Crítica de Black Mirror 6: la antología se reinventa y pierde su cualidad de visionaria

¡Se acabó la espera! Después de cuatro largos años, Charlie Brooker ha lanzado la sexta temporada de Black Mirror, compuesta en esta ocasión por cinco episodios que ya están disponibles en Netflix: "Joan is Awful" (56 minutos), "Loch Henry" (54 minutos), "Beyond the Sea" (80 minutos), "Mazey Day" (40 minutos) y "Demon 79" (74 minutos).

Lo primero que llama la atención, más allá de la duración desigual de los episodios, es que en algunos de ellos la serie se salta su premisa principal: la de ser una anticipación de los cambios que van a llegar por medio de la tecnología.

Solo dos de ellos continúan en esa senda anticipando lo que un ordenador cuántico asociado a una inteligencia artificial podría hacer para revolucionar las plataformas digitales de streaming y qué podría suceder en el caso de los astronautas emplazados a misiones largas pudieran vincularse emocionalmente a avatares robóticos en la Tierra para seguir teniendo la ilusión de una vida.

Los otros tres recalan en el género de la fantasía o el terror saliendo por completo del tono habitual de la serie.

Sí que exploran temas, eso sí, que siempre han interesado a su creador como la oscura naturaleza humana, su macabra tendencia a interesarse por los temas más negativos y morbosos y la maquinaria desplegada por la humanidad para recrearse en sus miserias.

Como siempre, Black Mirror tiene su puntito de audacia al seguir introduciendo huevos de Pascua que vinculan unos episodios a otros, aunque sea de forma muy tangencial. No deja de ser un universo propio y sigue siendo entretenido "cazarlos" como espectadores implicados que somos, pero también es cierto que nunca suponen un punto de giro de radical importancia.

Joan is Awful

La sexta temporada de Black Mirror arranca con una parodia de Netflix llamada Streamberry. Cambia la gran N mayúscula y su Tudum por una enorme S, pero el concepto es el mismo, solo que firmar el acuerdo para suscribirse conlleva facilitar acceso a toda tu información personal, hasta el punto de que se puede convertir en materia de dramatización para una serie de lo más indiscreta.

Lo dirige Ally Pankiw y ojo, no es el único episodio de esta tanda en el que aparece Streamberry, también es una parte muy relevante de "Loch Henry" con el ánimo de sacarle punta a otra premisa desgarradora.

Annie Murphy (Schitt's Creek) es la gran protagonista, muy a su pesar, de esta historia a partir del momento en el que una inteligencia artificial comienza a desarrollar una serie sobre su vida casi en tiempo real, lo que la llevará a tomar decisiones muy locas.

Su alter ego en la ficción es Salma Hayek y, dado que la estructura es al final como un juego de muñecas matrioshkas, el de Hayek es Cate Blanchett y suma y sigue. Eso sí, teniendo en cuenta que todas ellas han firmado a su vez acuerdos para la explotación digital de su imagen y no están ni siquiera en nómina.

¿Da en qué pensar? Desde luego que sí, aunque son temas que se vienen explorando desde la visionaria película The Congress y no han dejado de quitarnos el sueño. Ahí está el temor a que se invada nuestra privacidad, que se ficcione sobre la realidad difuminando sus contornos y que, obviamente, no siquiera sepamos si la IA destinada a entretenernos trabaja para nosotros o viceversa.

Loch Henry

Los contenidos más exitosos de cualquier plataforma de streaming son los true crime. Si en "Joan Is Awful" se habla claramente cómo la audiencia generalista se decanta mayoritariamente por los contenidos negativos, oscuros y hasta tétricos, aquí ya queda claro hasta qué punto este subgénero da en la diana del éxito.

Así que no es de extrañar que una pareja que viaja a la ciudad natal de su integrante masculino termine cambiando sus planes para grabar un documental sobre un asesino en serie. Como la mayoría de los episodios de esta nueva tanda, hay un giro cerca del desenlace, sobre ocho minutos antes del final que cambia el rumbo de la narración.

Sam Miller dirige este episodio protagonizado por un mortificado Samuel Blenkin y Myha'la Herrold. Funciona a rasgos generales, aunque es bastante predecible en su desarrollo a partir de un determinado punto.

Se subraya mucho su mensaje de crítica hacia nuestra sociedad y tiene su punto estar viéndolo en Netflix. Puede recordaros a la crítica que hace Barry a las plataformas de streaming: un grito a la realidad desde la ficción.

Beyond the Sea

Estamos ante el episodio más ambicioso en el terreno de la dirección artística y el diseño de producción, además de ser uno de los más largos. Es prácticamente una película con su propia identidad visual y estilística retrofuturista.

En un mundo alternativo que se desarrolla en 1969, dos astronautas tienen que completar una misiión espacial de seis años de duración. Llevan dos alejándose de la Tierra pero antes de marcharse consiguieron un "vínculo" emocional con una réplica exacta robótica con la que pueden conectarse para estar junto a sus familias.

Todo va a las mil maravillas hasta que se produce un altercado que va a desestabilizar sus vidas y les va a llevar a plantearse su organización interna.

Esta historia, dirigida por John Crowley (True Detective, Modern Love) tiene un empaque visual tremendo y cuenta con las buenas interpretaciones de Josh Hartnett, Aaron Paul y Kate Mara, pero tiene un giro final decepcionante.

Mazey Day

El más breve y flojo de los episodios de esta tanda, por el simple hecho de ser bastante tramposo. Te hace pensar que estás viendo una historia para dar un giro de 180 grados que hace que la historia discurra por otros derroteros.

La tecnología aquí está ausente, el único asidero para incorporarlo a la serie es el hecho de que recala, una vez más, en el morbo que alimentan los medios de comunicación masivos. Seguimos a una paparazzi especializada en airear los trapos sucios de los famosos a quien le encargan conseguir la imagen demacrada de una estrella caída en desgracia.

Uta Briesewitz se hace cargo de la dirección con Zazie Beetz y Clara Rugaard como principales protagonistas.

Demon 79

¿Alguien estaba echando de menos un poco de humor negro? Lo sirve en bandeja esta historia, que sigue las peripecias de una mujer india residente en Reino Unido que encuentra un amuleto embrujado por casualidad. De él emerge un demonio que la emplaza a matar a tres personas a lo largo de tres días, a riesgo de que incumplir este mandato desatará el Apocalipsis en la Tierra.

El veterano Toby Haynes, que ya dirigió en 2017 en episodio "USS Callister" se encarga de darle a esta historia una pátina que entronca con el estilo visual y el uso de las bandas sonoras en las películas de terror de los años 70 y 80. Adicionalmente dota a su demonio de la capacidad para hacer que la protagonista presencie el futuro.

Pero no hay mediación de tecnología ni punto visionario en un episodio que es más un ejercicio de estilo que una historia que enmarquemos bajo el paraguas de las inquietudes que tradicionalmente viene desarrollando esta serie. Es casi una colisión de géneros entretenida, curiosa y rematada de forma más o menos original, en la que hay también un discurso social potente.

¡Y hasta aquí podemos leer! La temporada 6 de Black Mirror es más satisfactoria y variada que la quinta, pero también es cierto que da la sensación de ser una versión mucho más descafeinada y sobreexplicada de lo que fueron los primeros incisivos episodios, de tremenda pegada, que daban verdadero miedo.