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Crítica de Cazafantasmas: Imperio helado, simpática pero más floja que su predecesora

Cazafantasmas: Imperio helado (2024)

Crítica de Cazafantasmas: Imperio helado (Ghostbusters: Frozen Empire), la secuela de Cazafantasmas: Más allá con el regreso del reparto y la adición de Kumail Nanjiani. Estreno el 22 de marzo en salas.

Han pasado tres años desde el estreno de Cazafantasmas: Más allá, una película bastante satisfactoria que consiguió rendir homenaje a Harold Ramis, lanzar a un nuevo grupo de jóvenes cazadores de ectoplasmas y servir una aventura fantástica con toque familiar para todos los públicos sin perder a los antiguos cazafantasmas de foco. Jason Reitman se maneó bien en un circo de varias pistas.

Ya desde la escena postcréditos teníamos claro que regresaríamos a una de las localizaciones más emblemáticas de la franquicia como es Nueva York y, en concreto, el icónico parque de bomberos que les sirvió de base de operaciones.

En Cazafantasmas: Imperio helado dejamos atrás Oklahoma y nos vamos a la gran ciudad de la mano de Gil Kenan (responsable de películas como el remake de Poltergeist de 2015 y del primer episodio de la serie Scream), que había trabajado como guionista y ahora, además, ejerce como director.

Uy, ¡qué frío!

Cazafantasmas: Imperio helado arranca llevándonos al pasado, cuando la ciudad se vio asolada por el frío por primera vez a cuenta de la liberación de un ente muy poderoso asociado a un orbe mágico por parte de una sociedad de aventureros.

Ya de vuelta al presente, Gary y Callie siguen limpiando las calles de ectoplasmas con la ayuda de Trevor y Phoebe... al menos hasta que ella es apartada por imperativo legal al ser una menor. Instalados en el parque de bomberos que han convertido en su hogar, se enfrentan a una amenaza tremenda cuando la unidad de contención empieza a fallar.

 

Las cosas se pondrán aún más complicadas cuando llegue a sus manos, vía Ray, el artefacto capaz de liberar de nuevo al espíritu que desata un frío helador, capaz de matar de forma casi instantánea.

Solo unidos podrán salvar la ciudad de los carámbanos de hielo y de un futuro muy oscuro aunque primero tendrán que rastrear su origen y buscar a su Némesis, el guardián del orbe, capaz de manipular el fuego.

Más forzada, menos divertida

El guión de Cazafantasmas: Imperio helado peca de querer contar demasiadas cosas y de desarrollarlas de forma desigual. Por un lado tenemos los viajes de evolución de la nueva familia creada por los Spengler y Gary (Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace y Paul Rudd).

Él tiene que encontrar su propia voz y dejar de ser un "colega" para adoptar un rol más apropiado como "padrastro" mientras que Trevor alcanza cierta madurez y Phoebe se lidia con la soledad encontrando un alma gemela que va a complicarle la vida. Mucho menos peso tienen Lucky y Podcast (Celeste O'Connor y Logan Kim), relegados a un tercer plano.

Por otro lado, tenemos la trama que envuelve al antiguo grupo de Cazafantasmas (Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y Annie Potts), que tendrán que hacer acto de presencia para unir fuerzas con ellos y se muestran casi como una retaguardia fiable en la que se profundiza poco. Es la parte que interpela más a los recuerdos de los espectadores, pero a veces parece metida con calzador.

Cazafantasmas: Imperio helado

Sony Pictures

Y, finalmente tenemos la trama fantástica principal, en la cual conocemos al nuevo villano paranormal: Garraca y su contraparte, Kareem, interpretado por un divertidísimo Kumail Kanjiani. Él es el gran alivio cómico de la función, junto a otros fantasmas menores como "el posesor", capaz de animar objetos de todo tipo (magníficas las secuencias en las que posee a una bolsa de basura). 

En cierta manera Cazafantasmas: Imperio helado pierde su característico espíritu gamberro y transgresor: se echa en falta más sentido del humor.

Por el contrario, echa toda la carne en el asador para aunar efectos especiales tradicionales y CGI de manera que el cóctel sigue siendo fiel a la apariencia de las películas originales, pero alimentándose a la vez de todo lo que el CGI puede aportar para mejorar la experiencia.

Un buen ejemplo es el de Moquete, al que se ha dado de vida de ambas maneras: por medio de marionetistas y por ordenador y al que vamos a ver por primera vez arrojando slime. Como queda patente, Cazafantasmas: Imperio helado tiene claro que quiere seguir llamando la atención de nostálgicos y de nuevos espectadores, aunque el montaje cojee un poco.

Aunque los adelantos y la propia escena inicial nos hablan de esa casi glaciación de la ciudad, ese hilo argumental no empieza a desarrollarse hasta el último tercio de la película.

Es un visionado que casi se convierte en una carrera de fondo: tiene todo lo que tiene que tener (el ECO-1 y algún vehículo más, pistolas de protones, trampas, unidades de contención, imaginería visual asociada a los fantasmas...), pero le falta dinamismo. En suma, es una película algo más floja que se predecesora, aunque no deje mal sabor de boca.

VALORACIÓN:

Sigue siendo una película tierna, familiar y nostálgica pero en esta ocasión se le ven las costuras: el metraje está muy descompensado, la trama paranormal arranca muy tarde y el final parece de compromiso.

LO MEJOR:

El fantasma posesor es desternillante, sobre todo cuando se mete en objetos que cobran vida. Buen balance de FX tradicionales y CGI.

LO PEOR:

Tarda muchísimo en arrancar y pierde mucha fuerza. La resolución es demasiado apresurada.
Hobby

62

Aceptable

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