Anuncios, deporte y reality shows, el streaming de 2024 parece mirar más hacia el pasado que al futuro
Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video, Disney Plus y compañía avanzan a pasos agigantados hacia la televisión tradicional con sus nuevas políticas y contenidos.
Los servicios de streaming nacieron como una alternativa para la televisión tradicional, con el objetivo de ofrecer una serie de mejoras con las que se podría competir con el gran medio de consumo de masas que conocíamos hasta entonces.
El streaming venía para romper con lo establecido: de repente tenías la posibilidad de elegir el contenido que deseabas ver a la carta, cuando quisieras, donde quisieras y como quisieras, no tenías que tragarte anuncios, muchas de las series o películas que consumías eran exclusivas de dicha plataforma y contaban además con un sello de calidad.
Eso sí, todas estas ventajas no era gratis, y para poder disfrutar del video bajo demanda hacía falta pasar por caja. Pero supongo que eso no importaba cuando las ventajas eran superiores a los inconvenientes.
A pesar de que hubo antecedentes previos, porque las tecnologías nunca surgen de la nada, diría que fue con la llegada de Netflix cuando se creó ese punto de inflexión, y cuando el concepto de plataforma de streaming empezó a calar en la sociedad y a consolidarse.
Aunque durante un tiempo Netflix no tenía rival, poco a poco se fueron sumando nuevas plataformas al mercado, hasta el punto de que a día de hoy es casi imposible tenerlas todas para disfrutar de sus contenidos exclusivos.
Ahora Netflix no está sola frente a la televisión y compite con otras grandes plataformas como: HBO Max, Amazon Prime Video, Disney Plus, Apple TV+, Movistar Plus+, Filmin, SkyShowtime, y muchas otras que seguramente me esté dejando por el camino.
Pero algo ha cambiado en los últimos tiempos, un cambio bastante curioso que hasta resulta paradójico. Llegas para abolir algo, imponer tus propias reglas... y tu fantasía se desmorona cuando te das cuenta de que puedes volver a adoptar las costumbres de antaño.
Debe ser que, si siempre estuvo ahí, y el público lo acepta, es porque funciona, ¿y por qué negar un sistema que da beneficios?
¿Hacia dónde se dirige el streaming?
Más allá de la producción de contenidos exclusivos en masa que justifiquen una suscripción para probar la fidelidad de su audiencia y mantenerla contenta hasta que descubran que no han sido tan bien recibidos como pensaban y cancelen su última serie sin explicaciones a pesar de tener un pequeño fandom consolidado ansioso por más, las cadenas de streaming hacen otras cosa mal.
Porque ya no estamos hablando de que haya bajado el nivel de muchas producciones y de que se tenga poco cariño y respeto hacia las personas que han trabajado en ellas, no limitándose únicamente a cancelar series sino también a eliminarlas del catálogo, borrando con ello la posibilidad de que incluso quienes contribuyeran a su creación tengan acceso a ese material.
El mayor problema del streaming es que está más cerca que nunca de la televisión convencional, tanto por sus condiciones como por su contenido, y eso no tiene ningún sentido.
Basta con dar una vuelta por casi cualquier plataforma, para encontrarte con montones de programas de realities, para todos los gustos, y ahora con más variedad que nunca para que todo el mundo pueda encontrar un reality a su medida.
O con la presencia de una oferta deportiva en aumento que no ha pasado desapercibida para Warner, Fox y Disney, quienes trabajan en una plataforma de streaming exclusiva de deporte para el próximo otoño.
Por si fuera poco, servicios como Disney Plus empezaron a implantar hace unos años la emisión de programas en directo, como si aquello fuera alguna novedad, y otros como Amazon Prime Video nos han tenido en vilo cada semana con la publicación del último episodio de Operación Triunfo, casi como si estuviéramos ante la televisión tradicional.
Los anuncios llegan a todas las plataformas
Aunque lo más sangrante de todo lo encontramos en sus planes. Netflix, una vez más, fue pionera, aunque en esta segunda ocasión para peor, pues fue la primera en empezar a incluir una nueva tarifa en sus planes que venía con anuncios.
Nacía bajo el pretexto de ser más barata, para adaptarse a todos los bolsillos, pero lo cierto es que contaba con otras limitaciones que no tenían sus otros planes, a las que además se sumaba la presencia de una publicidad que interrumpía tu visionado tal y como cuando veías tu canal favorito de la TDT.
Lo malo es que al final los precios siguen subiendo, aunque esa tarifa se mantenga como la más barata en comparación, y que otras cadenas de streaming han visto el cielo abierto y se han lanzado sin pensárselo dos veces a incorporar unas opciones similares con las que competir con Netflix.
Así Netflix ya no está sola en cuestión de anuncios, y comparte protagonismo con otras avispadas plataformas como HBO Max, Amazon Prime Video o SkyShowtime.
Lo más peculiar es que, al tiempo que el streaming progresaba, la televisión tradicional también iba evolucionando para no quedarse atrás, con televisores inteligentes que ahora nos permiten disfrutar igualmente del contenido a la carta.
Las plataformas de streaming no querían ser como la televisión, pero se están transformando en ella con cada nuevo cambio que introducen, con cada nueva política y programa, mientras que la televisión se vuelve cada vez más parecida al streaming, ¿llegará un punto en el que se intercambien por completo?
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