Tim Burton ha regresado a sus orígenes con Miércoles y Bitelchús, ¿tiene algo que decir o está falto de ideas?

Tim Burton es expresionismo alemán mainstream, es stop-motion, es grotesco pero familiar, es un señor de 65 años que siempre se ha presentado ante las cámaras muy despeinado y vistiendo de negro, haciendo un cine que es una mezcla de todo eso que le gusta.

A pesar de todo, reniega de las etiquetas, le da escalofríos que le gente hable de un estilo Tim Burton, aunque sea de manera positiva, porque lo que le apasiona es crear a su ritmo las cosas que le apetecen.

De niño pensaba en sí mismo más como en un monstruo que como en una persona humana, y a través del dibujo, de sus películas caseras rodadas en Super-8 y de sus primeras pruebas de animación, empezó a dejar salir eso que tenía dentro.

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Aunque ya había hechos algunos cortometrajes previos, Vincent (1982) es una pieza clave en su obra, una animación en stop-motion sobre un joven torturado que hacía experimentos con su perro para crear un zombie.

Un motivo que se repitió en la cinta de imagen real Frankenweenie (1984), y que Tim Burton rescató para la versión actualizada de su historia en un largometraje en stop-motion para Disney del mismo nombre estrenado en 2012.

Tim Burton lleva reutilizando su propio material desde que empezó a hacer cine, porque en el mundo del arte hay motivos que obsesionan a las personas que lo crean y no los abandonan por muchos años que pasen.

El cineasta volvía a Vincent porque tenía algo nuevo que añadir a su concepto inicial, porque podía ampliarlo o refinarlo, profundizar en su historia o en las técnicas para dar con una versión con la que sentirse realizado en ese momento.

Hay veces que las ideas están en un cajón esperando a que se les dé forma décadas más tarde, y otras en las que las ideas no paran de reformularse.

Tim Burton seguirá haciendo cine como el de antes

Tim Burton también es uno de los directores más prestigiosos de Hollywood, que ha inspirado a cientos de personas a hacer cine siguiendo sus pasos. Pero lo más importante es que es millonario. A estas alturas podría retirarse sin ningún problema y vivir de todo lo que ha generado y continúa generando, pero elige seguir haciendo cine. 

Quentin Tarantino se puso un límite, dijo que haría diez películas y, por el momento, da la impresión de que lo está cumpliendo; Hayao Miyazaki dijo que se retiraría en muchas ocasiones y en ninguna ha sido fiel a su promesa. 

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Tim Burton todavía no se ha retirado porque no quiere aunque podría, porque debe ser que aún le queda algo por contar, algo que reinventar. 

Aseguró el año pasado en una entrevista que, si bien sentía que se “estaba hundiendo” en su “propia tumba” en Hollywood, le llenaba de energía hacer dibujos o cine, e interactuar con artistas. En esa misma entrevista, también afirmó que hacer Beetlejuice Beetlejuice había reavivado su “amor por hacer películas”.

La primera entrega de Beetlejuice se estrenó en 1988 y desde entonces Tim Burton le había estado dando vueltas a su secuela, pensando y reescribiendo durante unos 30 años esa nueva historia que mereciese la pena ver la luz.

Han pasado muchas cosas desde Bitelchús, Tim Burton ha hecho bastante cine, alguno por encargo, otro basado en historias preexistentes, y otro con ideas propias, a veces se ha alejado más de ese estilo Tim Burton que tanto odia, y otras lo ha abrazado en cada fotograma.

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Pero al final acababa volviendo, trabajando de nuevo con intérpretes con los que tenía una fijación, como Johnny Depp o Helena Bonham Carter, que protagonizaban clásicos actualizados de cuentos que ya conocíamos bien, o de personajes peculiares que, como Tim Burton, también fueron extraños en su tiempo.

El reciclaje de pensamiento es inherente a la vida, tanto de los propios conceptos como de los ajenos, y los propios se han formado a raíz de otros prexistentes. Tim Burton al final es una fusión de muchos elementos que, si te detienes a analizarlos, tampoco son originales, pero han logrado conquistar.

La mitad de su obra me ha provocado indiferencia, y la otra mitad admiración, que Tim Burton vuelva con personajes que ya conocemos, o con segundas partes que de forma oportuna sigan la tendencia actual de las secuelas tardías no tiene relevancia.

La tiene lo que haga con ese material, que siga yendo un paso más allá como en el caso de Vincent, o que al menos eso le devuelva el amor al cine como parece que ya ha conseguido con Beetlejuice Beetlejuice.