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Crítica de Romancero: cóctel irregular de vampirismo y exclusión social

Romancero

Crítica de la serie Romancero, con guión de Fernando Navarro y dirección de Tomás Peña. De estreno en Prime Video el 3 noviembre con Alba Flores, Belén Cuesta y Ricardo Gómez como protagonistas.

Seis episodios de media hora de duraciòn componen Romancero, una propuesta que bascula entre lo costumbrista, la denuncia social y lo sobrenatural y que viene con el sello del guionista Fernando Navarro (Venus, Verónica) a aterrizar en la plataforma de streaming Prime Video.

La serie, que como decimos se desarrolla a lo largo de tres horas, ha sido producida por 100 Balas de The Mediapro Studio y cuenta con intérpretes como Belén Cuesta, Ricardo Gómez, Alba Flores o Willy Toledo, entre otros.

En primera instancia, no obstante, son Elena Matic y Sasha Cocola quienes captan nuestra atención, dado que la estructura de la serie es circular y arranca con ellos siendo víctimas de una persecución.

Romancero es, en primer lugar, una apuesta atípica en el panorama de las series españolas que, a excepción de la magnífica 30 monedas, no suele decantarse por la temática fantástica que exige presupuestos abultados, una puesta en escena bien medida y nos remite a mundos donde habitan monstruos y terrores sobrenaturales.

De primeras se agradece el riesgo, porque no es una serie fácil y el mero hecho de intentarlo es meritorio. Respecto a los resultados finales, sorprende que se haga bastante bien lo más difícil, que es componer la imaginería y poner en relación la trama vampírica con la realidad social y que lo fácil no se sostenga. Ni los personajes son creíbles ni el tempo interno de la historia ayuda.

Tal y como está escrita, se hace demasiado larga (a pesar de su relativa brevedad) y la cronología llega a ser confusa.

 

Romancero nos presenta a Cornelia y Jordán en plena fuga: ella es una niña a la que han robado la infancia y él huye de una familia rota. Son dos jóvenes desamparados que escapan de las fuerzas de la ley, enconadas en darles caza, de poderosas criaturas sobrenaturales e incluso de sí mismos.

Ésta es la historia de esta huida, de los perseguidos y los perseguidores, enmarcada en una Andalucía desértica durante una noche de pesadilla plagada de demonios, brujas y bebedores de sangre.

Un sur mitológico y lorquiano

Romancero apela a una Andalucía mítica que se convierte en el marco de la acción, dialogando con la obra literaria del granadino Federico García Lorca no solo desde el título, lo más obvio, sino desde los arcos argumentales que se trazan para hablar del desamparo que viven a día de hoy millones de personas migrantes, perdidas y en riesgo de exclusión social.

De alguna manera, se nutre de toda una corriente artística relacionada con lo sobrenatural para hablarlos de los problemas de hoy, actualizando completamente los cimientos de su narrativa. Y es que Lorca será siempre no solo inmortal gracias a su obra sino pertinente y moderno a rabiar. Magnífico punto que se reivindique a este genio desde un lugar inesperado.

En este sentido, la serie iguala los monstruos reales y los monstruos sobrenaturales poniendo a menudo en tela de juicio qué es lo que da más miedo. Peca a veces de subrayar demasiado su tesis y caer en excesos de intensidad que le restan verosimilitud a la historia, pero abre muchos melones interesantes por el camino: desde el maltrato hasta la xenofobia.

A pesar de contar con un elenco bastante potente, las interpretaciones no son uno de los puntos fuertes de Romancero. Es difícil empatizar con unos personajes en los que no hay escalas de grises: o son muy buenos o son muy malos, sin matices ni facetas que los enriquezcan más allá de lo obvio.

Pero quizás el mayor pecado que comete la serie es el de resultar tan predecible: cuando no hay sorpresas ni recompensas después de haber recorrido todos los episodios, se siente un gran bajón en el desenlace. Una verdadera pena si tenemos en cuenta que lo que cuenta es interesante y vehicularlo desde este género, podría haber sido mucho más refrescante.

VALORACIÓN:

Muy irregular, previsible y excesivamente alargada: Romancero tiene momentos brillantes que se pierden en divagaciones y excesos pero sobre todo por la sensación de avanzar en círculos por el hecho de no tener claro qué quiere contar.

LO MEJOR:

La ambientación y la denuncia social que subyace a la misma: hay todo un discurso sobre el enfrentamiento de clases.

LO PEOR:

A pesar de su brevedad, se hace muy larga y, por momentos, demasiado intensa: habría funcionado mejor como una película.
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