más mundanos ofrece un contraste de primeras muy divertido.

Máxime cuando se trata de un ser de vida tan larga que permite "reescribir" las pelis que pueblan nuestro imaginario colectivo con un Nicolas Cage que se lo ha pasado de lujo rodándolas a modo de homenaje paródico.

Por otra parte, tenemos el contraste de idiosincrasias. En la actualidad hay incluso un transtorno psiquiátrico que ha tomado el nombre del personaje: el "síndrome Renfield" que se da en personas que consideran que están siendo manipuladas por una fuerza externa sobrenatural y cursa con estados de delirio y paranoia además de sensación de estar siendo vigilados.

Aquí todo se lleva al terreno del humor absurdo para imaginar cómo un familiar echaría mano de los recursos que tenemos hoy para lidiar con una personalidad narcisista como fomentar la autoestima, cortar de raíz el vínculo tóxico y avanzar en una nueva dirección. Pero claro, tomado a chanza. Si Nandor trata a Guillermo como un calcetín, imaginaos lo que el propio Drácula hace con Renfield.

Por lo demás, Renfield es una película que da lo que promete: es tan delirante como cabía suponer, con mucha acción grotesca, miembros amputados, y sangre por doquier y un guión algo repetitivo que acusa cierta falta de originalidad en su último tercio cuando ya le ha exprimido toda la sangre a la idea principal.

Ojo a los secundarios con Awkwafina (Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos), Ben Schwartz (The Afterparty) y Shohreh Aghdashloo (The Flight Attendant) acompañando al dúo principal. El director Chris McKay (La guerra del mañana) consigue que a pesar de ser tan distintos, se conjuguen bien en pantalla.

Si se acude a la sala de cine las expectativas adecuadas, Renfield cumple, aunque también deja cierta sensación de que habría dado para más y que se ha resuelto con excesiva prisa. Los 93 minutos de metraje de calificación R harán las delicias del público más festivalero, pero puede que se le atraganten a quienes busquen algo más allá del mero espectáculo.