Crítica de Sound of Freedom (Sonido de libertad): muchas intenciones, escaso resultado

Es posible que hayas escuchado hablar sobre Sound of Freedom (Sonido de libertad) y el enorme debate que ha habido en torno a ella. Como suele ocurrir en estos casos, se ha eclipsado el valor que tiene la obra y vivido gran polarización respecto a su mensaje. 

Algo a aclarar antes de empezar con la crítica, es que cuando el espectador se siente ante la película de Alejandro Monteverde deberá asumir que verá una película de acción y suspense, con momentos dramáticos, pero que no irá mucho más allá de eso.

Lo primero, aquí está el trailer de Sonido de libertad en el que se explica con detalle de qué trata el largometraje que alcanza los 131 minutos de duración.

Jim Caviezel interpreta a un agente de fuertes valores morales que investiga casos de secuestros de niños que terminan siendo explotados sexualmente y en redes de pornografía infantil. La mayoría ocurren en países latinoamericanos y no puede hacer más que detener a consumidores de los contenidos online, no salvar a los menores.

Agotado por sentirse inútil, decide dar el paso de ir a por las redes de secuestro. Al precio que sea. Primero con la ayuda de su país y luego sin ella, combatirá directamente las redes de tráfico sexual y los enfermizos personajes que las pueblan.

Uno de los combustibles de su cruzada se encontrará en el contacto que tiene con una familia en la que han secuestrado a dos hermanos. Un caso paradigmático y del que veremos todo el arco dramático a lo largo de Sound of Freedom.

El largometraje empieza con mucha solidez en la trama y la primera media hora atrapa y despierta preguntas, sobre todo por el ambiente malsano y el trabajo de Jim Caviezel, pero esto no se mantiene durante un metraje que sufre de alargada extensión y varios episodios.

Una película que se pierde en sí misma

La ambición de Sound of Freedom le hace incluir varios contextos y países, múltiples personajes y arcos emocionales, lo que termina por ahogar una película que es extenuante.

Al igual que ocurría con el exceso de información en Operación Kandahar, lo mostrado resulta inabarcable y al pensar en ella se podrían localizar dos largometrajes y no uno. La comparación con la película de Gerard Butler no es casual, porque esta bien podría ser una de las múltiples historias que el actor lleva protagonizando en los últimos tiempos.

Es fácil ver en los valores del protagonista y la mesiánica interpretación de Jim Caviezel la fijación que han tenido algunos sectores por la película, pero la historia no sabe aprovechar la profundidad de un personaje que acaba por ser incomprensible y poco aprovechado en algunos tramos.

Además, se adolece de un abanico de secundarios que son prototípicos y cuyo dibujo es evidente al primer vistazo. Sin dobles lecturas, vestimenta y forma de hablar los definen por completo.

Sumamos a esto que el tercio final acontece en un contexto distinto y con un arco argumental propio. En este largo conflicto final es donde más se notan las limitaciones del filme, tanto de presupuesto como a nivel artístico.

Los momentos de profundidad que bien podrían emular a Apocalypse Now se quedan a medias, la oscuridad que se asemeja al Sicario de Denis Villeneuve también naufraga.

Una vez acabada y reposada la historia, en la memoria se mantienen los primeros minutos y las preguntas que se lanzan al espectador, no aquello por lo que suelen funcionar las películas de acción o el drama, a pesar del subrayado. 

En definitiva, Sound of Freedom es una película descompensada que por motivos extracinematográficos ha despertado demasiada expectación para su limitada factura.