Por qué seguimos viendo los dibujos de la infancia, ¿nostalgia o es que realmente eran para adultos?
¿Por qué nos siguen fascinando los dibujos animados de nuestra infancia? La nostalgia es un claro factor, sí, pero no es el único motivo.
Ver dibujos animados es un ritual que todo niño con hoy menos de 50 o 60 años ha experimentado. Ya fuese Mafalda en sus tiempos, Los autos locos, El Inspector Gadget, David el gnomo o Gargoyles: héroes mitológicos, las series de dibujos han marcado las meriendas de casi todos nosotros.
Ese bocata de paté de después del cole no sabía igual si no era con Dragon Ball, y el batido, zumo o vaso de leche, estaba más rico mientras veías al "incomprendido" Calimero.
Pero ahora has crecido y te has convertido en una persona de provecho que solo ve documentales de macroeconomía en el sudeste asiático. Es broma, espero que sigas disfrutando de las series actuales tanto como lo hiciste con las de antaño.
De hecho, espero que también le des un tiento a veces a series clásicas, especialmente a esos dibujos que contribuyeron, aunque sea un poco, a definir qué tipo de persona eres hoy en día.
Los dibujos de nuestra infancia nos aportaron sonrisas, valores, diversión y temas de conversación en el patio mientras intercambiábamos Tazos. Ahora, son un "placer culpable" —o no tan culpable— que muchos seguimos disfrutando. Pero ¿por qué?
La nostalgia, el marcador más evidente, pero no el único
Es innegable aludir a la nostalgia a la hora de hablar de algo que conocimos en nuestra niñez. Es volver a escuchar la canción de Campeones o de La vuelta al mundo en 80 días de Willy Fog, y nos transportamos al salón de nuestros padres.
La nostalgia que nos evoca ver series de dibujos de las que disfrutamos en nuestra infancia nos ayuda a conectar con nuestras raíces. Esa sensación es especial para cada uno, y cada cual tiene sus propias series o películas que les generan sensaciones diferentes,
Pero no es solo la nostalgia lo que mantiene series como Los Simpson durante más de tres décadas en emisión ininterrumpida. A pesar de que hay series que son, claramente, productos destinados a los "pipiolos" de la casa, otras tienen connotaciones que solo disfrutaremos cuando tengamos más conciencia del mundo que nos rodea.
Siguiendo con ese ejemplo de Los Simpson —permitidme el capricho, pues la cabra tira al monte—, la serie de Matt Groening se concibió desde el principio como un producto apto para casi todas las edades.
No obstante, cuando ves los episodios a través de los ojos de un niño, disfrutas de los trastazos de Homer, la pillería de Bart o las bromas telefónicas de Lisa y su hermano al pobre Moe.
Cuando crecemos y vemos decenas de veces el mismo episodio —gracias, Antena 3—, empezamos a ver muchísimos matices que no percibíamos cuando éramos unos renacuajos: aquel comentario de Homer que no pillaste, pero que hizo que tu padre se partiera, esa referencia que era imposible que conocieses con 7-8 años…
Hay dibujos para toda la vida
Los Simpson son solo un ejemplo, pero hay docenas más. Batman: la serie animada, además de ser una joya de la animación por propio derecho, está llena de matices que solo los ojos de un adulto podrán destacar.
Sucedería lo mismo con otras adaptaciones comiqueras como Spider-Man o la serie de X-Men de los 90. Incluso series como Las Tortugas Ninja o la ya mencionada Gargoyles las percibimos con un prisma diferente, que no peor, en nuestra adultez.
Por no centrarme en los 90 —perdonadme, que uno es del 86 y habla de lo que conoce—, nos sucedería lo mismo con series más antiguas, como Scooby-Doo o Don Gato, y algo más modernas como Bob Esponja, que llegó al filo del nuevo milenio.
También, y volviendo al tema de la nostalgia, tenemos que tener en cuenta un factor importante: el arte. La tecnología está cambiando la forma de hacer dibujos animados y, aunque quedan series muy bizarras y con mucho talento detrás, lo artesanal es más la excepción que la regla.
Ver el mimo con el que estaban realizados los dibujos de la BRB Internacional, en comparación con la media de series actuales, hace que cualquier adulto que valore el talento y esfuerzo que hay detrás de muchas series antiguas sienta cierto magnetismo para ver de nuevo aquellos clásicos.
De hecho, incluso generaciones más jóvenes que no se criaron con ellas las disfrutan por tener un enfoque que los dibujos más actuales rara vez poseen.
Vivimos en una época privilegiada en la que hemos podido disfrutar de historias fantásticas que cobraron vida gracias al talento de equipos de artistas que alimentaron nuestras fantasías e impulsaron nuestra imaginación. En ese particular, los dibujos con los que crecimos tienen buena parte de la culpa, ¿no creéis que merece la pena volver a verlos, solos o con nuestros hijos?
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