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Crítica de Puan: activismo con la Filosofía por bandera, sobre todo en tiempos convulsos

Puan

Crítica de Puan, la comedia argentina protagonizada por Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia que fue premiada en el festival de San Sebastián. Estreno el 27 de marzo de 2024.

En el interior de la provincia de Buenos Aires está Puan, un lugar que no significa lo mismo para todo el mundo, pero que es el eje sobre el que se articula esta película escrita y dirigida por María Alché (Familia sumergida) y Benjamín Naishtat (El jardín de bronce).

Esta es una película en clave de comedia pero en la que hay constantes llamamientos a algo que va más allá de la risa: el humor es una herramienta que sirve para suavizar el impacto de algunas de las cuestiones que se exponen a lo largo del metraje y que tienen que ver con la realidad pura y dura.

Es decir, que los personajes de Puan son graciosos en la medida en que son reconocibles pero yendo más allá del cliché. Se muestra el ninguneo a la Filosofía, las fórmulas mediante las cuales entra en dilemas éticos mainstream para regocijo de quienes viven del negocio de filosofar para atraer a un público sediento de positivismo, novedad y regocijo...

La película, que estuvo nominada al Goya como mejor obra iberoamericana, nos presenta a dos personajes con ideas muy distintas. Marcelo Subiotto interpreta el papel de un abnegado profesor de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras: vive con humildad bregando con las apreturas de la educación pública pero tratando de mantener vivo el legado de su mentor y compañero de divagaciones.

Cuando éste fallece de forma súbita toca enfrentarse al dilema de quién se hará cargo de la Cátedra. Si bien en principio el curso natural de los acontecimientos lleva a sus compañeros a pensar que será el propio Marcelo quien ocupará el puesto y asumirá la responsabilidad que conlleva, se le presenta un duro adversario.

 

Rafael Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia), un brillante y seductor colega dotado de elocuencia y un asombroso bagaje internacional, regresará desde Alemania para disputarle la vacante, obligándolo a salir de su zona de confort y temer que reunir los méritos acumulados durante años, sin pretensiones. Sujarchuck tiene los contactos, el curriculum y el carisma para envolverlos a todos.

Ambos profesores tienen estilos, aspiraciones y métodos pedagógicos contrapuestos, lo que se traduce en una batalla dialéctica constante en la que se contrastan sus ideas a través del discurso de distintos pensadores.

Un guión inteligente que tira con bala

Aunque algo irregular en su desarrollo, el guión de Puan juega bien sus cartas para ir desarrollando a sus dos personajes principales interpretados con maestría por Subiotto (entrañable en su honestidad y caos personal) y un Sbaraglia convertido en hijo pródigo que lo eclipsa constantemente.

Como decíamos al comienzo, Puan no significa lo mismo para todos: el primero ha hecho del lugar su nido y solo encuentra sentido a su labor pedagógica allí mientras que para el segundo es el lugar al que regresar para exhibir sus logros profesionales y románticos y hacer que los demás se sientan parte de algo más grande que ellos mismos.

Él sí vende "espejitos de colores", pero Argentina está por encima de los individuos que en ella habitan y acaba imponiendo su lógica demoledora que hace que las aulas se vean obligadas a saltar a la calle.

Puan podría ser una película destinada exclusivamente para un público erudito con ansias de profundizar intelectualmente en las diferencias entre Hobbes y Spinoza, pero por el contrario aboga por asumir que la audiencia comprenderá el enfrentamiento haciendo exposiciones llanas, pero precisas sobre conceptos universales como la identidad, el trabajo, las diferencias sociales o la territorialidad.

En suma, sin ser una película perfecta ni contar con grandes recursos monetarios, radiografía con singular destreza a los protagonistas de una historia que tantas veces se ha repetido en la historia que suena a ya conocida. No por eso duele ni divierte menos.

VALORACIÓN:

Puan se mueve entre la reivindicación, el didactismo y el uso de un fino sentido del humor para contraponer dos estilos de vida y de comprensión del mundo completamente diferentes.

LO MEJOR:

Mariano Subiotto está increíble en el papel principal y el guión sabe conjugar drama y comedia.

LO PEOR:

Hay momentos de gran intensidad emocional que se diluyen en otros mucho más lánguidos: es irregular en su ritmo.
Hobby

66

Aceptable

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