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Crítica de Sand Land, una película sencilla pero entrañable, al más puro estilo Toriyama

Sand Land película

La obra de Akira Toriyama sigue viva gracias a la adaptación a película de un manga pequeño, pero muy disfrutable. Así es Sand Land en el celuloide.

Menuda celebración del legado de Akira Toriyama estamos viviendo. Si hace unos días nos sorprendía la llegada del primer parque temático de Dragon Ball, hoy la estrella vuelve a ser Sand Land, la adaptación del manga creado por el sensei en el año 2000, en forma de serie de Disney Plus, video juego y una película que llevan disfrutando en Japón desde hace unos meses.

Gracias a Bandai Namco, tuvimos ocasión de ver la película de Sand Land hace unos días y, desde luego, si sois fans tanto de este manga en particular como de la obra de Akira Toriyama en general quedaréis satisfechos con ella.

A grandes rasgos, la historia de la película adapta con mucha fidelidad la historia de las viñetas, aunque incluye algún pequeño cambio que no solo sirve para alargar algo la historia (recordemos que el manga se podía leer en menos de una tarde sin problemas, era cortito), sino también para replantear algunas conclusiones que, la verdad, nos parecen mejor rematadas en el filme.

La historia nos lleva al mundo desértico de Sand Land, un erial en el que, por culpa de la necedad del hombre y sus guerras, ha quedado casi desprovisto de agua. El único que tiene acceso a ella es su rey, que la vende a precio de oro.

En Sand Land, los demonios "conviven" con los humanos, a base de robarles algunas cantidades de agua y asustarlos. Un día, un sheriff humano llamado Rao propone una alianza con el príncipe demonio Beelzebub y su sirviente el ladronzuelo Thief para encontrar un manantial perdido, que solucionaría los problemas de agua.

Así arranca una especie de road movie (en cierto modo, esto podría ser un Mad Max pasado por el filtro de Toriyama) en la que priman la relación entre unos personajes con un carácter muy marcado: Rao es taciturno y resolutivo, Beelzebub es impetuoso y socarrón, pero noble; por último, Thief es el alivio cómico, porque aparenta ser muy recto, pero es bastante caprichoso en realidad.

Alrededor de ellos vamos conociendo a una serie de arquetipos muy propios de Toriyama, desde generales ambiciosos y descarnados hasta enemigos que saben reconocer los buenos principios cuando se topan con ellos.

Y es que, aunque en esencia esta es una historia básica, directa, sin muchas complicaciones, sabe poner sobre la mesa giros de guión, referencias al pasado e incluso dilemas morales. 

En definitiva, pone en nuestra cabeza un ecosistema muy completo alrededor de un simple desierto. Esa era la grandeza de Toriyama: su capacidad de crear algo "creíble" a base de ladrillos muy simples.

Para cimentar todo ello tenemos una muy buena mezcla de humor, drama, misterio y, por supuesto, acción. Sí, hay peleas cuerpo a cuerpo y sí, en cierto modo hay "subidas de nivel" al más puro estilo Dragon Ball, pero sobre todo hay emoción con el tanque sobre el que gira la acción.

Sand Land

No es ningún misterio que Tori-sensei era un apasionado del diseño de vehículos y, aunque reconoció que acabo harto de tanto dibujarlo, el tanque no solo es uno de los aspectos más atractivos visualmente de Sand Land, sino también una gran idea para catalizar los acontecimientos.

Los pequeños truquitos de estratega de Rao con el tanque o las batallas contra otros vehículos enemigos hacen que sea muy divertido y entretenido disfrutar del metraje. Los 106 minutos que dura la película se pasan volando.

El diseño de personajes es otro de los puntos fuertes de la experiencia, cómo no. Sí, a veces parecen poco elaborados, pero en ese estilo directo está el fuerte de perfiles como el de Beelzebub o de los demonios que vemos en el prólogo de la película. Mención especial para la divertidísima patrulla de Nadadores, donde se nota que Tori quiso divertirse sin más.

Es verdad que la relación entre personajes puede parecer un poco maniquea o que los que tengáis experiencia con los mangas veáis venir por dónde va a tirar el guion sin mucho problema, pero si vais a la sala de cine solo con la intención de dejaros llevar pasaréis un buen rato.

Sand Land

A nivel técnico, se ha apostado por una animación 3D pero con un estilo cel-shading muy, muy extremo, que mejora la fórmula que vimos en Dragon Ball Super: Super Hero y que no acabó de convencer a todo el mundo. Aquí, todo se siente más "natural", mejor integrado.

Y, de propina, la película nos lanza valores que son puro shonen ligerito: aprender a confiar en los demás, no rendirse ante la adversidad, saber más allá de la fachada de las personas o ser generosos y respetuosos son mensajes algo de brocha gorda, sí, pero que funcionan dentro de una experiencia palomitera en el mejor sentido de la expresión.

Así pues, ¿a quién va destinada la película de Sand Land? Sirve para que los niños disfruten, sirve para que los adultos dejen volar su imaginación sin complicaciones y, por supuesto, sirve como testimonio de su genialidad para los seguidores del sensei que estos días sigan abrazando muy fuerte un peluche de Tori-Robot.

VALORACIÓN:

Una experiencia muy agradable y entretenida, que no supone ninguna revolución, pero que precisamente en su simpleza tiene su mayor virtud.

LO MEJOR:

Los personajes y las relaciones que establecen entre sí. Los diseños de vehículos y del mundo. Su mezcla de humor, aventura, drama y acción.

LO PEOR:

En el fondo, es una historia bastante simple y algo predecible.
Hobby

82

Muy bueno

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