Crítica de M3GAN: terror y humor negro para recordarnos el lado nocivo de la tecnología

Reza la frase de gancho del cartel de M3GAN: "Las amistades han evolucionado". Y da en el clavo porque si hay algo que nos preocupa a día de hoy es precisamente cómo nos relacionamos con la tecnología, qué lugar va a ocupar en nuestras vidas la inteligencia artificial y cómo afectará a nuestras relaciones interpersonales cuando irrumpan de forma definitiva.

Blumhouse ha convertido en fenómeno viral a la muñeca robótica protagonista de la película incluso antes de que se estrene la cinta y lo hará antes en España (mañana mismo, 4 de enero) que en Estados Unidos o Reino Unido, donde les va a tocar esperar hasta el día 6 y 12 respectivamente para verla en acción.

Más allá de eso, como era de esperar también ha generado muchas comparativas con el muñeco asesino por excelencia, Chucky, que además de protagonizar su propia y exitosa serie de televisión de emisión en SYFY podría llegar a tener con ella un crossover augurado por Don Mancini. ¿Por qué no, si tienen en común una mala leche de lo más similar?

¿De qué mente retorcida ha nacido la idea de crear una suerte de "Barbie de 120 centímetros letal"? Del mismísimo James Wan, cuyo relato original le ha servido de base a Akela Cooper (Maligno) para componer el guión.

Y en su corazón está algo tan actual como el temor que nos siguen produciendo las máquinas (no hemos envejecido ni cinco minutos desde Terminator), sobre todo una vez que adquieren conciencia de sí mismas y van más allá del objetivo inicial para que se crearon. Como es uno de sus cometidos principales aprender y adaptarse, no es difícil anticipar el desastre.

M3GAN: Model 3 Generative ANdroid

La película nos presenta a Cady, una niña que ha perdido a sus padres en un aparatoso accidente de tráfico. Se encarga de su tutela su tía Gemma que trabaja en una empresa de fabricación de juguetes que compite a nivel internacional con marcas como Hasbro.

En su afán por acaparar el mercado, a Gemma se le asigna la tarea de un modelo más competitivo de su juguete más exitoso, la mascota peluda dotada de una IA limitada. Sin embargo, a ella lo que le motiva es meterse de lleno en la creación de una muñeca autónoma que pueda servir de alivio a la pena que tiene su sobrina, y de paso que sea para ella un referente como instructora y cuidadora.

Cuando su jefe ve a la muñeca en acción decide presentar el proyecto a la mesa ejecutiva de la empresa y preparar un lanzamiento global a gran escala pero a Gemma le preocupa que la relación entre M3GAN y Cady se haya vuelto demasiado estrecha y, sobre todo, que el androide se haya desvinculado de sus protocolos de seguridad para valerse de un libre albedrío de consecuencias mortales.

De Annabelle a M3GAN

Ni posesiones ni males indescriptibles del más allá: M3GAN no se plantea como una película de terror del estilo de la trilogía de Annabelle(que recordemos que nació como spin-off de Expediente Warren), sino que busca más la comedia negra y alguna pincelada de gore con el uso pernicioso de la tecnología como telón de fondo, al más puro estilo Black Mirror.

Eso sí, quienes estén ávidos de sangre, pueden quedar desencantados porque la violencia tarda en aparecer en la película y lo hace casi siempre de forma vicaria, sin mostrar de frente los ataques.

Lo que sí resulta aterrador o como poco desconcertante es el propio diseño de la muñeca, que nos sitúa constantemente en el "valle inquietante" máxime cuando tratamos de procesarla mentalmente como una humana (de espaldas parece una niña) y repentinamente se mueve como animal, un insecto o un robot torpe.

A menudo un simple movimiento de sus pupilas o un leve gesto es más que suficiente para mostrar que es una amenaza y anticipar cuál será su siguiente víctima.

A todo esto, tenemos un montón de mensajes soterrados y esparcidos por la historia: desde las medidas taxativas contra la masculinidad tóxica hasta la aceptación de la pérdida y la tristeza pasando por la imposibilidad de sustituir a las personas por máquinas en tanto que son objetos.

A la vista de las obscenas campañas de consumo navideñas que nos tienen ametrallados por todos los frentes en plena víspera del día de los Reyes Magos, la película no puede ser más pertinente en su denuncia (aunque va por el camino de la diversión y de hacernos reír por lo cafres que somos).

La semilla para una secuela de M3GAN queda sembrada de forma clara al final y tiene pinta de que se va a convertir en una de las franquicias más rentables de Blumhouse. La buena noticia es que merece la pena dedicarle el tiempo.