Crítica de Reyes contra Santa: el humor de Ibáñez tiñe una historia navideña de aventuras

Aún no hemos dado por concluido noviembre y ya estamos metidos de lleno en la campaña de Navidad a nivel comercial y también a nivel audiovisual. Las familias buscan títulos en salas de cine y plataformas para poder disfrutar con los más pequeños y ya empezamos a asistir a los primeros estrenos en este sentido. Hoy vamos a hablaros de Reyes contra Santa.

Se trata de una película de aventuras repleta de efectos especiales prácticos y digitales que nos lleva a conocer el mundo mágico. Para los adultos que se lo pregunten, a pesar de tener su parte de humor, no va a quitares a los niños la ilusión de las fiestas.

La acción discurre en Madrid donde todo esta preparado para la llegada de los tres Reyes Magos de Oriente. Melchor, Gaspar y Baltasar viajan disfrazados no sin pasar ciertas penurias hasta llegar al portal de Belén, que regenta un pensión a la que acuden cada año antes de la entrega de los regalos en la noche del 5 de enero.

Pero ¡hay que hacer todos los preparativos! Con la ayuda de una paje, acudirán a la CHUSMA, es decir, el Comité de Hermandades Universales de Seres Mágicos y Asombrosos donde se dan cita la Befana italiana, el Tió de Nadal, el Olentzero vasco, duendes, enanos y un buen puñado de criaturas mágicas que se encargan de proteger el espíritu navideño.

Una vez allí Santa Claus hace acto de presencia a lo grande, proponiendo realizar su propia cabalgata y compitiendo con los analógicos Reyes Magos con adelantos de última generación como un trineo eléctrico o drones para hacer el reparto de regalos entre los niños de todo el mundo.

La confrontación entre este Papá Noel versión 2.0 y sus majestades hará que despierte el malvado Krampus y urda un plan para acabar con la Navidad. O colaboran entre todos o el mundo mágico puede acabar para siempre.

Feliz tétrica Navidad

Como podéis ver en las entrevistas que os ofrecemos un poco más arriba, los referentes de Paco Caballero para crear Reyes contra Santa son las películas de aventuras familiares, un género menos transitado en el cine español cuando se le añade fantasía, como es el caso, pero en el que sin duda hay un nicho de interés importante.

Santiago Segura lo tiene claro y ha erigido franquicias tan exitosas como Padre no hay más que uno dirigiéndose al mismo público que esta película. Ojo, que quizás es un pelín menos blanca: la recomendación por edades la califica para mayores de 7 años porque a los más peques lo mismo les causa algo de impresión la transformación de Krampus, claramente inspirada en Nosferatu.

Por lo demás sigue al pie de la letra las reglas de cualquier cinta de estas características. Puede que incluso demasiado: se hace algo forzado el romance entre Gaspar y Belén y que un Rey Mago se plantee quedarse en el mundo real asumiendo el rol de padre de familia y de la misma manera la adopción del punto de vista de las hijas de ella en un momento dado, resulta un poco repipi.

Donde Reyes contra Santa triunfa es en bajar a los Reyes de los altares de la mitología para verlos interaccionado con el mundo real (con ese humor que recuerda a Ibáñez) y, sobre todo, a la hora de recuperar leyendas, mitos y personajes del folklore navideño europeo: desde la doncella de la nieve ucraniana hasta la bruja Befana italiana pasando por otros de nuestro país conocidos a nivel local.

El rodaje en Toledo le saca mucho partido a las localizaciones y el reparto principal, encabezado por Karra Elejalde, David Verdaguer y Matías Janick funciona razonablemente bien. Del mismo modo Andrés Almeida hace brillar a su Santa Klaus yanqui ultratecnológico y experto en postureo y Adal Ramones tiene pinta de habérselo pasado en grande con la evolución de su personaje.

No podemos terminar esta crítica de Reyes contra Santa sin hacer alusión a los efectos especiales: los digitales son premeditadamente exagerados para meterle mucho dorado y brilli-brilli a una historia de corte mágiconavideño pero los más artesanales están muy cuidados: los juegos de luces y sombras y el uso de marionetas y animatrónicos nos lleva de cabeza a los años 80. Bien jugado.